COLUMNISTA

Descertificación modulada

La descertificación a Colombia por parte del gobierno de Donald Trump estaba cantada. Lo dijimos reiteradamente, era poco posible que nos certificaran. Colombia está invadida de coca, el hampa se ha tomado los territorios y esa nación olvidada está pasando por su peor momento. 

Descertificación modulada

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La descertificación a Colombia por parte del gobierno de Donald Trump estaba cantada. Lo dijimos reiteradamente, era poco posible que nos certificaran. Colombia está invadida de coca, el hampa se ha tomado los territorios y esa nación olvidada está pasando por su peor momento. 

La mal llamada “paz total” no es más que un conjunto de documentos oficiales, en los que el gobierno colombiano renuncia a ejercer su control y soberanía e impone beneficios de impunidad a los bandidos que ayudaron a elegir a Gustavo Petro. Esto no son cuentos, es la realidad. Recordemos cómo durante la campaña presidencial, aquella que enfrentó en segunda vuelta a Petro con Rodolfo Hernández -triste recuerdo de una democracia mediocre-, varios miembros del Pacto Histórico visitaron cárceles en diferentes lugares del país, para ofrecer beneficios a presos a cambio de su presión para que se votara por el hoy presidente, en sus zonas de influencia.

Inclusive, hace poco, Verónica Alcocer, de quien no sabemos si sigue siendo la primera dama, estaba en las mismas: visitando cárceles de máxima seguridad, quién sabe con qué intereses. ¿Serían conversaciones de rendición de cuentas?

Lo que sí nos sorprendió, no lo vimos venir, fue que, por primera vez en nuestra historia, el gobierno de los Estados Unidos aclaró que la descertificación no se dio contra Colombia, sino contra su presidente. El comunicado del Departamento de Estado dejó en claro que se descertificó a Petro y a sus políticas fallidas contra el narcotráfico. Contundente, determinante y hasta lógico. Estados Unidos reconoció a los colombianos como víctimas de un gobierno absurdo, que ha intentado, aplicando la retórica de izquierda, darla la vuelta a los valores sociales de siempre. El gobierno Petro trata de mostrar que lo bueno ahora es malo y viceversa. El pueblo, en su sabiduría, no come cuento y, por eso mismo, Trump no lo responsabiliza y, por ende, no lo descertifica. Lo hace con el verdadero responsable: Gustavo Petro.

Cada día que pasa es uno menos de tortura. Ya se dio el último discurso de Petro ante la Organización de Naciones Unidas -ONU-, ya vamos superando esta etapa oscura que no puede repetirse. ¡Jamás! 

Menos mal no tendremos que seguir padeciendo el ridículo que generan sus alocuciones. Petro defendió a los narcoterroristas que transportan la droga ante el mundo, abogó por ellos y exigió justicia para “sus amigos”. De no creer, hemos caído muy bajo, todo esto es vergonzoso. Por el contrario, consideramos que los Estados Unidos debe seguir apretándole las tuercas a los gobiernos mafiosos de Latinoamérica, debe seguir estrangulando al régimen venezolano y antes de lo que pensamos, esta región podrá retomar el rumbo. Debemos recuperar la decencia. Por lo menos en Colombia y Venezuela, iniciamos el desmonte de los narcoestados en los que nos hemos convertido.

Mientras tanto, también es vergonzoso el caso de la recién designada viceministra de la Juventud, Juliana Guerrero. Ahora parece ser que el ICFES no pudo certificar que la señora Guerrero presentó las pruebas Saber Pro, razón por la que su título no es válido. El secretario general de la Fundación San José, alma máter de Guerrero, debió ser desvinculado por estas irregularidades. 

El gobierno, y sus funcionarios corruptos no tienen escrúpulos. Hacen juntos lo que deba hacerse, para pasar por encima de las normas que nos cobijan a todos, con tal de salirse con la suya. Pues no señores, así no es. En este caso las cosas se les salieron de las manos y han quedado en ridículo. Las irregularidades han sido descaradas, la misma universidad reconoció que, en su sistema interno, el estatus para ser objeto de grado por cumplimiento de los requisitos fue alterado manualmente para cambiarlo de “no aprobado” a “aprobado”. Aquí hubo de todo, sin tapujos, lo mismo a lo que nos tiene acostumbrados este gobierno. Es verdaderamente penoso, insoportable. Está claro que rodarán más cabezas en la universidad y que, por ahora, sin título universitario vigente, Guerrero no puede posesionarse. De la que nos salvamos.

Por: Jorge Eduardo Ávila.

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