Para los expertos son inaplazables la educación pertinente y de calidad, como la necesidad de impulsar la innovación, la ciencia y la tecnología incorporándolas a los sectores productivos, así como la diversificación de las exportaciones.
Con la pandemia de la covid-19 desafiando diversos parámetros económicos, un debate necesario que debe dar el departamento del Cesar, con la dirigencia política y económica como protagonistas, es el habitual rezago en materia de desarrollo departamental, principalmente, por estar basados en una economía de nivel elemental con escasos ejemplos de avances hacia la transformación productiva.
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“Una economía en nivel primario frena el desarrollo. Está demostrado que los países que más crecen, reducen pobreza, tienen mejores niveles de equidad, y por tanto, mejor ingreso per cápita, no son aquellos productores de materias primas, ni tampoco los abundantes en recursos naturales, sino los que tienen economías basadas en transformación productiva”, sostuvo el asesor de Planeación del Cesar, Luis Mendoza Sierra.
Las economías de enclave, para Mendoza Sierra, no son intensivas en generación de empleo y tampoco generan desarrollo. Lo que ocurre con la operación minera del Cesar es un claro ejemplo de ello. El carbón se extrae de las entrañas del suelo, pasa a gigantescas volquetas, luego a un ferrocarril y, finalmente, a buques para que viaje hacia el mundo a través del océano.
“Hace década y media, aproximadamente, el Cesar definió a través de un Plan de Competitividad que la transformación productiva sería, entre otros, objetivo estratégico. También que la educación pertinente y de calidad, como la necesidad de impulsar la innovación, la ciencia y la tecnología incorporándolas a los sectores productivos, así como la diversificación de las exportaciones, eran inaplazables. Pareciera, sin embargo, que nadie o pocos, especialmente quienes han tenido la responsabilidad de impulsar estos objetivos lo han entendido”, acotó el asesor de Planeación del departamento.
El proceso fue liderado por una Comisión de Competitividad activa que se empeñó en sentar las bases para el desarrollo del departamento. Eran tiempos en los que el sector público, la academia, el sector productivo y la sociedad conversaban y consensuaban.
Al respecto, el funcionario acotó que “la región no puede seguir aplazando esos propósitos mientras el desempleo, la pobreza y la desigualdad siguen golpeando amplios sectores de la población, más visibles ahora con una pandemia que ha desnudado el cuerpo famélico de un territorio obligado a salir adelante, de la mano de su dirigencia gubernamental, la academia y el sector privado, partiendo de la renovación de este modelo arcaico y marchar hacia el desarrollo”.
Como si la brújula estuviera invertida; como si el norte, de manera repentina se hubiera convertido en el sur, el Cesar se ‘engolosinó’ con la explotación carbonífera, que innegablemente ha dejado importantes recursos, no solo a través de regalías, sino de impuestos, junto a su impacto al comercio, el sector de servicios y, aunque menos, al empleo, por eso no es justo satanizarlo.
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Mendoza Sierra recalcó: “Los cesarenses nos detuvimos a mirar ese árbol minero, olvidándonos o solo mirando de reojo, el bosque exuberante representado en el sector agropecuario como en su potencial turístico el cual tenía al frente. Fue tan brusco el giro que el sector agropecuario descendió en el Producto Interno Bruto, PIB, de manera abrupta y se encaramó la minería sin que haya podido volver a bajarse por ese boom que, ahora, comienza a debilitarse dado el escenario poco ventajoso para los comodities en el mundo y, peor aún, porque se trata de un combustible fósil castigado por muchas regiones del mundo debido a su innegable huella de contaminación, como por la tendencia del uso de energías renovables como la solar y la eólicas, las que además de no contaminar son más competitivas y por tanto más baratas”.
Para el experto, el sector agropecuario debió seguir siendo el norte del Cesar, pero terminó convertido en, algo así como el sur, es decir, un rumbo contrario.
“Se percibe en el ambiente un necesario y estratégico despertar como opción ideal para el desarrollo. Lograrlo es un gran desafío por limitaciones como sistemas competitivos de riego, costos desgarradores de la energía, escaso uso y apropiación de tecnologías para transformación productiva, desertificación y hasta cierto grado irracional de explotación de ganadería extensiva”, anotó.
Al respecto, el integrante del Comité de Arroceros, seccional Cesar-La Guajira, Joaquín Tomas Ovalle, anotó que el decrecimiento del sector agropecuario en el PIB del departamento ha sido una constante por más de 30 años como producto de falta de políticas del Estado colombiano para el campo, situación que no solo se percibe en la región sino en el resto del país.
“Hemos dilapidado las regalías y no las hemos ‘sembrado’, así como aparece en los discursos de los candidatos a la Gobernación y alcaldías. Hoy cuando ya la minería está en decadencia, lo único que está llamado a salvar la economía es el sector agropecuario, obviamente hay que industrializar, pero primero hay que organizar y asociar a los productores de materia prima para ver la cadena de manera vertical para que el productor pueda participar en otros eslabones más y pueda vivir de este sector”, subrayó, teniendo presente que hay grandes monopolios que manejan las cadenas productivas de alimentos.
Para Ovalle es clave sentar al Gobierno nacional, la banca y a los productores para crear créditos a 30 años para infraestructura de riego, maquinarias e industrialización, y de esta manera fortalecer las cadenas productivas. “La Gobernación con las regalías puede ayudar e incentivar a través del Incentivo a la Capitalización Rural, ICR, del Cesar para que se logren estos objetivos”, precisó.
Entre tanto, el ingeniero agrónomo Dagoberto Poveda, integrante del Comité Intergremial, rememoró que antes era más importante el sector agropecuario, mientras que ahora el sector minero ocupa cerca del 38 % y el agropecuario se bajó a 9 % puesto que el primero mueve más recursos y en el segundo se bajaron las áreas de siembra, especialmente de arroz y maíz, mientras que el algodón desapareció.
“La minería empezó a tener recursos, por lo que se prevé que el sector agropecuario vuelva a su sitial. Faltan políticas de Estado de apoyo al campo, de crédito, investigación y de transferencia de tecnología, teniendo en cuenta que este renglón es el que produce la comida”, recalcó.
Esta temática es analizada por el economista y comunicador social, Carlos Alberto Maestre. Según explica el profesional, es evidente que el Cesar tiene una economía extractiva, el segundo renglón es la ganadería de carne y leche, en tercer orden está el tema agropecuario (con café, palma, arroz, maíz y cacao), le sigue el de comercio y servicios, y finalmente el de la construcción de viviendas.
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Asimismo, considera que el futuro está en la agroindustria, donde se transforma los productos del campo en alimentos procesados con valor agregado, colocando de ejemplo que valen más los cafés empacados y etiquetados que sacos de café verde. Por otro lado, arguye que hay que buscar sectores que generen empleo y fortalecer el turismo cuando pase la pandemia y exista fluidez tanto en el transporte aéreo como terrestre.
Destacó la importancia de “sembrar regalías” en la capacitación de la gente, en un buen sistema de salud y adecuados sistemas educativos, comprendiendo que no todo es carretera, que si bien se necesitan, también hay otras necesidades.
Las proyecciones del Banco Mundial no auguran buenos resultados:
-De 70 a 100 millones de habitantes en países en desarrollo caerán en extrema pobreza. El PIB en otros países decrecerá -2.5 %.
-La mayor caída será en Latinoamérica y el caribe con -7.2 %.
-El impacto económico será mayor en países en desarrollo que dependen del comercio global, del turismo, de los productos básicos o commodities y del financiamiento externo.
-Globalmente la economía caerá -5.2 % (el Fondo Monetario Internacional, FMI, dice -3 %).
-De otro lado, la Organización Mundial del Comercio, OMC, estima una caída del comercio mundial de bienes del 32 % para 2020.
POR: ANNELISE BARRIGA RAMÍREZ/EL PILÓN [email protected]
Para los expertos son inaplazables la educación pertinente y de calidad, como la necesidad de impulsar la innovación, la ciencia y la tecnología incorporándolas a los sectores productivos, así como la diversificación de las exportaciones.
Con la pandemia de la covid-19 desafiando diversos parámetros económicos, un debate necesario que debe dar el departamento del Cesar, con la dirigencia política y económica como protagonistas, es el habitual rezago en materia de desarrollo departamental, principalmente, por estar basados en una economía de nivel elemental con escasos ejemplos de avances hacia la transformación productiva.
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“Una economía en nivel primario frena el desarrollo. Está demostrado que los países que más crecen, reducen pobreza, tienen mejores niveles de equidad, y por tanto, mejor ingreso per cápita, no son aquellos productores de materias primas, ni tampoco los abundantes en recursos naturales, sino los que tienen economías basadas en transformación productiva”, sostuvo el asesor de Planeación del Cesar, Luis Mendoza Sierra.
Las economías de enclave, para Mendoza Sierra, no son intensivas en generación de empleo y tampoco generan desarrollo. Lo que ocurre con la operación minera del Cesar es un claro ejemplo de ello. El carbón se extrae de las entrañas del suelo, pasa a gigantescas volquetas, luego a un ferrocarril y, finalmente, a buques para que viaje hacia el mundo a través del océano.
“Hace década y media, aproximadamente, el Cesar definió a través de un Plan de Competitividad que la transformación productiva sería, entre otros, objetivo estratégico. También que la educación pertinente y de calidad, como la necesidad de impulsar la innovación, la ciencia y la tecnología incorporándolas a los sectores productivos, así como la diversificación de las exportaciones, eran inaplazables. Pareciera, sin embargo, que nadie o pocos, especialmente quienes han tenido la responsabilidad de impulsar estos objetivos lo han entendido”, acotó el asesor de Planeación del departamento.
El proceso fue liderado por una Comisión de Competitividad activa que se empeñó en sentar las bases para el desarrollo del departamento. Eran tiempos en los que el sector público, la academia, el sector productivo y la sociedad conversaban y consensuaban.
Al respecto, el funcionario acotó que “la región no puede seguir aplazando esos propósitos mientras el desempleo, la pobreza y la desigualdad siguen golpeando amplios sectores de la población, más visibles ahora con una pandemia que ha desnudado el cuerpo famélico de un territorio obligado a salir adelante, de la mano de su dirigencia gubernamental, la academia y el sector privado, partiendo de la renovación de este modelo arcaico y marchar hacia el desarrollo”.
Como si la brújula estuviera invertida; como si el norte, de manera repentina se hubiera convertido en el sur, el Cesar se ‘engolosinó’ con la explotación carbonífera, que innegablemente ha dejado importantes recursos, no solo a través de regalías, sino de impuestos, junto a su impacto al comercio, el sector de servicios y, aunque menos, al empleo, por eso no es justo satanizarlo.
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Mendoza Sierra recalcó: “Los cesarenses nos detuvimos a mirar ese árbol minero, olvidándonos o solo mirando de reojo, el bosque exuberante representado en el sector agropecuario como en su potencial turístico el cual tenía al frente. Fue tan brusco el giro que el sector agropecuario descendió en el Producto Interno Bruto, PIB, de manera abrupta y se encaramó la minería sin que haya podido volver a bajarse por ese boom que, ahora, comienza a debilitarse dado el escenario poco ventajoso para los comodities en el mundo y, peor aún, porque se trata de un combustible fósil castigado por muchas regiones del mundo debido a su innegable huella de contaminación, como por la tendencia del uso de energías renovables como la solar y la eólicas, las que además de no contaminar son más competitivas y por tanto más baratas”.
Para el experto, el sector agropecuario debió seguir siendo el norte del Cesar, pero terminó convertido en, algo así como el sur, es decir, un rumbo contrario.
“Se percibe en el ambiente un necesario y estratégico despertar como opción ideal para el desarrollo. Lograrlo es un gran desafío por limitaciones como sistemas competitivos de riego, costos desgarradores de la energía, escaso uso y apropiación de tecnologías para transformación productiva, desertificación y hasta cierto grado irracional de explotación de ganadería extensiva”, anotó.
Al respecto, el integrante del Comité de Arroceros, seccional Cesar-La Guajira, Joaquín Tomas Ovalle, anotó que el decrecimiento del sector agropecuario en el PIB del departamento ha sido una constante por más de 30 años como producto de falta de políticas del Estado colombiano para el campo, situación que no solo se percibe en la región sino en el resto del país.
“Hemos dilapidado las regalías y no las hemos ‘sembrado’, así como aparece en los discursos de los candidatos a la Gobernación y alcaldías. Hoy cuando ya la minería está en decadencia, lo único que está llamado a salvar la economía es el sector agropecuario, obviamente hay que industrializar, pero primero hay que organizar y asociar a los productores de materia prima para ver la cadena de manera vertical para que el productor pueda participar en otros eslabones más y pueda vivir de este sector”, subrayó, teniendo presente que hay grandes monopolios que manejan las cadenas productivas de alimentos.
Para Ovalle es clave sentar al Gobierno nacional, la banca y a los productores para crear créditos a 30 años para infraestructura de riego, maquinarias e industrialización, y de esta manera fortalecer las cadenas productivas. “La Gobernación con las regalías puede ayudar e incentivar a través del Incentivo a la Capitalización Rural, ICR, del Cesar para que se logren estos objetivos”, precisó.
Entre tanto, el ingeniero agrónomo Dagoberto Poveda, integrante del Comité Intergremial, rememoró que antes era más importante el sector agropecuario, mientras que ahora el sector minero ocupa cerca del 38 % y el agropecuario se bajó a 9 % puesto que el primero mueve más recursos y en el segundo se bajaron las áreas de siembra, especialmente de arroz y maíz, mientras que el algodón desapareció.
“La minería empezó a tener recursos, por lo que se prevé que el sector agropecuario vuelva a su sitial. Faltan políticas de Estado de apoyo al campo, de crédito, investigación y de transferencia de tecnología, teniendo en cuenta que este renglón es el que produce la comida”, recalcó.
Esta temática es analizada por el economista y comunicador social, Carlos Alberto Maestre. Según explica el profesional, es evidente que el Cesar tiene una economía extractiva, el segundo renglón es la ganadería de carne y leche, en tercer orden está el tema agropecuario (con café, palma, arroz, maíz y cacao), le sigue el de comercio y servicios, y finalmente el de la construcción de viviendas.
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Asimismo, considera que el futuro está en la agroindustria, donde se transforma los productos del campo en alimentos procesados con valor agregado, colocando de ejemplo que valen más los cafés empacados y etiquetados que sacos de café verde. Por otro lado, arguye que hay que buscar sectores que generen empleo y fortalecer el turismo cuando pase la pandemia y exista fluidez tanto en el transporte aéreo como terrestre.
Destacó la importancia de “sembrar regalías” en la capacitación de la gente, en un buen sistema de salud y adecuados sistemas educativos, comprendiendo que no todo es carretera, que si bien se necesitan, también hay otras necesidades.
Las proyecciones del Banco Mundial no auguran buenos resultados:
-De 70 a 100 millones de habitantes en países en desarrollo caerán en extrema pobreza. El PIB en otros países decrecerá -2.5 %.
-La mayor caída será en Latinoamérica y el caribe con -7.2 %.
-El impacto económico será mayor en países en desarrollo que dependen del comercio global, del turismo, de los productos básicos o commodities y del financiamiento externo.
-Globalmente la economía caerá -5.2 % (el Fondo Monetario Internacional, FMI, dice -3 %).
-De otro lado, la Organización Mundial del Comercio, OMC, estima una caída del comercio mundial de bienes del 32 % para 2020.
POR: ANNELISE BARRIGA RAMÍREZ/EL PILÓN [email protected]