La democracia es precisamente eso, la oportunidad y ventaja que tiene el ciudadano de a pie de elegir y ser elegido para formar parte de la actividad gubernamental a través de un mecanismo serio de participación y escogencia, artículo 40 de la Constitución Política de Colombia.
La democracia es precisamente eso, la oportunidad y ventaja que tiene el ciudadano de a pie de elegir y ser elegido para formar parte de la actividad gubernamental a través de un mecanismo serio de participación y escogencia, artículo 40 de la Constitución Política de Colombia, pero muy a pesar de ello, desde hace mucho tiempo en el pasado quienes gobiernan los entes territoriales de nuestro país, son los miembros de la élite, las roscas imperantes impuestas por la clase pudiente.
Esto demuestra que a un pobre o desposeído económicamente le es muy difícil escalar una posición en este engranaje propio de la elección democrática en nuestra querida patria. Los hechos lo demuestran así, cuando la verdad es que el pueblo es el auténtico constituyente primario. Es decir, la fuerza suprema que elige al mandatario, pero por desgracia la operatividad y maniobra de la participación democrática está encasillada en manos de unos pocos, que son prácticamente los dueños del país.
Es esta la razón por la cual, a lo largo y ancho de los 32 departamentos de Colombia, en sus más de mil 120 municipios existen poderosas maquinarias electorales o empresas dedicadas a financiar a candidatos tanto para alcaldías como para concejos. Aquí el candidato cualquiera sea la corporación a la que aspire se convierte en un simple objeto en subasta a quien los caciques le ponen precio, para patrocinarlo a determinada aspiración y luego lo dominan como un simple rebaño.
Se dan casos de alcaldes en Colombia que solo tienen libertad para nombrar a uno o máximo 2 funcionarios, los demás son escogencia exclusiva de sus amos o jefes políticos. Los ejecutivos referenciados se convierten en simples robots y títeres para firmar cheques y engrosar la cartera de los gamonales políticos. Esta es una verdad a puño que hay que aniquilar, coartar y cercenar puesto que no es otra cosa que una esclavitud moderna en el ejerció de la mal llamada democracia en Colombia.
La pregunta que surge ante este maremágnum de inconsistencias en el sector político es; ¿qué podemos hacer? La respuesta compromete en forma directa a la academia, a los profesionales de las diferentes áreas, a los estudiantes universitarios y personas pensantes. La situación y condición de la democracia, no puede continuar así. Es urgente, perentorio y necesario diseñar e implementar una bien organizada cruzada moral que permita la concientización del ciudadano.
Los futuros mandatarios o ejecutivos del país: alcaldes, gobernadores y presidentes, al igual que los miembros de la parte legislativa, congresistas, diputados y concejales deben ser personas bien formadas y estructuradas en el desarrollo de políticas públicas.
Es más, la ESAP, Escuela Superior de Administración Pública, universidad a la cual aspire a ser docente, recomienda que los gobernantes deben ser sometidos a rigurosos procesos de formación en cuanto a estrategias y destrezas en el manejo y desarrollo de los entes territoriales. Esta formación debería ser de carácter obligatoria muy a pesar de que cualquiera puede ser mandatario o ser elegido a determinada corporación pública sin ser profesional. Pero la verdad es que entre más preparado esté el funcionario o servidor público, es mejor, luego entonces un llamado para que se formen y así evitar ser manejados por otros. [email protected]
Por Jairo Franco Salas.
La democracia es precisamente eso, la oportunidad y ventaja que tiene el ciudadano de a pie de elegir y ser elegido para formar parte de la actividad gubernamental a través de un mecanismo serio de participación y escogencia, artículo 40 de la Constitución Política de Colombia.
La democracia es precisamente eso, la oportunidad y ventaja que tiene el ciudadano de a pie de elegir y ser elegido para formar parte de la actividad gubernamental a través de un mecanismo serio de participación y escogencia, artículo 40 de la Constitución Política de Colombia, pero muy a pesar de ello, desde hace mucho tiempo en el pasado quienes gobiernan los entes territoriales de nuestro país, son los miembros de la élite, las roscas imperantes impuestas por la clase pudiente.
Esto demuestra que a un pobre o desposeído económicamente le es muy difícil escalar una posición en este engranaje propio de la elección democrática en nuestra querida patria. Los hechos lo demuestran así, cuando la verdad es que el pueblo es el auténtico constituyente primario. Es decir, la fuerza suprema que elige al mandatario, pero por desgracia la operatividad y maniobra de la participación democrática está encasillada en manos de unos pocos, que son prácticamente los dueños del país.
Es esta la razón por la cual, a lo largo y ancho de los 32 departamentos de Colombia, en sus más de mil 120 municipios existen poderosas maquinarias electorales o empresas dedicadas a financiar a candidatos tanto para alcaldías como para concejos. Aquí el candidato cualquiera sea la corporación a la que aspire se convierte en un simple objeto en subasta a quien los caciques le ponen precio, para patrocinarlo a determinada aspiración y luego lo dominan como un simple rebaño.
Se dan casos de alcaldes en Colombia que solo tienen libertad para nombrar a uno o máximo 2 funcionarios, los demás son escogencia exclusiva de sus amos o jefes políticos. Los ejecutivos referenciados se convierten en simples robots y títeres para firmar cheques y engrosar la cartera de los gamonales políticos. Esta es una verdad a puño que hay que aniquilar, coartar y cercenar puesto que no es otra cosa que una esclavitud moderna en el ejerció de la mal llamada democracia en Colombia.
La pregunta que surge ante este maremágnum de inconsistencias en el sector político es; ¿qué podemos hacer? La respuesta compromete en forma directa a la academia, a los profesionales de las diferentes áreas, a los estudiantes universitarios y personas pensantes. La situación y condición de la democracia, no puede continuar así. Es urgente, perentorio y necesario diseñar e implementar una bien organizada cruzada moral que permita la concientización del ciudadano.
Los futuros mandatarios o ejecutivos del país: alcaldes, gobernadores y presidentes, al igual que los miembros de la parte legislativa, congresistas, diputados y concejales deben ser personas bien formadas y estructuradas en el desarrollo de políticas públicas.
Es más, la ESAP, Escuela Superior de Administración Pública, universidad a la cual aspire a ser docente, recomienda que los gobernantes deben ser sometidos a rigurosos procesos de formación en cuanto a estrategias y destrezas en el manejo y desarrollo de los entes territoriales. Esta formación debería ser de carácter obligatoria muy a pesar de que cualquiera puede ser mandatario o ser elegido a determinada corporación pública sin ser profesional. Pero la verdad es que entre más preparado esté el funcionario o servidor público, es mejor, luego entonces un llamado para que se formen y así evitar ser manejados por otros. [email protected]
Por Jairo Franco Salas.