Hace cuatro años, la dirigencia del PH se fijó esta meta para viabilizar las propuestas del candidato presidente Gustavo Petro si llegare a ganar; se trataba de obtener mayorías parlamentarias con el Eslogan 55/86: 55 senadores y 86 representantes. El fracaso fue rotundo, no hubo una estrategia eficaz para lograrlo, la que tampoco existió en las elecciones territoriales en las cuales solo bastaba que un dirigente nacional le alzara la mano a un candidato para ungirlo como ganador, tal como lo hace Álvaro Uribe que empodera a sus miembros.
El gesto que acaba de hacer con Claudia Margarita Zuleta la pone en las butacas del Senado, muy difícil sin esta palanca; claro, la sangre llama. El problema de Petro es que no construyó cuadros políticos y jerarquías en las regiones, el síndrome de Gaitán se impuso, “el pueblo soy yo”; no tenemos la cultura política necesaria para comportarnos horizontalmente sin una dirección adecuada donde solo hay petrismo, un ente etéreo donde todos se consideran caciques. El poder político debe construirse en las regiones y a desde allí, como una operación envolvente y centrípeta, llegar hasta el centro. El centralismo solo les sirve a las camarillas con las cuales se hace gobernabilidad; el presidencialismo fácilmente puede ser cooptado por el Congreso que, quizás, tiene mucho más poder que el presidente.
Aquí no existen tres poderes independientes de los cuales nos hablan, solo existen dos porque las cortes dependen del legislativo a veces con señalamientos del presidente de la República; al poder legislativo le pertenecen la burocracia y la contratación nacional como parte de la mecánica política: el trato consiste en que el Ejecutivo gira los cheques y el Congreso los administra. Me dirán que el presidente es el jefe supremo de las FF. MM., pero es aquí donde a menudo se estructuran grandes traiciones y golpes de Estado. Ahora se vuelve a proponer el “55/86” como si fuera un mantra. Creo que se va a repetir el desastre, la consulta previa no basta, el Gobierno nacional debe hacer presencia en los territorios no solo con obras que solucionan los problemas, sino para retener el poder que solo se logra a través de la contratación y la burocracia, las obras las agradecen, pero no son vinculantes electoralmente.
El programa de promoción y prevención en salud del Gobierno nacional es poderoso y hace contacto con la parte más sensible de la población, lugares donde nunca han visto un equipo para atenderla. Van hasta los lugares más recónditos sin siquiera una jeringa y ni una bicicleta para movilizarse y sin conexión con los alcaldes a quiénes el ministro Jaramillo les entrega recursos y dotaciones para que estos puedan crecer su burocracia y presentar resultados electorales. Con la crisis sanitaria y las intervenciones por parte de la Superintendencia de Salud, es el momento de diseñar una estrategia que redunde electoralmente, pero los cargos se los están dando a extraños importados a quienes no les interesan los resultados electorales, vienen con otros propósitos.
En muchas posiciones que son del resorte de la Presidencia de la República, designan a personas opuestas 100 % al gobierno. ¿A que le juega Petro? Eso se llama masoquismo. Esto tiene berraco a más de un petrista que se siente utilizado. Por eso, la campaña electoral se siente lánguida, las motivaciones murieron, de pan sí vive el hombre. Hay dos listas a Cámara en el Cesar, una por el PH y la otra por el Frente Amplio, F.A.; cada una necesita por lo menos 70.000 votos para posibilitar un triunfo que, matemáticamente es posible, Petro sacó más de 200.000. Que salgan a votar todos, el F.A. es más que la parte.
Por: Luis Napoleón de Armas P.





