Oigo mucho hablar a funcionarios públicos del trabajo digno o indigno y del espacio público y eso me ha puesto a reflexionar y me confundo, pero de pronto se me abre la mollera y concluyo que todo trabajo es digno y cualquier actividad indigna es delictuosa y que realmente lo que hay es trabajo cómodo, […]
Oigo mucho hablar a funcionarios públicos del trabajo digno o indigno y del espacio público y eso me ha puesto a reflexionar y me confundo, pero de pronto se me abre la mollera y concluyo que todo trabajo es digno y cualquier actividad indigna es delictuosa y que realmente lo que hay es trabajo cómodo, especialmente de adinerados y trabajo con sacrificios característicos de los pobres. Trabajo digno el que se realiza desde una cómoda oficina y un buen sueldo e indigno el que se hace a sol y agua, a la intemperie con pírricos resultados económicos, trabajo digno el del taxista con aire acondicionado e indigno el del mototaxista con un sol que derrite los sesos, trabajo digno el de una elegante heladería donde un cono cuesta $5.000,oo pesos e indigno el vendedor de la calle que lo expende a $1.000 barras, trabajo digno el de la frutera de las cadenas comerciales e indigno el de la venta de las mismas en las esquinas, trabajo digno el de los grandes almacenes de repuestos e indigno el que los vende en cualquier esquina, trabajo digno el de los grandes almacenes de telas e indigno el que la reparte de puerta en puerta, trabajo digno el de los grandes y elegantes restaurantes expendedores de costosas y exquisitas comidas e indigno la que instala un perol grande de mondongo, sopa de costilla o caldo de gallina a precios a precio de gallina flaca. En fin, trabajo digno el de los ricos y potentados e indigno el de los pobres y miserables, pero la cosa no es por ahí, ambos son dignos pero diferentes y entonces ¿la riqueza es dignidad y la pobreza indignidad? Ni más faltaba, pero eso es lo que creen muchos equivocadamente.
También oigo decir a los adinerados o los que se le dan de tal que hay que recuperar el espacio público, que hay que desalojar a los comerciantes de trabajos indignos de las calles del Cesar y de los Turcos, porque no hablan de la Avenida de La Nevada, la avenida a Mareigua y El Páramo, porque por ahí poco van, sin pensar que va a hacer esa pobre gente si son botados de ahí; que hay que exterminar a los mototaxistas sin pensar también que ese es su trabajo, que hay que desaparecer de la faz de la tierra a los rebuscadores, sin pensar de donde entonces va a sacar esa gente platica para comer, vestirse y al menos dormir bajo un techo.
Para acabar con el trabajo indigno o informal como los dignos los llaman y recuperar el espacio público hay que crear trabajos y condiciones dignas y darles un espacio cómodo, pues aunque no lo crean de la venta de pastelitos, papas y patacones rellenos, arepas de queso o plátano amarillo con el mismo o yuca asada con suero, jugos naturales y variadas frutas viven cientos de familias que si los tiran a la calle lo más probable es que se dediquen a atracar o robar para darle de comer a sus hijos, pues todos sabemos que un muchacho llorando de hambre no entiende, no oye, ni ve otra alternativa sino que le den comida.
Entonces, cual es el camino a seguir, aquí en Valledupar en alguna administración se hizo algo y se construyó La Galería donde trabajan miles de personas dignamente y otros miles indignamente, lo que demuestra que hay que seguir ese ejemplo y seguir construyendo sitios de trabajo populares, porque elegantes y costosos ya tenemos suficientes y todavía se siguen haciendo más.
José Aponte Martínez
Oigo mucho hablar a funcionarios públicos del trabajo digno o indigno y del espacio público y eso me ha puesto a reflexionar y me confundo, pero de pronto se me abre la mollera y concluyo que todo trabajo es digno y cualquier actividad indigna es delictuosa y que realmente lo que hay es trabajo cómodo, […]
Oigo mucho hablar a funcionarios públicos del trabajo digno o indigno y del espacio público y eso me ha puesto a reflexionar y me confundo, pero de pronto se me abre la mollera y concluyo que todo trabajo es digno y cualquier actividad indigna es delictuosa y que realmente lo que hay es trabajo cómodo, especialmente de adinerados y trabajo con sacrificios característicos de los pobres. Trabajo digno el que se realiza desde una cómoda oficina y un buen sueldo e indigno el que se hace a sol y agua, a la intemperie con pírricos resultados económicos, trabajo digno el del taxista con aire acondicionado e indigno el del mototaxista con un sol que derrite los sesos, trabajo digno el de una elegante heladería donde un cono cuesta $5.000,oo pesos e indigno el vendedor de la calle que lo expende a $1.000 barras, trabajo digno el de la frutera de las cadenas comerciales e indigno el de la venta de las mismas en las esquinas, trabajo digno el de los grandes almacenes de repuestos e indigno el que los vende en cualquier esquina, trabajo digno el de los grandes almacenes de telas e indigno el que la reparte de puerta en puerta, trabajo digno el de los grandes y elegantes restaurantes expendedores de costosas y exquisitas comidas e indigno la que instala un perol grande de mondongo, sopa de costilla o caldo de gallina a precios a precio de gallina flaca. En fin, trabajo digno el de los ricos y potentados e indigno el de los pobres y miserables, pero la cosa no es por ahí, ambos son dignos pero diferentes y entonces ¿la riqueza es dignidad y la pobreza indignidad? Ni más faltaba, pero eso es lo que creen muchos equivocadamente.
También oigo decir a los adinerados o los que se le dan de tal que hay que recuperar el espacio público, que hay que desalojar a los comerciantes de trabajos indignos de las calles del Cesar y de los Turcos, porque no hablan de la Avenida de La Nevada, la avenida a Mareigua y El Páramo, porque por ahí poco van, sin pensar que va a hacer esa pobre gente si son botados de ahí; que hay que exterminar a los mototaxistas sin pensar también que ese es su trabajo, que hay que desaparecer de la faz de la tierra a los rebuscadores, sin pensar de donde entonces va a sacar esa gente platica para comer, vestirse y al menos dormir bajo un techo.
Para acabar con el trabajo indigno o informal como los dignos los llaman y recuperar el espacio público hay que crear trabajos y condiciones dignas y darles un espacio cómodo, pues aunque no lo crean de la venta de pastelitos, papas y patacones rellenos, arepas de queso o plátano amarillo con el mismo o yuca asada con suero, jugos naturales y variadas frutas viven cientos de familias que si los tiran a la calle lo más probable es que se dediquen a atracar o robar para darle de comer a sus hijos, pues todos sabemos que un muchacho llorando de hambre no entiende, no oye, ni ve otra alternativa sino que le den comida.
Entonces, cual es el camino a seguir, aquí en Valledupar en alguna administración se hizo algo y se construyó La Galería donde trabajan miles de personas dignamente y otros miles indignamente, lo que demuestra que hay que seguir ese ejemplo y seguir construyendo sitios de trabajo populares, porque elegantes y costosos ya tenemos suficientes y todavía se siguen haciendo más.
José Aponte Martínez