El Centro de Estudios Socioeconómicos y Regionales presenta un resumen del trabajo sobre economía post- carbón para el departamento, socializado en el marco del Foro: Así va la economía del Cesar – Competitividad 2020-2023.
En el 2018, Colombia exportó 42.000 millones de dólares, de esos 7.500 fueron carbón. De esos la mitad aproximadamente provienen del Cesar.
Estas exportaciones equivalen a 3 veces las exportaciones totales de café, 10 veces las de banano, 15 veces las de flores y 120 veces las de aguacate que están en crecimiento (62 millones en 2018 según ANALDEX) .
El 43 % del PIB del Cesar corresponde al carbón, es decir de cada 100 pesos que produce el departamento 43, están directamente relacionados con la producción carbonífera. A su vez de cada 100 pesos que produce Colombia 2.1 los produce el Cesar con su carbón, agricultura, servicios y demás. ( sin carbón el equivalente sería 1.2 pesos).
El carbón produce anualmente más de 2 billones de pesos en regalías nacionalmente y el departamento para su inversión pública –social, infraestructura, etc.- depende de las regalías. No tanto su funcionamiento que depende más del SGP.
Lee también: «Casi medio millón de cesarenses vive en la pobreza»: el gran desafío
La economía del Cesar carece de fortalezas competitivas, en el último ranking clasifica en la parte baja de la tabla. Para el 2018 fue el 20 entre 27 analizados (Consejo Privado Competitividad- Universidad del Rosario).
En resumen: fiscalmente el departamento es carbón-dependiente, aunque desde el punto de vista de generación de empleo no es un sector intensivo en mano de obra, si genera nichos muy importantes de trabajo formal y bien remunerado.
El gran lunar son las regalías, que definitivamente en el Cesar no han hecho la diferencia. En términos de calidad educativa, atención en salud, calidad del agua, y ese tipo de servicios básicos, da lo mismo vivir en un municipio minero, con miles de millones de pesos en regalías que en uno no minero que no tiene dichos recursos.
Las regalías en el departamento no han sido la entrada al siglo XXI a la modernidad cómo hubiésemos querido desde la sociedad civil y como se hace necesario para el bienestar social y desarrollo humano.
La pobreza del departamento para el 2018 fue del 42.9 %, el sexto más pobre del país, con 500.000 pobres en su territorio. Si se hubiese hecho un buen uso de las regalías no estuviésemos en esa situación tan precaria.
Lee también: Gobernación y municipios mineros ‘se rajan’ en el manejo de regalías
La gran paradoja que tiene económicamente el departamento es que sus dos principales productos de exportación están ante serios cuestionamientos que van a limitar su futuro inmediato como bienes de consumo. Su demanda por parte de los consumidores mundiales está siendo limitada.
El carbón tiene amenazas que no es necesario repetir: ambientalmente está cuestionado y por lo tanto hay ya acuerdos políticos (Acuerdo de París) para limitarlo. Económicamente tiene sustitutos ambientalmente menos contaminantes y económicamente más baratos (gas y gas del fracking).
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El consumo se mantiene en el Asia, a dónde exportar el carbón colombiano es más costoso, dado que los puertos colombianos de carbón están en el mar Caribe y tienen que pasar por Panamá o dar una vuelta por cabo de hornos o vía Sudáfrica, lo que les quita competitividad.
Hace 10 años la mitad de la energía del mundo se generaba a partir de carbón, hoy día es el 26% solamente, lo que ha llevado a una caída de precios estrepitosa. De 100 dólares la tonelada a cerca de la mitad.
De otra parte, el aceite de palma africana, también está cuestionado principalmente en Europa, en razón a la crítica básicamente de los cultivos en Asia, por ser depredador de la biodiversidad tanto vegetal como animal. Acaba con los corredores biológicos y por ende es una amenaza a ciertas especies animales, dado que se “instalan desiertos de palmas” y no dejan espacios para otras especies.
Necesitamos movernos hacia una economía primero, compartida, con carbón ( el carbón no se va a acabar ya) y después una Economía Post-Carbón , que consistiría en diversificar por lo menos en 4 grandes líneas y con por lo menos dos grandes estrategia.
La primera línea es un sector agropecuario moderno tanto en sus productos, su comercialización, cómo en sus relaciones de producción. Que produzca, bienes principalmente de consumo internacional y nacional, ligados a cadenas de exportación y ojalá con algún valor agregado: ya tenemos cafés “especiales”, o cacao con calidad de aroma, o piña en el sur del departamento.
Hay que experimentar con otros productos que tengan consumo mundial: aguacate, cannabis medicinal, marañón, etc. Pero para esto dos condiciones: sembrar las regalías en agua para regar cultivos y segundo invertirlas en innovación y experimentación. Con el sector pecuario, hay que dar un vuelco hacia la sostenibilidad y la explotación semi-intensiva.
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La estrategia acá debe ser un gana-gana entre pequeños y medianos y grandes productores. Ya está inventado. Son asociaciones de productores pequeños con grandes o medianos transformadores y comercializadores. Hay experiencias exitosas, empezando por la Palma de Aceite de la familia Murgas. De Bavaria con productores de cebada en Boyacá. De Luker o la Compañía Nacional de Cacao con cacaoteros pequeños, etc.
La segunda línea para diversificar la economía en el Cesar gran generadora de empleo y desarrollo son los servicios, en particular dos clústeres que ha desarrollado su capital, Valledupar: los servicios de salud y de educación superior.
Al quedar Valledupar en medio de la “nada” y en cierto sentido aislada de circuitos de servicios cercanos, se vuelve el referente para atender a una gran parte de la población que no puede ir a estudiar o atender problemas de salud en otras ciudades.
Valledupar recoge personas que necesitan atención especializada de salud del sur de Bolívar, centro del Magdalena, de todo el Cesar y del sur de La Guajira, generándose una alta demanda de profesionales de la salud, –médicos, enfermeras, bacteriólogos, especialistas, técnicos en equipos médicos, servicios de aseo, personal administrativo de la salud, etc., etc.-.
En Valledupar hay un número elevado de clínicas que generan empleo y ayudan a construir una clase media-media-alta interesante en la ciudad.
El otro cluster es la educación superior, con una llegada casi que masiva de universidades – no siempre de buena calidad- a la ciudad. Ya sea de manera presencial o con cursos semipresenciales. Hay entonces fuentes de empleo formal, con profesores, personal administrativo, arriendo de vivienda, etc., que recogen población de las mismas regiones que en el caso del clúster de salud.
La tercera línea es el caso de las industrias creativas, incluyendo allí la economía naranja –más allá de las camisetas-, el turismo cultural, el ecoturismo, el folclórico, ambiental o religioso que se pueda presentar en el departamento.
La estrategia aquí debería ser por parte del nuevo gobernante, estructurar una política pública que maximice las oportunidades que está brindando el gobierno nacional en ésta línea. Hay créditos, apoyos técnicos, etc. para aprovechar.
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Pero sobre todo hay en el departamento y en Valledupar cientos de semillas de esta industria esperando ser apoyados. Hay material local en teatro, música, pintura, danza, etc, donde las potencialidades son enormes. Así que aquí todo está por construirse.
Finalmente, una cuarta línea a desarrollar proponemos que sea la energía alternativa. Ya existe en el departamento una primera experiencia de una granja solar, que puede atender el equivalente a una población de 100.000 personas y en reciente subasta energética del gobierno nacional se dio un paso muy importante para diversificar la canasta productora de energía nacional.
El Cesar tiene las condiciones de luminosidad para meterse más y más en dicha producción. El desafío es que dicha producción energética le deje algo al departamento, que no sea un “gueto” aislado de su entorno y que en nada beneficie al departamento ( que no genere encadenamientos productivos hacia adelante o hacia atrás, ni empleo, ni cadena de proveedores). Así que hay que apoyar ésta línea incorporándola ojalá a la economía local.
Por: Fernando Herrera Araújo/ EL PILÓN
Director CESORE
El Centro de Estudios Socioeconómicos y Regionales presenta un resumen del trabajo sobre economía post- carbón para el departamento, socializado en el marco del Foro: Así va la economía del Cesar – Competitividad 2020-2023.
En el 2018, Colombia exportó 42.000 millones de dólares, de esos 7.500 fueron carbón. De esos la mitad aproximadamente provienen del Cesar.
Estas exportaciones equivalen a 3 veces las exportaciones totales de café, 10 veces las de banano, 15 veces las de flores y 120 veces las de aguacate que están en crecimiento (62 millones en 2018 según ANALDEX) .
El 43 % del PIB del Cesar corresponde al carbón, es decir de cada 100 pesos que produce el departamento 43, están directamente relacionados con la producción carbonífera. A su vez de cada 100 pesos que produce Colombia 2.1 los produce el Cesar con su carbón, agricultura, servicios y demás. ( sin carbón el equivalente sería 1.2 pesos).
El carbón produce anualmente más de 2 billones de pesos en regalías nacionalmente y el departamento para su inversión pública –social, infraestructura, etc.- depende de las regalías. No tanto su funcionamiento que depende más del SGP.
Lee también: «Casi medio millón de cesarenses vive en la pobreza»: el gran desafío
La economía del Cesar carece de fortalezas competitivas, en el último ranking clasifica en la parte baja de la tabla. Para el 2018 fue el 20 entre 27 analizados (Consejo Privado Competitividad- Universidad del Rosario).
En resumen: fiscalmente el departamento es carbón-dependiente, aunque desde el punto de vista de generación de empleo no es un sector intensivo en mano de obra, si genera nichos muy importantes de trabajo formal y bien remunerado.
El gran lunar son las regalías, que definitivamente en el Cesar no han hecho la diferencia. En términos de calidad educativa, atención en salud, calidad del agua, y ese tipo de servicios básicos, da lo mismo vivir en un municipio minero, con miles de millones de pesos en regalías que en uno no minero que no tiene dichos recursos.
Las regalías en el departamento no han sido la entrada al siglo XXI a la modernidad cómo hubiésemos querido desde la sociedad civil y como se hace necesario para el bienestar social y desarrollo humano.
La pobreza del departamento para el 2018 fue del 42.9 %, el sexto más pobre del país, con 500.000 pobres en su territorio. Si se hubiese hecho un buen uso de las regalías no estuviésemos en esa situación tan precaria.
Lee también: Gobernación y municipios mineros ‘se rajan’ en el manejo de regalías
La gran paradoja que tiene económicamente el departamento es que sus dos principales productos de exportación están ante serios cuestionamientos que van a limitar su futuro inmediato como bienes de consumo. Su demanda por parte de los consumidores mundiales está siendo limitada.
El carbón tiene amenazas que no es necesario repetir: ambientalmente está cuestionado y por lo tanto hay ya acuerdos políticos (Acuerdo de París) para limitarlo. Económicamente tiene sustitutos ambientalmente menos contaminantes y económicamente más baratos (gas y gas del fracking).
Lee también: Cayó producción de carbón en el Cesar
El consumo se mantiene en el Asia, a dónde exportar el carbón colombiano es más costoso, dado que los puertos colombianos de carbón están en el mar Caribe y tienen que pasar por Panamá o dar una vuelta por cabo de hornos o vía Sudáfrica, lo que les quita competitividad.
Hace 10 años la mitad de la energía del mundo se generaba a partir de carbón, hoy día es el 26% solamente, lo que ha llevado a una caída de precios estrepitosa. De 100 dólares la tonelada a cerca de la mitad.
De otra parte, el aceite de palma africana, también está cuestionado principalmente en Europa, en razón a la crítica básicamente de los cultivos en Asia, por ser depredador de la biodiversidad tanto vegetal como animal. Acaba con los corredores biológicos y por ende es una amenaza a ciertas especies animales, dado que se “instalan desiertos de palmas” y no dejan espacios para otras especies.
Necesitamos movernos hacia una economía primero, compartida, con carbón ( el carbón no se va a acabar ya) y después una Economía Post-Carbón , que consistiría en diversificar por lo menos en 4 grandes líneas y con por lo menos dos grandes estrategia.
La primera línea es un sector agropecuario moderno tanto en sus productos, su comercialización, cómo en sus relaciones de producción. Que produzca, bienes principalmente de consumo internacional y nacional, ligados a cadenas de exportación y ojalá con algún valor agregado: ya tenemos cafés “especiales”, o cacao con calidad de aroma, o piña en el sur del departamento.
Hay que experimentar con otros productos que tengan consumo mundial: aguacate, cannabis medicinal, marañón, etc. Pero para esto dos condiciones: sembrar las regalías en agua para regar cultivos y segundo invertirlas en innovación y experimentación. Con el sector pecuario, hay que dar un vuelco hacia la sostenibilidad y la explotación semi-intensiva.
Lee también: Campesinos de la Jagua de Ibirico se convierten en microempresarios de café
La estrategia acá debe ser un gana-gana entre pequeños y medianos y grandes productores. Ya está inventado. Son asociaciones de productores pequeños con grandes o medianos transformadores y comercializadores. Hay experiencias exitosas, empezando por la Palma de Aceite de la familia Murgas. De Bavaria con productores de cebada en Boyacá. De Luker o la Compañía Nacional de Cacao con cacaoteros pequeños, etc.
La segunda línea para diversificar la economía en el Cesar gran generadora de empleo y desarrollo son los servicios, en particular dos clústeres que ha desarrollado su capital, Valledupar: los servicios de salud y de educación superior.
Al quedar Valledupar en medio de la “nada” y en cierto sentido aislada de circuitos de servicios cercanos, se vuelve el referente para atender a una gran parte de la población que no puede ir a estudiar o atender problemas de salud en otras ciudades.
Valledupar recoge personas que necesitan atención especializada de salud del sur de Bolívar, centro del Magdalena, de todo el Cesar y del sur de La Guajira, generándose una alta demanda de profesionales de la salud, –médicos, enfermeras, bacteriólogos, especialistas, técnicos en equipos médicos, servicios de aseo, personal administrativo de la salud, etc., etc.-.
En Valledupar hay un número elevado de clínicas que generan empleo y ayudan a construir una clase media-media-alta interesante en la ciudad.
El otro cluster es la educación superior, con una llegada casi que masiva de universidades – no siempre de buena calidad- a la ciudad. Ya sea de manera presencial o con cursos semipresenciales. Hay entonces fuentes de empleo formal, con profesores, personal administrativo, arriendo de vivienda, etc., que recogen población de las mismas regiones que en el caso del clúster de salud.
La tercera línea es el caso de las industrias creativas, incluyendo allí la economía naranja –más allá de las camisetas-, el turismo cultural, el ecoturismo, el folclórico, ambiental o religioso que se pueda presentar en el departamento.
La estrategia aquí debería ser por parte del nuevo gobernante, estructurar una política pública que maximice las oportunidades que está brindando el gobierno nacional en ésta línea. Hay créditos, apoyos técnicos, etc. para aprovechar.
Lee también: Los ritmos en el vallenato
Pero sobre todo hay en el departamento y en Valledupar cientos de semillas de esta industria esperando ser apoyados. Hay material local en teatro, música, pintura, danza, etc, donde las potencialidades son enormes. Así que aquí todo está por construirse.
Finalmente, una cuarta línea a desarrollar proponemos que sea la energía alternativa. Ya existe en el departamento una primera experiencia de una granja solar, que puede atender el equivalente a una población de 100.000 personas y en reciente subasta energética del gobierno nacional se dio un paso muy importante para diversificar la canasta productora de energía nacional.
El Cesar tiene las condiciones de luminosidad para meterse más y más en dicha producción. El desafío es que dicha producción energética le deje algo al departamento, que no sea un “gueto” aislado de su entorno y que en nada beneficie al departamento ( que no genere encadenamientos productivos hacia adelante o hacia atrás, ni empleo, ni cadena de proveedores). Así que hay que apoyar ésta línea incorporándola ojalá a la economía local.
Por: Fernando Herrera Araújo/ EL PILÓN
Director CESORE