“Adán, ¡no! ¡para! ¡cálmate! ¡no hagas nada! ¡no le vas a pegar que es Carlos Huertas!”, le dijo ‘Colacho’ Mendoza
Como caleño siempre me ha llamado la atención la poca relación que existe entre el Valle del Cauca y el Cesar y La Guajira. No solo en gastronomía, lenguaje y pensamiento, sino entre sus géneros musicales que como conjuntos disyuntos cantan a diversos temas, pero que casi nunca se tocan entre sí.
La salsa habla de todo menos del vallenato y el vallenato solo menciona a Cali -que yo sepa- en tres canciones: ‘Las miradas de Magaly’, de Andrés Landero, el merengue ‘La Gira’, de Juan Manuel Muegues y el paseo ‘Maria Tere’, de Rafael Escalona.
UN SECRETO BIEN GUARDADO
Pero la sultana del Valle tiene un secreto guardado, una conexión casi imposible que pocos conocen y que descubrí gracias a intensos interrogatorios con Iván Gil y el ‘Turco’ Pavajeau durante apacibles tardes vallenatas, donde las mecedoras al pie de la plaza dan cuerda a los recuerdos de los parranderos. Al ‘Turco’ no le gusta que yo repita la historia, pues lleva años diciéndome que va a escribir un libro y que esta es la joya de la corona. Así que cuando salga el libro del ‘Turco’ mucho les agradezco lo compren y me saquen del problema en el que me voy a meter solito.
Resulta que a Escalona lo invitaron a Cali a mediados de junio de 1964. El prestigioso Club San Fernando, sede social de las familias prestantes de la ciudad, organizaba un Festival Latinoamericano de la Canción y había invitado a participar a varios artistas de renombre entre los que se contaban Atahualpa Yupanqui y ‘Colacho’ Mendoza. Adicionalmente el emblemático Club tenía en su nómina a nadie más y nadie menos que a ‘Lucho’ Bermúdez, quien oficiaba como músico de planta en la capital vallecaucana: “San, San, San Fernando, es el club más popular, de esta tierra soberana…”
El día de la elaboración del certamen ‘Colacho’ se presentó con Adán Montero, Simón Herrera y Hugues Martínez en la guitarra. En pleno Club San Fernando y frente a espectadores como Fanny Mickey y Alfonso Bonilla Aragón se coronaron reyes del evento.
EL ACCIDENTE DEL TAXI
Ya con la euforia de la celebración un Escalona con tragos cogió el micrófono e improvisó unos versos recitados que se robarían los aplausos de los asistentes: “Colombia tiene dos valles/ de belleza sin igual/ El uno Valle del Cauca / y el otro Valledupar”.
La emoción se apoderó de los contertulios y ya en la madrugada, con ganas de seguir la juerga, salieron del Club rumbo al hotel en una camioneta de la gobernación. Pero las ganas de seguir la parranda se terminaron cuando un taxi con un músico y borrachos se voló un ‘pare’ estrellándose contra la camioneta donde iban los reyes del San Fernando.
APARECIÓ CARLOS HUERTAS
Adán Montero -el más alzado del conjunto- se bajó a enfrentar al conductor del taxi mientras el maestro Escalona y el maestro ‘Colacho’ contemplaban con suspenso el inicio de una pelea. De la parte de atrás del taxi se bajó otro señor, con un sombrerito y una guitarra en la mano dispuesto a defender a su amigo taxista de las amenazas de Adán Montero.
Cuando ya se iba a formar la pelea ‘Colacho’ reconoció al hombrecito de la guitarra y les gritó desde atrás: “Adán, ¡no! ¡para! ¡cálmate! ¡no hagas nada! ¡no le vas a pegar que es Carlos Huertas!”.
¿Carlos Huertas? ¿en Cali? ¿en 1964? No puede ser. Lo que había comenzado como un altercado se transformó en sorpresa y abrazos entre amigos. Los ánimos se calmaron rápidamente y los borrachos del taxi vieron con estupor cómo Huertas cambiaba de carro para seguir su camino junto con Escalona y ‘Colacho’ rumbo al hotel. La parranda seguía.
¿UN GUAJIRO EN CALI?
Ya luego de la confusión ‘Colacho’ y Escalona le preguntaron al maestro Carlos Huertas qué hacía por allá tan lejos de su tierra, a lo que respondió: “Mi hermano Amilkar es agrónomo y vive en Palmira, trabaja haciendo pozos de agua y yo me vine a vivir con él. Me rebusco por las noches con la música, tocó bambucos, boleros y guabinas en La Loma de la Cruz. Soy nochero, serenatero”.
A ‘Colacho’ y a Escalona les pareció medio absurda la situación y lo convencieron de regresar a Valledupar. Le aseguraron que así tendría mejor proyección como músico y le hablaron de las bondades de estar cerca de su tierra. El maestro les hizo caso y decidió mudarse.
El cambio de domicilio le serviría para acompañar a ‘Colacho’ en múltiples grabaciones, la más famosa de todas fue la de la ‘Gota Fría’, donde ‘Poncho’ Zuleta hacía los coros y él tocaba la guitarra.
Ya en Valledupar se empezó a dar a conocer y como era nómada comenzó a viajar entre las principales ciudades de la Costa Caribe.
LO INSPIRÓ UN CACHACO
En una temporada para una Fiesta del Mar llegó a Santa Marta y en el rebusque en El Camellón se tropezó con un cachaco que lo invitó a la mesa. Al notar que era cachaco Huertas comenzó a tocarle los aires del interior, a lo que el señor le dijo que quería oír vallenatos. Huertas lo complació con un par de canciones y luego retomó con boleros.
El cachaco extrañado de que supiera tanta música le preguntó que de dónde era y le enfatizó que nunca lo había visto por Santa Marta y que con ese repertorio no parecía ser del Valle, del Magdalena y ni de Bolívar.
Fue así como el maestro se inspiró y compuso como respuesta al cachaco su ya legendario ‘Cantor de Fonseca’. Nunca se supo cómo se llamaba el hombre que lo incentivó a componerla, pero una cosa sí está muy clara es que los cachacos tenemos algo que ver con esa composición y que Cali es la protagonista de la historia, pues fuimos los caleños quienes pusimos al irresponsable taxista, que volándose un ‘pare’ en la calle quinta, mandó al maestro Carlos Huertas de regreso a su tierra. Si no es por el taxista irresponsable tal vez no existiría ‘El Cantor de Fonseca’.
POR ‘BARRIGA DE SAPO’/ESPECIAL PARA EL PILON
“Adán, ¡no! ¡para! ¡cálmate! ¡no hagas nada! ¡no le vas a pegar que es Carlos Huertas!”, le dijo ‘Colacho’ Mendoza
Como caleño siempre me ha llamado la atención la poca relación que existe entre el Valle del Cauca y el Cesar y La Guajira. No solo en gastronomía, lenguaje y pensamiento, sino entre sus géneros musicales que como conjuntos disyuntos cantan a diversos temas, pero que casi nunca se tocan entre sí.
La salsa habla de todo menos del vallenato y el vallenato solo menciona a Cali -que yo sepa- en tres canciones: ‘Las miradas de Magaly’, de Andrés Landero, el merengue ‘La Gira’, de Juan Manuel Muegues y el paseo ‘Maria Tere’, de Rafael Escalona.
UN SECRETO BIEN GUARDADO
Pero la sultana del Valle tiene un secreto guardado, una conexión casi imposible que pocos conocen y que descubrí gracias a intensos interrogatorios con Iván Gil y el ‘Turco’ Pavajeau durante apacibles tardes vallenatas, donde las mecedoras al pie de la plaza dan cuerda a los recuerdos de los parranderos. Al ‘Turco’ no le gusta que yo repita la historia, pues lleva años diciéndome que va a escribir un libro y que esta es la joya de la corona. Así que cuando salga el libro del ‘Turco’ mucho les agradezco lo compren y me saquen del problema en el que me voy a meter solito.
Resulta que a Escalona lo invitaron a Cali a mediados de junio de 1964. El prestigioso Club San Fernando, sede social de las familias prestantes de la ciudad, organizaba un Festival Latinoamericano de la Canción y había invitado a participar a varios artistas de renombre entre los que se contaban Atahualpa Yupanqui y ‘Colacho’ Mendoza. Adicionalmente el emblemático Club tenía en su nómina a nadie más y nadie menos que a ‘Lucho’ Bermúdez, quien oficiaba como músico de planta en la capital vallecaucana: “San, San, San Fernando, es el club más popular, de esta tierra soberana…”
El día de la elaboración del certamen ‘Colacho’ se presentó con Adán Montero, Simón Herrera y Hugues Martínez en la guitarra. En pleno Club San Fernando y frente a espectadores como Fanny Mickey y Alfonso Bonilla Aragón se coronaron reyes del evento.
EL ACCIDENTE DEL TAXI
Ya con la euforia de la celebración un Escalona con tragos cogió el micrófono e improvisó unos versos recitados que se robarían los aplausos de los asistentes: “Colombia tiene dos valles/ de belleza sin igual/ El uno Valle del Cauca / y el otro Valledupar”.
La emoción se apoderó de los contertulios y ya en la madrugada, con ganas de seguir la juerga, salieron del Club rumbo al hotel en una camioneta de la gobernación. Pero las ganas de seguir la parranda se terminaron cuando un taxi con un músico y borrachos se voló un ‘pare’ estrellándose contra la camioneta donde iban los reyes del San Fernando.
APARECIÓ CARLOS HUERTAS
Adán Montero -el más alzado del conjunto- se bajó a enfrentar al conductor del taxi mientras el maestro Escalona y el maestro ‘Colacho’ contemplaban con suspenso el inicio de una pelea. De la parte de atrás del taxi se bajó otro señor, con un sombrerito y una guitarra en la mano dispuesto a defender a su amigo taxista de las amenazas de Adán Montero.
Cuando ya se iba a formar la pelea ‘Colacho’ reconoció al hombrecito de la guitarra y les gritó desde atrás: “Adán, ¡no! ¡para! ¡cálmate! ¡no hagas nada! ¡no le vas a pegar que es Carlos Huertas!”.
¿Carlos Huertas? ¿en Cali? ¿en 1964? No puede ser. Lo que había comenzado como un altercado se transformó en sorpresa y abrazos entre amigos. Los ánimos se calmaron rápidamente y los borrachos del taxi vieron con estupor cómo Huertas cambiaba de carro para seguir su camino junto con Escalona y ‘Colacho’ rumbo al hotel. La parranda seguía.
¿UN GUAJIRO EN CALI?
Ya luego de la confusión ‘Colacho’ y Escalona le preguntaron al maestro Carlos Huertas qué hacía por allá tan lejos de su tierra, a lo que respondió: “Mi hermano Amilkar es agrónomo y vive en Palmira, trabaja haciendo pozos de agua y yo me vine a vivir con él. Me rebusco por las noches con la música, tocó bambucos, boleros y guabinas en La Loma de la Cruz. Soy nochero, serenatero”.
A ‘Colacho’ y a Escalona les pareció medio absurda la situación y lo convencieron de regresar a Valledupar. Le aseguraron que así tendría mejor proyección como músico y le hablaron de las bondades de estar cerca de su tierra. El maestro les hizo caso y decidió mudarse.
El cambio de domicilio le serviría para acompañar a ‘Colacho’ en múltiples grabaciones, la más famosa de todas fue la de la ‘Gota Fría’, donde ‘Poncho’ Zuleta hacía los coros y él tocaba la guitarra.
Ya en Valledupar se empezó a dar a conocer y como era nómada comenzó a viajar entre las principales ciudades de la Costa Caribe.
LO INSPIRÓ UN CACHACO
En una temporada para una Fiesta del Mar llegó a Santa Marta y en el rebusque en El Camellón se tropezó con un cachaco que lo invitó a la mesa. Al notar que era cachaco Huertas comenzó a tocarle los aires del interior, a lo que el señor le dijo que quería oír vallenatos. Huertas lo complació con un par de canciones y luego retomó con boleros.
El cachaco extrañado de que supiera tanta música le preguntó que de dónde era y le enfatizó que nunca lo había visto por Santa Marta y que con ese repertorio no parecía ser del Valle, del Magdalena y ni de Bolívar.
Fue así como el maestro se inspiró y compuso como respuesta al cachaco su ya legendario ‘Cantor de Fonseca’. Nunca se supo cómo se llamaba el hombre que lo incentivó a componerla, pero una cosa sí está muy clara es que los cachacos tenemos algo que ver con esa composición y que Cali es la protagonista de la historia, pues fuimos los caleños quienes pusimos al irresponsable taxista, que volándose un ‘pare’ en la calle quinta, mandó al maestro Carlos Huertas de regreso a su tierra. Si no es por el taxista irresponsable tal vez no existiría ‘El Cantor de Fonseca’.
POR ‘BARRIGA DE SAPO’/ESPECIAL PARA EL PILON