Los llamados cierres de campaña solo sirven para demostrar poderío político, económico y electoral; estos espectáculos carnavalescos, burlescos y estrambóticos, evocan el circo romano, lugar donde el emperador disfrutaba de las mejores viandas y bebidas acompañado con eventos sangrientos y temerarios mostrando omnipotencia.
Los llamados cierres de campaña solo sirven para demostrar poderío político, económico y electoral; estos espectáculos carnavalescos, burlescos y estrambóticos, evocan el circo romano, lugar donde el emperador disfrutaba de las mejores viandas y bebidas acompañado con eventos sangrientos y temerarios mostrando omnipotencia.
¿Cómo así que cerrar lo que debe continuar? Los problemas nunca terminan ni en las sociedades más desarrolladas, solo se minimizan. Cerrar una campaña electoral es decirles a las personas que ya fueron útiles y que desde ahora en adelante ya no las necesitarán porque el usufructo del erario es solo para quienes lo han de manejar, el gobernador y los alcaldes. Cerrar es evitar que entren los que no tienen la llave y así nadie conocerá lo que pasa adentro, solo se verá el humo de lo que allí se cocina.
El Cesar ya tiene 55 años, es un adulto con mente de niño, nada trascendental ha pasado en lo socioeconómico, sus principales indicadores permanecen inamovibles. En agua potable y saneamiento básico, solo Valledupar tiene acueducto y alcantarillado, pero con restricciones; los 24 municipios restantes carecen de estos servicios pese a las ingentes sumas recibidas por concepto de regalías.
La minería solo le ha servido a un puñado de sátrapas. Entonces, ¿para qué añorarlas? El PIB departamental nunca ha subido por encima del 2% respecto al total de la nación, en ninguna de sus bonanzas, incluida la de narcóticos y la paramilitar, que hicieron de este territorio una economía subterránea y sangrienta aún vigente.
El Cesar es el único departamento del país con una tasa de mortalidad materna creciente; en 2005 se registraron 55.3 casos por cada cien mil madres y en 2018, 66.1, último dato disponible. Esto significa que este indicador ha venido creciendo a una tasa promedia anual de 1.4%. Igual pasa en Valledupar donde subió, en igual periodo, de 22.4 a 71.3 creciendo 9.3% en promedio anual, también la única capital con comportamiento creciente. De la mortalidad infantil y de la desnutrición de la niñez ni se diga; nada se ha hecho después de tantos cierres de campañas, la brecha se amplía.
Los indicadores en salud son los que primero miran los organismos internacionales para definir qué clase de sociedad tenemos, pero mejorarlos no es rentable para las mafias que manejan lo público, los ingentes recursos destinados para tal fin son arrebatados por los alcabaleros.
Administrar un departamento o un municipio es mejor negocio que exportar narcóticos, tiene menos riesgos y se dispone de mayor capacidad para hacer simbiosis con segmentos de todos los poderes del Estado; sin embargo, muchos alternan sus actividades, así es más fácil legalizar y cooptar a un gran sector de la población; destinar tanto dinero a un debate electoral es un buen negocio.
Desde su fundación, nuestro departamento ha sido manejado por un solo sector político, aunque a veces simulan ser dos, solo los diferencia el uniforme, pero con iguales objetivos y las mismas familias cruzadas para mantener el poder. Esta vez no es la excepción.
No tengo nada en contra de las dos candidatas a la gobernación con mayores posibilidades de ganar, pero representan lo mismo, son dos clanes familiares suj-judices que han hecho lo mismo, hacen las mismas prácticas y cometen los mismos pecados. Hay otras opciones sin ese karma.
Por fortuna, todo imperio tiene su fin, estos dos están en decadencia, votar por el Clan Gnecco es prolongar su agonía, hacerlo por el Clan Uribe es darle respiración boca a boca. En cambio, para la alcaldía de Valledupar hay dos alternativas claras: votar por los candidatos que representan a los clanes anteriores, que da lo mismo, o votar por Lina de Armas que representa el cambio y al Pacto Histórico. No tenemos listas de asamblea ni de ediles, pero votar por nuestra lista cerrada al Concejo de Valledupar es una opción válida, igual por todas nuestras listas a concejo en todo el Cesar. El cambio no se hace con los que no han querido hacerlo, urgen nuevos valores.
Por Luis Napoleón de Armas P.
Los llamados cierres de campaña solo sirven para demostrar poderío político, económico y electoral; estos espectáculos carnavalescos, burlescos y estrambóticos, evocan el circo romano, lugar donde el emperador disfrutaba de las mejores viandas y bebidas acompañado con eventos sangrientos y temerarios mostrando omnipotencia.
Los llamados cierres de campaña solo sirven para demostrar poderío político, económico y electoral; estos espectáculos carnavalescos, burlescos y estrambóticos, evocan el circo romano, lugar donde el emperador disfrutaba de las mejores viandas y bebidas acompañado con eventos sangrientos y temerarios mostrando omnipotencia.
¿Cómo así que cerrar lo que debe continuar? Los problemas nunca terminan ni en las sociedades más desarrolladas, solo se minimizan. Cerrar una campaña electoral es decirles a las personas que ya fueron útiles y que desde ahora en adelante ya no las necesitarán porque el usufructo del erario es solo para quienes lo han de manejar, el gobernador y los alcaldes. Cerrar es evitar que entren los que no tienen la llave y así nadie conocerá lo que pasa adentro, solo se verá el humo de lo que allí se cocina.
El Cesar ya tiene 55 años, es un adulto con mente de niño, nada trascendental ha pasado en lo socioeconómico, sus principales indicadores permanecen inamovibles. En agua potable y saneamiento básico, solo Valledupar tiene acueducto y alcantarillado, pero con restricciones; los 24 municipios restantes carecen de estos servicios pese a las ingentes sumas recibidas por concepto de regalías.
La minería solo le ha servido a un puñado de sátrapas. Entonces, ¿para qué añorarlas? El PIB departamental nunca ha subido por encima del 2% respecto al total de la nación, en ninguna de sus bonanzas, incluida la de narcóticos y la paramilitar, que hicieron de este territorio una economía subterránea y sangrienta aún vigente.
El Cesar es el único departamento del país con una tasa de mortalidad materna creciente; en 2005 se registraron 55.3 casos por cada cien mil madres y en 2018, 66.1, último dato disponible. Esto significa que este indicador ha venido creciendo a una tasa promedia anual de 1.4%. Igual pasa en Valledupar donde subió, en igual periodo, de 22.4 a 71.3 creciendo 9.3% en promedio anual, también la única capital con comportamiento creciente. De la mortalidad infantil y de la desnutrición de la niñez ni se diga; nada se ha hecho después de tantos cierres de campañas, la brecha se amplía.
Los indicadores en salud son los que primero miran los organismos internacionales para definir qué clase de sociedad tenemos, pero mejorarlos no es rentable para las mafias que manejan lo público, los ingentes recursos destinados para tal fin son arrebatados por los alcabaleros.
Administrar un departamento o un municipio es mejor negocio que exportar narcóticos, tiene menos riesgos y se dispone de mayor capacidad para hacer simbiosis con segmentos de todos los poderes del Estado; sin embargo, muchos alternan sus actividades, así es más fácil legalizar y cooptar a un gran sector de la población; destinar tanto dinero a un debate electoral es un buen negocio.
Desde su fundación, nuestro departamento ha sido manejado por un solo sector político, aunque a veces simulan ser dos, solo los diferencia el uniforme, pero con iguales objetivos y las mismas familias cruzadas para mantener el poder. Esta vez no es la excepción.
No tengo nada en contra de las dos candidatas a la gobernación con mayores posibilidades de ganar, pero representan lo mismo, son dos clanes familiares suj-judices que han hecho lo mismo, hacen las mismas prácticas y cometen los mismos pecados. Hay otras opciones sin ese karma.
Por fortuna, todo imperio tiene su fin, estos dos están en decadencia, votar por el Clan Gnecco es prolongar su agonía, hacerlo por el Clan Uribe es darle respiración boca a boca. En cambio, para la alcaldía de Valledupar hay dos alternativas claras: votar por los candidatos que representan a los clanes anteriores, que da lo mismo, o votar por Lina de Armas que representa el cambio y al Pacto Histórico. No tenemos listas de asamblea ni de ediles, pero votar por nuestra lista cerrada al Concejo de Valledupar es una opción válida, igual por todas nuestras listas a concejo en todo el Cesar. El cambio no se hace con los que no han querido hacerlo, urgen nuevos valores.
Por Luis Napoleón de Armas P.