Sí, qué estaca de fiesta la de los Cuello Gutiérrez descendientes del patriarca juntero don Esteban Cuello Maestre y la distinguida matrona de la misma localidad, Margarita Gutiérrez Daza, a finales del año pasado.
Sí, qué estaca de fiesta la de los Cuello Gutiérrez descendientes del patriarca juntero don Esteban Cuello Maestre y la distinguida matrona de la misma localidad, Margarita Gutiérrez Daza, a finales del año pasado en la bella y acogedora población de La Paz, en donde la empresaria pacífica Elsia Zuleta ha construido un bello, cómodo y moderno club, Los Robles, para realizar estas majestuosas fiestas, donde no falta nada y todo está a la mano.
Qué grato es tener el placer de dar y recibir tantos abrazos, reírnos a carcajadas y encontrarse con gente pletórica de alegría y radiante de felicidad, bailando unos y brincando otros, al son de la Banda de La Paz con su trillado repertorio del Toro Negro, María Varilla, Jagua de Ibirico, Lirio Rojo, Pepe, el que sabe apretar, y el himno ‘La Paz es mi pueblo’, complementado con los eternos Kankuis, interpretando a Campo Alegre, el Mosaico Sabanero, Dina Luz y cuanto vallenato se le pidiera, que no bajan una línea. En esta oportunidad tanto la banda como el conjunto fueron animados y ayudados por ese espectacular artista y cantante miembro de la familia, Carlos Mario Olivella Barros, mi sobrino, hijo de mi hermano, el inolvidable Jaime Olivella, y la querida Yulima Barros. Mil gracias a Carlos Mario por su gran y poderoso aporte a esta inolvidable fiesta.
Se vio de todo. Mercy, mi incomparable compañera, y mi querida cuñada Malvina, estaban para operarse de las rodillas, ya se operaron exitosamente, casi que estaban tullías, pero los males desaparecieron y no pelaron una con el argumento de que la música mezclada con champaña, whisky, aguardiente y cerveza es la mejor anestesia que hay. Daba gusto verlas echando pases como en sus mejores tiempos en el Club Nuevas Juventudes y las casetas Broadway y Aguardiente, cuando no en los Clubes Valledupar y El Campestre.
Al igual que sus hermanas Gladys e Hilba, quienes se constituyeron en la representación de la mayor delegación que vimos, como siempre los primeros en llegar y los últimos en salir, los primeros íntimos amigos de Tomás Parr y los últimos en emborracharse.
Son unos barriles sin fondo, tampoco pelan una pieza y no escatiman comidas, picadas y postres y nada más fue sonar Carmen de Bolívar cuando ya Rodrigo y Eyleen estaban raspando, seguidos por Carlos con la bella Beli, Álvaro con mi “Amor” Elaine, e Iván y Ana María y con la ausencia de Inés y Eduardo en un 2×3 prendieron el rumbón, asesorados por hijos y nietos que no faltaron.
Era un deleite ver esa locura encabezada por la jovencita Estela Lacouture Dangond, que como en sus días mozos, en compañía de Betty, su hermana, para quienes los juanetes no existían, se apoderaron del jolgorio; Claudia Cuello Lazcano, con sus hermanos Delio Esteban, Guille y Jaime, con sus respectivas señoras, se sobraron como buenos barranquilleros, para no hablar de Armando Eugenio y su compañera, que estaban de 15 e hicieron un bello show que nos deleitó regando pases a diestras y siniestras.
Mando Geño, o Mageñito, se enfrentó a un enjambre de jóvenes bailadoras, entre ellas Totti y Margarita, sus hermanas, su tía Sonia Campo que no sé de dónde sacó tanta vitalidad y a todas les dio sopa y seco, pues parecía hecho de caucho; lástima que José Jorge Dangond, a quien vimos muy contento ya no brinca y embelesa con su bailes, pues los dolores de cadera y rodilla lo tienen fregao, lo que no tienen Totti y Margarita quien todavía con Jorge Eliecer hacen gala de estar fuertes y con mucha resistencia.
Me satisfizo mucho la presencia de Ana Clara y Wilson; me alegré al ver a la bella Mona, la hija de Hermes y Sildana al igual que su hermana Sildana, de Lucy Sierra que se conserva bonita; La Ña, Doris Cuello, que fue sola porque ya Carlos tiró la toalla, a Carmen Herrera e hijos, a los hijos de Esteban y Sonia, a la familia Montero Sierra y otro poco de gente que me hicieron feliz y que desafortunadamente no hay espacio para relacionarlos, pero no puedo dejar por alto a los hijos del gran Manuel Germán Cuello Gutiérrez, con Alfredo, Rodolfo Campo, Jaime García y Ligia, Gloria, Leonor sin Jaime, porque este cree que está más viejo que todo el mundo y vive enjoscao, cuando lo que debe es de imitar a Martha Baute que irradia alegría y vitalidad, al igual que Aydee Manjarrez que lucía desbordante de felicidad y eso que faltó la bomba de Margarita.
Uyy, ese era mucho bololó grande, hasta un carrusel de peladas encabezadas por Carmen Herrera, Gladys, Ilba, Mercy, Malvina, Betty Lacouture, sus hijas y hermanas, Martha Baute, Sonia Campo y otras impulsadas por el combustible etílico se llevaron por delante a la otra pelá Lucy Cuello a quienes tiraron patas arriba produciéndole una fractura de cadera que afortunadamente fue atendida en forma inmediata y eficaz por los médicos Noé Martínez, Fernando Meza y Jaime Cuello, que dictaminaron el daño y ordenaron hospitalización, pero que la fiesta continuara, como pasó y como si nada hubiera pasado.
Ya Lucy se encuentra en casa y completamente recuperada.
Ojalá que esta gran fiesta se repita y la asistencia sea más numerosa con nietos y biznietos que reemplacen a los que probablemente nos hemos ido, como ya lo hicieron y extrañamos mucho: Libardo, Armando, Álvaro, Elba Cuello, Miro, Hermes y Bernardito; mi querida e inolvidable comadre María Cecilia, Patricia Cuello Lazcano, Vavo y Colacho Manjarrez, Rubén Cuello, Armando Maestre, El Negro Morón, Gonzalo Meza, Enrique Castro, El Mono Montero y Ricardo Ariza; Sildana Romero, ésta última por razones de salud no pudo acompañarnos, pero que de verdad fue una gran ausente por la alegría que imprimía y el cariño que nos ha expresado a todos.
La participación de la juventud fue extraordinaria; por el lado femenino orientada y dirigida por la gran Meche Aponte, que en unión de ‘Ochi’ y las hijas de Rubén Cuello, estuvieron pendiente de todo y todo les salió bien; y por el lado de los jóvenes, Jorge Daniel Quintero, Libardito y Carlos José ‘Ché’ Aponte, también se lucieron y la comida y las ricas viandas fueron suficientes para satisfacer a los tragones y bebedores insignes que allí se encontraban.
Para destacar y no pudo pasar desapercibido, la entrega por parte de Alfredo Cuello, a quien vi también bailar como tenía rato de no hacerlo, del libro ‘Don Manuel’, escrito por el empresario Ricardo Gutiérrez Gutiérrez, con un estilo ameno y agradable, con fluida pluma e impecable redacción, sobre el trasegar de la fructífera vida de quien sin duda es el más importante de los exponentes de la familia Cuello Gutiérrez, Manuel Germán Cuello Gutiérrez, que tan gratos, edificantes y ejemplares recuerdos nos dejó al lado de doña Rosita Dávila, la inolvidable ‘Chita’.
Felicitaciones a Oscar Cuello, al Monito Montero, a Claudia Cuello, Margarita Morón, Panela y Rodrigo Morón, quienes fueron los encargados de organizar y brindarnos este suculento banquete de alegría y felicidad que ojalá se repita todos los años.
Por : José Manuel Aponte Martínez.
Sí, qué estaca de fiesta la de los Cuello Gutiérrez descendientes del patriarca juntero don Esteban Cuello Maestre y la distinguida matrona de la misma localidad, Margarita Gutiérrez Daza, a finales del año pasado.
Sí, qué estaca de fiesta la de los Cuello Gutiérrez descendientes del patriarca juntero don Esteban Cuello Maestre y la distinguida matrona de la misma localidad, Margarita Gutiérrez Daza, a finales del año pasado en la bella y acogedora población de La Paz, en donde la empresaria pacífica Elsia Zuleta ha construido un bello, cómodo y moderno club, Los Robles, para realizar estas majestuosas fiestas, donde no falta nada y todo está a la mano.
Qué grato es tener el placer de dar y recibir tantos abrazos, reírnos a carcajadas y encontrarse con gente pletórica de alegría y radiante de felicidad, bailando unos y brincando otros, al son de la Banda de La Paz con su trillado repertorio del Toro Negro, María Varilla, Jagua de Ibirico, Lirio Rojo, Pepe, el que sabe apretar, y el himno ‘La Paz es mi pueblo’, complementado con los eternos Kankuis, interpretando a Campo Alegre, el Mosaico Sabanero, Dina Luz y cuanto vallenato se le pidiera, que no bajan una línea. En esta oportunidad tanto la banda como el conjunto fueron animados y ayudados por ese espectacular artista y cantante miembro de la familia, Carlos Mario Olivella Barros, mi sobrino, hijo de mi hermano, el inolvidable Jaime Olivella, y la querida Yulima Barros. Mil gracias a Carlos Mario por su gran y poderoso aporte a esta inolvidable fiesta.
Se vio de todo. Mercy, mi incomparable compañera, y mi querida cuñada Malvina, estaban para operarse de las rodillas, ya se operaron exitosamente, casi que estaban tullías, pero los males desaparecieron y no pelaron una con el argumento de que la música mezclada con champaña, whisky, aguardiente y cerveza es la mejor anestesia que hay. Daba gusto verlas echando pases como en sus mejores tiempos en el Club Nuevas Juventudes y las casetas Broadway y Aguardiente, cuando no en los Clubes Valledupar y El Campestre.
Al igual que sus hermanas Gladys e Hilba, quienes se constituyeron en la representación de la mayor delegación que vimos, como siempre los primeros en llegar y los últimos en salir, los primeros íntimos amigos de Tomás Parr y los últimos en emborracharse.
Son unos barriles sin fondo, tampoco pelan una pieza y no escatiman comidas, picadas y postres y nada más fue sonar Carmen de Bolívar cuando ya Rodrigo y Eyleen estaban raspando, seguidos por Carlos con la bella Beli, Álvaro con mi “Amor” Elaine, e Iván y Ana María y con la ausencia de Inés y Eduardo en un 2×3 prendieron el rumbón, asesorados por hijos y nietos que no faltaron.
Era un deleite ver esa locura encabezada por la jovencita Estela Lacouture Dangond, que como en sus días mozos, en compañía de Betty, su hermana, para quienes los juanetes no existían, se apoderaron del jolgorio; Claudia Cuello Lazcano, con sus hermanos Delio Esteban, Guille y Jaime, con sus respectivas señoras, se sobraron como buenos barranquilleros, para no hablar de Armando Eugenio y su compañera, que estaban de 15 e hicieron un bello show que nos deleitó regando pases a diestras y siniestras.
Mando Geño, o Mageñito, se enfrentó a un enjambre de jóvenes bailadoras, entre ellas Totti y Margarita, sus hermanas, su tía Sonia Campo que no sé de dónde sacó tanta vitalidad y a todas les dio sopa y seco, pues parecía hecho de caucho; lástima que José Jorge Dangond, a quien vimos muy contento ya no brinca y embelesa con su bailes, pues los dolores de cadera y rodilla lo tienen fregao, lo que no tienen Totti y Margarita quien todavía con Jorge Eliecer hacen gala de estar fuertes y con mucha resistencia.
Me satisfizo mucho la presencia de Ana Clara y Wilson; me alegré al ver a la bella Mona, la hija de Hermes y Sildana al igual que su hermana Sildana, de Lucy Sierra que se conserva bonita; La Ña, Doris Cuello, que fue sola porque ya Carlos tiró la toalla, a Carmen Herrera e hijos, a los hijos de Esteban y Sonia, a la familia Montero Sierra y otro poco de gente que me hicieron feliz y que desafortunadamente no hay espacio para relacionarlos, pero no puedo dejar por alto a los hijos del gran Manuel Germán Cuello Gutiérrez, con Alfredo, Rodolfo Campo, Jaime García y Ligia, Gloria, Leonor sin Jaime, porque este cree que está más viejo que todo el mundo y vive enjoscao, cuando lo que debe es de imitar a Martha Baute que irradia alegría y vitalidad, al igual que Aydee Manjarrez que lucía desbordante de felicidad y eso que faltó la bomba de Margarita.
Uyy, ese era mucho bololó grande, hasta un carrusel de peladas encabezadas por Carmen Herrera, Gladys, Ilba, Mercy, Malvina, Betty Lacouture, sus hijas y hermanas, Martha Baute, Sonia Campo y otras impulsadas por el combustible etílico se llevaron por delante a la otra pelá Lucy Cuello a quienes tiraron patas arriba produciéndole una fractura de cadera que afortunadamente fue atendida en forma inmediata y eficaz por los médicos Noé Martínez, Fernando Meza y Jaime Cuello, que dictaminaron el daño y ordenaron hospitalización, pero que la fiesta continuara, como pasó y como si nada hubiera pasado.
Ya Lucy se encuentra en casa y completamente recuperada.
Ojalá que esta gran fiesta se repita y la asistencia sea más numerosa con nietos y biznietos que reemplacen a los que probablemente nos hemos ido, como ya lo hicieron y extrañamos mucho: Libardo, Armando, Álvaro, Elba Cuello, Miro, Hermes y Bernardito; mi querida e inolvidable comadre María Cecilia, Patricia Cuello Lazcano, Vavo y Colacho Manjarrez, Rubén Cuello, Armando Maestre, El Negro Morón, Gonzalo Meza, Enrique Castro, El Mono Montero y Ricardo Ariza; Sildana Romero, ésta última por razones de salud no pudo acompañarnos, pero que de verdad fue una gran ausente por la alegría que imprimía y el cariño que nos ha expresado a todos.
La participación de la juventud fue extraordinaria; por el lado femenino orientada y dirigida por la gran Meche Aponte, que en unión de ‘Ochi’ y las hijas de Rubén Cuello, estuvieron pendiente de todo y todo les salió bien; y por el lado de los jóvenes, Jorge Daniel Quintero, Libardito y Carlos José ‘Ché’ Aponte, también se lucieron y la comida y las ricas viandas fueron suficientes para satisfacer a los tragones y bebedores insignes que allí se encontraban.
Para destacar y no pudo pasar desapercibido, la entrega por parte de Alfredo Cuello, a quien vi también bailar como tenía rato de no hacerlo, del libro ‘Don Manuel’, escrito por el empresario Ricardo Gutiérrez Gutiérrez, con un estilo ameno y agradable, con fluida pluma e impecable redacción, sobre el trasegar de la fructífera vida de quien sin duda es el más importante de los exponentes de la familia Cuello Gutiérrez, Manuel Germán Cuello Gutiérrez, que tan gratos, edificantes y ejemplares recuerdos nos dejó al lado de doña Rosita Dávila, la inolvidable ‘Chita’.
Felicitaciones a Oscar Cuello, al Monito Montero, a Claudia Cuello, Margarita Morón, Panela y Rodrigo Morón, quienes fueron los encargados de organizar y brindarnos este suculento banquete de alegría y felicidad que ojalá se repita todos los años.
Por : José Manuel Aponte Martínez.