Hemos conocido el pronunciamiento positivo de la Alcaldía, frente a una querella sobre la recuperación del espacio público en el sector comprendido entre las calles 19c y 20b y entre la Avenida Salguero, que es la séptima, y la sexta, en el “Boliche”, zona que también llaman el Bolichito industrial por la profusión de talleres de mecánica y de metalmecánica.
Hemos conocido el pronunciamiento positivo de la Alcaldía, frente a una querella sobre la recuperación del espacio público en el sector comprendido entre las calles 19c y 20b y entre la Avenida Salguero, que es la séptima, y la sexta, en el “Boliche”, zona que también llaman el Bolichito industrial por la profusión de talleres de mecánica y de metalmecánica.
Lo ha destacado este diario en un Informe Especial sobre El Boliche, el domingo 21 de abril, reiterado ese día en editorial y, como repetimos, la lucha por el espacio público en el escrito de este lunes 10 de junio, nada más apremiante que darle cumplimiento a la ley en aras de la conservación del espacio público libre de invasores, lo cual se constituye en un derecho colectivo ya que las vías no pueden obstruirse, privando a las personas del simple tránsito, lesionándose el principio de prevalencia del interés general; es un verdadero abuso la ocupación del estacionamiento de vehículos para su reparación en plena vía.
Ha sido constante la preocupación de este diario por la inoperancia de las administraciones anteriores, que históricamente permitieron se apropiara cada día más, este flagelo, de un sector tan importante para el centro de la ciudad. Consecuente con su decisión administrativa que exaltamos, el alcalde Socarrás deberá establecer un cronograma de actividades en las diferentes áreas, como la Secretaría de Gobierno con su Unidad de Espacio Público, la Secretaría de Obras y la Policía Nacional (cuyo comando está por cierto cerca), para que se ejecuten las tareas de forma expedita, se acompañe de una inversión especial y se dialogue con los afectados, sin renunciar al ejercicio pleno de la movilidad.
Una de las posibilidades podría ser la intervención de estas vías, reduciendo sus calzadas vehiculares a dimensiones iguales o similares a las del Plan Centro que impida el estacionamiento lateral, amplíe la zona peatonal, dotándose de un mobiliario, mediante el ofrecimiento de bancas de concreto, iluminación y arborización que haga grato el lugar. Y encontrar sitios para el ejercicio legítimo de comerciantes que han logrado hacerse a su clientela.
Los viejos moradores del viejo Valle recuerdan que por ese sector se desplazaban los primeros carros y caballos para ir por el camino a La Paz. Esperamos que ese sector ampliado, donde se proyectan grandes centros comerciales, precisamente afines a la actividad tradicional -uno automotriz como el de Sororia- y otro de ventas estacionarias -el inacabado de la Granja, que tanto recordamos estos días- sea motivo, como lo decíamos en el editorial de abril, de que en El Boliche haya gran oportunidad de urbanismo moderno y social. Pa que Valledupar, como lo anuncia el alcalde, ¡eche p’alante!
Hemos conocido el pronunciamiento positivo de la Alcaldía, frente a una querella sobre la recuperación del espacio público en el sector comprendido entre las calles 19c y 20b y entre la Avenida Salguero, que es la séptima, y la sexta, en el “Boliche”, zona que también llaman el Bolichito industrial por la profusión de talleres de mecánica y de metalmecánica.
Hemos conocido el pronunciamiento positivo de la Alcaldía, frente a una querella sobre la recuperación del espacio público en el sector comprendido entre las calles 19c y 20b y entre la Avenida Salguero, que es la séptima, y la sexta, en el “Boliche”, zona que también llaman el Bolichito industrial por la profusión de talleres de mecánica y de metalmecánica.
Lo ha destacado este diario en un Informe Especial sobre El Boliche, el domingo 21 de abril, reiterado ese día en editorial y, como repetimos, la lucha por el espacio público en el escrito de este lunes 10 de junio, nada más apremiante que darle cumplimiento a la ley en aras de la conservación del espacio público libre de invasores, lo cual se constituye en un derecho colectivo ya que las vías no pueden obstruirse, privando a las personas del simple tránsito, lesionándose el principio de prevalencia del interés general; es un verdadero abuso la ocupación del estacionamiento de vehículos para su reparación en plena vía.
Ha sido constante la preocupación de este diario por la inoperancia de las administraciones anteriores, que históricamente permitieron se apropiara cada día más, este flagelo, de un sector tan importante para el centro de la ciudad. Consecuente con su decisión administrativa que exaltamos, el alcalde Socarrás deberá establecer un cronograma de actividades en las diferentes áreas, como la Secretaría de Gobierno con su Unidad de Espacio Público, la Secretaría de Obras y la Policía Nacional (cuyo comando está por cierto cerca), para que se ejecuten las tareas de forma expedita, se acompañe de una inversión especial y se dialogue con los afectados, sin renunciar al ejercicio pleno de la movilidad.
Una de las posibilidades podría ser la intervención de estas vías, reduciendo sus calzadas vehiculares a dimensiones iguales o similares a las del Plan Centro que impida el estacionamiento lateral, amplíe la zona peatonal, dotándose de un mobiliario, mediante el ofrecimiento de bancas de concreto, iluminación y arborización que haga grato el lugar. Y encontrar sitios para el ejercicio legítimo de comerciantes que han logrado hacerse a su clientela.
Los viejos moradores del viejo Valle recuerdan que por ese sector se desplazaban los primeros carros y caballos para ir por el camino a La Paz. Esperamos que ese sector ampliado, donde se proyectan grandes centros comerciales, precisamente afines a la actividad tradicional -uno automotriz como el de Sororia- y otro de ventas estacionarias -el inacabado de la Granja, que tanto recordamos estos días- sea motivo, como lo decíamos en el editorial de abril, de que en El Boliche haya gran oportunidad de urbanismo moderno y social. Pa que Valledupar, como lo anuncia el alcalde, ¡eche p’alante!