Se dieron cuenta que había muchísima plata mal puesta por ahí, sin nadie que la cuidara y en algunos casos el cuidandero ha estado presto también a recibir su “marmaja”.
Uno de los problemas más graves que tiene nuestra patria es sin duda la corrupción, llevada a su máxima potencia, por ahí por ese barril sin fondo se escapan decenas de billones de nuestra nación, que podrían amainar buena parte de la pobreza extrema, del hambre y la desnutrición infantil. Los cabecillas de la corrupción en Colombia son un puñado de familias que descubrieron que la empresa más rentable y el camino más rápido para enriquecerse no son los emprendimientos, ni las exportaciones, ni mucho menos la industria o el agro.
Se dieron cuenta que había muchísima plata mal puesta por ahí, sin nadie que la cuidara y en algunos casos el cuidandero ha estado presto también a recibir su “marmaja”.
En el acto de posesión del nuevo presidente de los colombianos se anunció, como era lógico, cero tolerancias con la corrupción, no se podría entender un gobierno de Gustavo Petro, sin este enfoque, cuando su vida política y democrática ha estado siempre dirigida a las denuncias y al ataque frontal a quienes históricamente han desfalcado al erario.
Algunas familias de comerciantes y empresarios de Colombia encontraron en el dinero del Estado la mejor manera de llenar sus arcas, decidieron poner a sus familiares de alcaldes o gobernadores, a otros de contralores locales o procuradores regionales y departamentales, reparten el botín con fiscales y jueces para asegurarse impunidad, en fin es todo un entramado y unos carteles de la corrupción que solo una voluntad férrea de un poder presidencial puede atacar eficazmente.
El sistema electoral colombiano de voto preferente o listas abiertas ha ayudado a que el que más dinero tenga, precisamente proveniente de prácticas no sanctas, sea el que más votos compre.
En el discurso de posesión el nuevo presidente anunció las listas cerradas y cremalleras ojalá esta sea la primera piedra. Ahora no es que las otras dos ramas del poder público y los órganos de control se conviertan en obstáculos insalvables para que se inicie esta tarea de erradicación de uno de los peores males que nos aquejan.
A nosotros, que hemos convivido con la desigualdad más avasalladora de Latinoamérica, nos llegó el momento de por lo menos intentar cambiar algunas costumbres nefastas. Petro ha luchado toda una vida para llegar a liderar esos cambios, yo no creo que ni Roy ni Benedetti se lo vayan a impedir, ellos saben en que se metieron, ellos conocen “el almendrón” como dice mi mamá.
Si recuperamos por lo menos un diez por ciento de lo que se han robado en este País en los últimos 20 años la corrupción y los clanes politiqueros, nos ahorraríamos mínimo cuatro reformas tributarias. Para las próximas elecciones territoriales ya los clanes están organizándose, renovándose y reinventándose, van a camuflarse hasta en el mismo pacto histórico si se lo permiten.
Es Petro y difícilmente alguien más, el que puede ponerle el cascabel al gato, las ratas ya se están disfrazando, en el pacto histórico hay una amalgama extraña: Petristas con dignidad y valores, lagartos de todos los pelambres, polítiqueros con remordimiento de conciencia, caballos de troya, mejor dicho, es un “detodito” y eso no se sabe si hace daño.
COLOFÓN: Se fue una gran matrona del vallenato: Ana Antonia Ospino Campo, más conocida como “La vieja nuñe” la madre de la dinastía Romero, nuestra música y Villanueva La Guajira están de luto. Paz en su tumba.
Se dieron cuenta que había muchísima plata mal puesta por ahí, sin nadie que la cuidara y en algunos casos el cuidandero ha estado presto también a recibir su “marmaja”.
Uno de los problemas más graves que tiene nuestra patria es sin duda la corrupción, llevada a su máxima potencia, por ahí por ese barril sin fondo se escapan decenas de billones de nuestra nación, que podrían amainar buena parte de la pobreza extrema, del hambre y la desnutrición infantil. Los cabecillas de la corrupción en Colombia son un puñado de familias que descubrieron que la empresa más rentable y el camino más rápido para enriquecerse no son los emprendimientos, ni las exportaciones, ni mucho menos la industria o el agro.
Se dieron cuenta que había muchísima plata mal puesta por ahí, sin nadie que la cuidara y en algunos casos el cuidandero ha estado presto también a recibir su “marmaja”.
En el acto de posesión del nuevo presidente de los colombianos se anunció, como era lógico, cero tolerancias con la corrupción, no se podría entender un gobierno de Gustavo Petro, sin este enfoque, cuando su vida política y democrática ha estado siempre dirigida a las denuncias y al ataque frontal a quienes históricamente han desfalcado al erario.
Algunas familias de comerciantes y empresarios de Colombia encontraron en el dinero del Estado la mejor manera de llenar sus arcas, decidieron poner a sus familiares de alcaldes o gobernadores, a otros de contralores locales o procuradores regionales y departamentales, reparten el botín con fiscales y jueces para asegurarse impunidad, en fin es todo un entramado y unos carteles de la corrupción que solo una voluntad férrea de un poder presidencial puede atacar eficazmente.
El sistema electoral colombiano de voto preferente o listas abiertas ha ayudado a que el que más dinero tenga, precisamente proveniente de prácticas no sanctas, sea el que más votos compre.
En el discurso de posesión el nuevo presidente anunció las listas cerradas y cremalleras ojalá esta sea la primera piedra. Ahora no es que las otras dos ramas del poder público y los órganos de control se conviertan en obstáculos insalvables para que se inicie esta tarea de erradicación de uno de los peores males que nos aquejan.
A nosotros, que hemos convivido con la desigualdad más avasalladora de Latinoamérica, nos llegó el momento de por lo menos intentar cambiar algunas costumbres nefastas. Petro ha luchado toda una vida para llegar a liderar esos cambios, yo no creo que ni Roy ni Benedetti se lo vayan a impedir, ellos saben en que se metieron, ellos conocen “el almendrón” como dice mi mamá.
Si recuperamos por lo menos un diez por ciento de lo que se han robado en este País en los últimos 20 años la corrupción y los clanes politiqueros, nos ahorraríamos mínimo cuatro reformas tributarias. Para las próximas elecciones territoriales ya los clanes están organizándose, renovándose y reinventándose, van a camuflarse hasta en el mismo pacto histórico si se lo permiten.
Es Petro y difícilmente alguien más, el que puede ponerle el cascabel al gato, las ratas ya se están disfrazando, en el pacto histórico hay una amalgama extraña: Petristas con dignidad y valores, lagartos de todos los pelambres, polítiqueros con remordimiento de conciencia, caballos de troya, mejor dicho, es un “detodito” y eso no se sabe si hace daño.
COLOFÓN: Se fue una gran matrona del vallenato: Ana Antonia Ospino Campo, más conocida como “La vieja nuñe” la madre de la dinastía Romero, nuestra música y Villanueva La Guajira están de luto. Paz en su tumba.