Dicen que en cada territorio hay una historia. Y este sí que tiene una muy grande, una que reposa en el silencio de su gente, sus calles, y la forma en cómo perciben el mundo.
Puerto Patiño, Cesar, existe. Es un corregimiento de Aguachica, la segunda ciudad del departamento, Aguachica y está ubicado en las orillas de la ciénaga Doña María. Allí nació el Festival Tradiciones Vivas, una iniciativa impulsada desde el amor por sus raíces, y el deseo inmenso de promover cultura en un territorio donde, hace muchos años, hubo dolor.
Agrupaciones folclóricas de diferentes partes del país.
“Nosotros no podemos olvidar lo que hace 30 años sucedió en nuestro pueblo, pero aprendimos que, para poder salir adelante, en medio de las estigmatizaciones que nos acompañaron durante años, debíamos aprender a mirar el presente como una forma de renacer y hacer las cosas diferentes. Yo ya no quería que a Puerto Patiño lo señalaran con miedo, y de ahí nació la iniciativa de promover un festival, que trajera cultura, que impulsara el turismo, que nos diera una cara diferente frente al resto del país”, dijo Fabián Uribe, director de la Fundación ‘Yo amo a Puerto Patiño’
El Festival ‘Tradiciones Vivas’, es la esperanza de un pueblo que busca reconciliarse con el pasado. Es una fe colectiva puesta en el folclor, en lo más valioso que tiene su gente: la tradición ribereña de una ciénaga que no solo les da de comer, sino que también es fuente de inspiración. A su alrededor se gestan bailes canta’os y encuentros donde la cultura es la verdadera protagonista.
Recorrido folclórico por las principales calles del corregimiento
“Si mi canto pudiera borrar la guerra que azotó a mi pueblo durante muchos años, yo lo haría- Dice Gustavo Niebles ,cantautor y referente cultural- pero no puedo hacerlo. Lo que sí puedo hacer compartir mi talento, mis canciones, mi canto, mi folclor, para preservar el el legado de mi pueblo.
La segunda edición del Festival de ‘Tradiciones Vivas’ se llevó a cabo el pasado 11 y 12 de octubre, y fue un espacio donde el pueblo entero se integró, al ritmo de un solo objetivo: seguir promoviendo la cultura como camino de reconciliación. Niños, jóvenes y adultos bailaron al ritmo de tambora, gaitas, clarinetes, guaches, que evocan la historia del caribe colombiano.
El Festival fue la oportunidad de generar el ecos sonoros que permitieron que muchas personas conocieran su territorio. Llegaron delegaciones de diferentes partes del país: San Alberto, San Martín, Morales (Sur de Bolivar), Morrinson, Caracolicito(Cesar) y Tasajera (Magdalena).
Una tarde llena del cultura y tradición
La tierra del olvido está más presente que nunca. Entrar en ella es perderse en un cuento macondiano, donde el tiempo se detiene y la vida se cuenta a través de la música. Su habitantes arraigan las tradiciones al ser, al espíritu, al alma.
Y es que hay tradiciones que no se logran explicar con las palabras exactas: Hay que vivirlas, porque en Puerto Patiño, Cesar, la danza, el baile, el canto, no son simples demostraciones culturales, son formas de existir, de sanar, y de recordar, que incluso en medio de ser ‘La tierra del olvido’ la vida sigue cantando, bailando y sonando fuerte.
Te invitamos a ser parte de esta historia viva.
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