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Columnista - 7 octubre, 2021

Crecimiento y desigualdad

Las teorías neoliberales, un credo religioso desde César Gaviria, han vendido una idea falsa, en el sentido de que el solo crecimiento ayuda a cerrar la brecha entre pobres y ricos. Esta religión fue impulsada en los EE.UU por Ronald Reagan y transmitida a todo el mundo capitalista. El gancho era que así se ayudaba […]

Las teorías neoliberales, un credo religioso desde César Gaviria, han vendido una idea falsa, en el sentido de que el solo crecimiento ayuda a cerrar la brecha entre pobres y ricos. Esta religión fue impulsada en los EE.UU por Ronald Reagan y transmitida a todo el mundo capitalista. El gancho era que así se ayudaba al segmento más pobre de la sociedad a crecer más rápido y a mitigar la desigualdad.

Decían que había que esperar que el producto per cápita creciera  en los países desarrollados para que disminuyera, por arte de magia, la desigualdad; esperen un momento que después que hayamos crecido lo suficiente, empezaremos a compartir y a generar inversiones. Carreta, nunca compartieron. Esta estrategia engañosa es conocida como trickle down (el caramelo derramado) o teoría del goteo. Por fortuna, el Banco Mundial y algunos investigadores como Thomas Piketty han demostrado que esto es una falacia porque el solo crecimiento económico no saca de la pobreza sino que, más bien, la incrementa y genera menor movilidad social.

Un efecto directo de esta teoría es la excesiva concentración de la riqueza. Este sí es un verdadero populismo. Según un informe del Credit Suisse, para el 2020, el 1.1 % de la población concentró el 45.8 % de la riqueza total y el 55 % de la población mundial solo tenía el 1.3 % de esa riqueza. La pandemia dejó al descubierto la desigualdad económica del mundo. Para el Centro de Derechos Económicos y Sociales de la Universidad del Rosario, la concentración de la riqueza y el poder económico y político son un obstáculo para el desarrollo sostenible, posible si se comparte la riqueza vía redistribución, combatiendo la desigualdad.

Y, ¿cómo ha sido posible esta concentración? Una de las fórmulas es creando incentivos a los empresarios rebajando impuestos, eliminando conquistas laborales, dando subsidios al sector financiero, permitiendo la evasión y elusión tributaria y otras gabelas más. Una investigación reciente publicada en El Espectador (Papeles de Pandora) da cuanta de 588 colombianos con dineros en paraísos fiscales, entre ellos presidentes y expresidentes de la república, ministros y exministros, y el director de la DIAN. ¡Inaudito! $375 billones escondidos, un tercio del PIB actual.

Así se acumulan esas grandes riquezas, no con la eficacia empresarial sino con la ayuda del Estado al que tanto menosprecian por “incapaz” y contrario a las leyes del mercado. Para el Observatorio de Sistemas Internacionales de la U. Externado, la concentración de la riqueza se debe al reacomodo del sistema tributario que privilegia a los más ricos. El actual gobierno, al comienzo de la pandemia, se tomó todos los recursos del Fondo de Pensiones Territoriales, Fonpet, una suma aproximada de $80 billones y entregada al sistema financiero para que la administrara. ¡Ayudita! Claro, no se pretende que las utilidades, fruto de su propia productividad, sean repartidas, ni siquiera la plusvalía; lo que sí es viable es que las gabelas del Estado, que son ganancias ocasionales, sí se compartan con los trabajadores. Por ejemplo, si se decreta rebajar el IVA del 19 al 10 %, ese 9 % diferencial, que es una ganancia ocasional, sí se debería compartir. Eso es lo que ha planteado Petro pero de esto han hecho un escándalo distractor.

Columnista
7 octubre, 2021

Crecimiento y desigualdad

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Las teorías neoliberales, un credo religioso desde César Gaviria, han vendido una idea falsa, en el sentido de que el solo crecimiento ayuda a cerrar la brecha entre pobres y ricos. Esta religión fue impulsada en los EE.UU por Ronald Reagan y transmitida a todo el mundo capitalista. El gancho era que así se ayudaba […]


Las teorías neoliberales, un credo religioso desde César Gaviria, han vendido una idea falsa, en el sentido de que el solo crecimiento ayuda a cerrar la brecha entre pobres y ricos. Esta religión fue impulsada en los EE.UU por Ronald Reagan y transmitida a todo el mundo capitalista. El gancho era que así se ayudaba al segmento más pobre de la sociedad a crecer más rápido y a mitigar la desigualdad.

Decían que había que esperar que el producto per cápita creciera  en los países desarrollados para que disminuyera, por arte de magia, la desigualdad; esperen un momento que después que hayamos crecido lo suficiente, empezaremos a compartir y a generar inversiones. Carreta, nunca compartieron. Esta estrategia engañosa es conocida como trickle down (el caramelo derramado) o teoría del goteo. Por fortuna, el Banco Mundial y algunos investigadores como Thomas Piketty han demostrado que esto es una falacia porque el solo crecimiento económico no saca de la pobreza sino que, más bien, la incrementa y genera menor movilidad social.

Un efecto directo de esta teoría es la excesiva concentración de la riqueza. Este sí es un verdadero populismo. Según un informe del Credit Suisse, para el 2020, el 1.1 % de la población concentró el 45.8 % de la riqueza total y el 55 % de la población mundial solo tenía el 1.3 % de esa riqueza. La pandemia dejó al descubierto la desigualdad económica del mundo. Para el Centro de Derechos Económicos y Sociales de la Universidad del Rosario, la concentración de la riqueza y el poder económico y político son un obstáculo para el desarrollo sostenible, posible si se comparte la riqueza vía redistribución, combatiendo la desigualdad.

Y, ¿cómo ha sido posible esta concentración? Una de las fórmulas es creando incentivos a los empresarios rebajando impuestos, eliminando conquistas laborales, dando subsidios al sector financiero, permitiendo la evasión y elusión tributaria y otras gabelas más. Una investigación reciente publicada en El Espectador (Papeles de Pandora) da cuanta de 588 colombianos con dineros en paraísos fiscales, entre ellos presidentes y expresidentes de la república, ministros y exministros, y el director de la DIAN. ¡Inaudito! $375 billones escondidos, un tercio del PIB actual.

Así se acumulan esas grandes riquezas, no con la eficacia empresarial sino con la ayuda del Estado al que tanto menosprecian por “incapaz” y contrario a las leyes del mercado. Para el Observatorio de Sistemas Internacionales de la U. Externado, la concentración de la riqueza se debe al reacomodo del sistema tributario que privilegia a los más ricos. El actual gobierno, al comienzo de la pandemia, se tomó todos los recursos del Fondo de Pensiones Territoriales, Fonpet, una suma aproximada de $80 billones y entregada al sistema financiero para que la administrara. ¡Ayudita! Claro, no se pretende que las utilidades, fruto de su propia productividad, sean repartidas, ni siquiera la plusvalía; lo que sí es viable es que las gabelas del Estado, que son ganancias ocasionales, sí se compartan con los trabajadores. Por ejemplo, si se decreta rebajar el IVA del 19 al 10 %, ese 9 % diferencial, que es una ganancia ocasional, sí se debería compartir. Eso es lo que ha planteado Petro pero de esto han hecho un escándalo distractor.