Por: Jaime Bonet Morón. Economista. Funcionario del Banco Mundial.* Uno de los mejores slogans que considero describía muy bien a Valledupar era el de “Sorpresa Caribe”. Han pasado unos cuantos años desde cuando se acuñó esa frase y volver al Valle me produce tristeza y frustración, porque la ciudad ya no es la “Sorpresa Caribe”. […]
Por: Jaime Bonet Morón.
Economista. Funcionario del Banco Mundial.*
Uno de los mejores slogans que considero describía muy bien a Valledupar era el de “Sorpresa Caribe”. Han pasado unos cuantos años desde cuando se acuñó esa frase y volver al Valle me produce tristeza y frustración, porque la ciudad ya no es la “Sorpresa Caribe”. Por el contrario, hoy es lo que tal vez muchas personas esperan que sea una urbe caribeña: desordenada, con problemas de movilidad, dificultades en la prestación de los servicios públicos, sucia y, para completar, con serios problemas de seguridad.
Recuerdo muy gratamente que en los ochentas y noventas, mientras estudiaba y trabajaba en Bogotá, invité a varios colegas y amigos a visitar al Valle y siempre quedaban sorprendidos de lo que encontraban. Una ciudad limpia, arborizada, con muchas vías en la cual era fácil desplazarse de un sitio a otro, con buen servicio de acueducto y alcantarillado, en fin con características muy difíciles de encontrar por esa época en las otras capitales de departamentos del Caribe. Aprendí a valorar lo que tenía el Valle, a raíz de muchos de los comentarios que hacían los invitados cuando llegaban a la ciudad. Eso me hacia sentir muy orgulloso de mi ciudad natal.
A pesar de que llevo muchos años sin vivir en El Valle, me sigo sintiendo vallenato. Me duele mucho volver a visitar a la familia y encontrarme con la realidad que tiene la ciudad ahora. Creo que la mayor frustración que me surge es generacional, porque era la generación de vallenatos a la que pertenezco a quien le correspondía mantener y mejorar el patrón de desarrollo urbano que las generaciones anteriores habían realizado para la ciudad. Podría argumentar a mi favor que no he vivido los últimos 20 años de mi vida en El Valle, pero igual no dejo de sentirme frustrado y culpable generacionalmente por lo que veo y percibo en la ciudad. Creo que a mi generación le quedó grande el trabajo de construir una ciudad.
Pero las ciudades están llenas de altos y bajos en su proceso de desarrollo (Bogotá y Barranquilla son buenos ejemplos de ello), así que quiero ser positivo y pensar que Valledupar puede volver a ser la “Sorpresa Caribe”. Pensaría que es fácil retomar el rumbo correcto, que volver a tomar una ruta de planificación urbana, como la que se tenía, no debe tomar mucho tiempo y que tener una empresa de servicios públicos que vuelva a ser ejemplo de prestación de servicios es posible.
Veo hoy día a una nueva generación de vallenatos en muchos de los cargos públicos y privados de la ciudad. Tal vez son jóvenes que crecieron en medio del deterioro de la ciudad y no pueden alcanzar a entender que cuando una persona añora al Valledupar de antes esté hablando de una urbe bien planificada, limpia, con buenos servicios públicos, segura y excelente movilidad. Probablemente, el referente de las nuevas generaciones se quede en las canciones vallenatas que hablan del viejo Valledupar, así que creo que una de las labores que tiene nuestra generación es refrescarle la memoria a las nuevas sobre lo que era la ciudady motivarlos a que emprendan la labor de llevarla nuevamente a ser la “Sorpresa Caribe”.
Estas opiniones no comprometen al Banco Mundial, institución para la cual trabaja su autor.
Por: Jaime Bonet Morón. Economista. Funcionario del Banco Mundial.* Uno de los mejores slogans que considero describía muy bien a Valledupar era el de “Sorpresa Caribe”. Han pasado unos cuantos años desde cuando se acuñó esa frase y volver al Valle me produce tristeza y frustración, porque la ciudad ya no es la “Sorpresa Caribe”. […]
Por: Jaime Bonet Morón.
Economista. Funcionario del Banco Mundial.*
Uno de los mejores slogans que considero describía muy bien a Valledupar era el de “Sorpresa Caribe”. Han pasado unos cuantos años desde cuando se acuñó esa frase y volver al Valle me produce tristeza y frustración, porque la ciudad ya no es la “Sorpresa Caribe”. Por el contrario, hoy es lo que tal vez muchas personas esperan que sea una urbe caribeña: desordenada, con problemas de movilidad, dificultades en la prestación de los servicios públicos, sucia y, para completar, con serios problemas de seguridad.
Recuerdo muy gratamente que en los ochentas y noventas, mientras estudiaba y trabajaba en Bogotá, invité a varios colegas y amigos a visitar al Valle y siempre quedaban sorprendidos de lo que encontraban. Una ciudad limpia, arborizada, con muchas vías en la cual era fácil desplazarse de un sitio a otro, con buen servicio de acueducto y alcantarillado, en fin con características muy difíciles de encontrar por esa época en las otras capitales de departamentos del Caribe. Aprendí a valorar lo que tenía el Valle, a raíz de muchos de los comentarios que hacían los invitados cuando llegaban a la ciudad. Eso me hacia sentir muy orgulloso de mi ciudad natal.
A pesar de que llevo muchos años sin vivir en El Valle, me sigo sintiendo vallenato. Me duele mucho volver a visitar a la familia y encontrarme con la realidad que tiene la ciudad ahora. Creo que la mayor frustración que me surge es generacional, porque era la generación de vallenatos a la que pertenezco a quien le correspondía mantener y mejorar el patrón de desarrollo urbano que las generaciones anteriores habían realizado para la ciudad. Podría argumentar a mi favor que no he vivido los últimos 20 años de mi vida en El Valle, pero igual no dejo de sentirme frustrado y culpable generacionalmente por lo que veo y percibo en la ciudad. Creo que a mi generación le quedó grande el trabajo de construir una ciudad.
Pero las ciudades están llenas de altos y bajos en su proceso de desarrollo (Bogotá y Barranquilla son buenos ejemplos de ello), así que quiero ser positivo y pensar que Valledupar puede volver a ser la “Sorpresa Caribe”. Pensaría que es fácil retomar el rumbo correcto, que volver a tomar una ruta de planificación urbana, como la que se tenía, no debe tomar mucho tiempo y que tener una empresa de servicios públicos que vuelva a ser ejemplo de prestación de servicios es posible.
Veo hoy día a una nueva generación de vallenatos en muchos de los cargos públicos y privados de la ciudad. Tal vez son jóvenes que crecieron en medio del deterioro de la ciudad y no pueden alcanzar a entender que cuando una persona añora al Valledupar de antes esté hablando de una urbe bien planificada, limpia, con buenos servicios públicos, segura y excelente movilidad. Probablemente, el referente de las nuevas generaciones se quede en las canciones vallenatas que hablan del viejo Valledupar, así que creo que una de las labores que tiene nuestra generación es refrescarle la memoria a las nuevas sobre lo que era la ciudady motivarlos a que emprendan la labor de llevarla nuevamente a ser la “Sorpresa Caribe”.
Estas opiniones no comprometen al Banco Mundial, institución para la cual trabaja su autor.