Gerencia de puertas abiertas, padres más dispuestos al diálogo, líderes que escuchan a su comunidad, docentes que indagan las causas de las problemáticas y empresas que verifican la satisfacción del cliente, son una muestra de cómo la comunicación ayuda a evitar la proliferación de desaciertos.
Cuando se habla del proceso de comunicación, se suele profundizar en aspectos con relación a ser receptivos, a expresarnos de forma clara, precisa y puntual, pero poco se habla sobre la importancia de aprender a reconocer errores, tocar temas incómodos, dialogar en circunstancias críticas y resolver situaciones que resultan molestas. Por lo general, nos gusta hablar de lo bueno, lo agradable, de los aciertos y durante las circunstancias favorables; pero durante el problema, muchos se esconden, y con el pasar del tiempo, la mayoría prefiere olvidar que recordar lo sucedido.
Admiro a las personas que tienen el valor de hablar sobre cualquier tema, que abren sus corazones con facilidad ante la alegría y frente al dolor, ya que son conscientes de que ambos nos forman, nos enseñan y nos permiten conocer de forma completa, nuestro ser. Esta cualidad, la debe tener cualquier persona que desee hacerse cargo de su propia vida: líderes, gerentes, jefes, padres de familia.
Existen empresas, con gerentes que frente a un problema, ejemplo un robo, un cliente insatisfecho, un documento mal elaborado o un re proceso, optan por callar, borrar evidencias, despedir personal sin una entrevista de retiro previa, clausurar el tema, pero con ello, repetir la situación, una y otra vez. En cambio, las empresas con líderes que meten el dedo en la herida, sacan la bala, cogen puntos y limpian la sangre, son aquellas que generan un ambiente de confianza, abierta al diálogo, que revisa con lupa sus procesos y capacita a partir de los casos de éxito y fracaso. Curiosamente, las empresas con temor a extraer balas y curar heridas, suele atraer cada vez más, personas que evitan confrontar, ya sea por inseguridad, o por bajas competencias éticas. Si una empresa no tiene establecido como parte del proceso de desvinculación, una entrevista de retiro, nunca podrá mejorar su proceso de selección, evitar la deserción y la rotación laboral; lo que se mantiene oculto, no se mejora: se incrementa.
Lo mismo suele ocurrir en los hogares; los padres ignoran que los hijos siguen sus pasos, y por ende, tienden a tropezar con las mismas piedras, y sólo contando las historias vergonzosas, esas que se suelen contar cuando el problema se ha replicado, o en un lecho de muerte, es que logramos cambiar el rumbo, mejorar nuestro camino, trazar un nuevo horizonte, mostrando con valentía y honestidad, las heridas y las cicatrices que nos hicieron madurar.
Algunos padres se esfuerzan por mantener un matrimonio, con el propósito de evitarle un dolor a los hijos, desconociendo que luego vendrá un dolor más grande, al no haberles enseñado a desarrollar la resiliencia, la fortaleza de enfrentar la vida y sobreponerse al fracaso. Contemos nuestra historia completa, lo que somos, no es fruto únicamente de las alegrías, somos el fruto de lo que guardamos, callamos, evitamos y negamos. Al hablarlo, tu cuerpo dejará de gritarlo, y tu vida, de repetir la historia una y otra vez.
Por: María Angélica Vega Aroca.
Psicóloga.












