Después de seis años vuelve a reactivarse el tradicional convenio que solía hacerse entre la Alcaldía de Valledupar y la Policía Nacional para un mayor control de la movilidad en la ciudad, tiempo demasiado largo y tal vez eso permitió que se acrecentara el caos vehicular en esta capital.
Durante esos largos seis años se perdió el orden en cuanto a movilidad en Valledupar, al punto de que en la actualidad se convirtió en un fenómeno que pareciera ser crónico y difícil de resolver, en especial en las zonas céntricas de la ciudad, superando a la mayoría de ciudades de la región Caribe que en otrora eran consideradas críticas en ese sentido, entre ellas a Barranquilla y Sincelejo.
Es evidente entonces que el problema del tránsito se volvió complejo en Valledupar, lo cual hace suponer que se requiere de soluciones macro para reencausar el orden vial y el respeto a las normas de tránsito en nuestra querida capital vallenata.
En Valledupar se volvió cultura el irrespeto y desconocimiento de las normas de tránsito, eso se torna algo descarado en todo tipo de ciudadano sin importar edad, sexo, profesión o estrato social. Todos lo hacen y nadie lo cuestiona ni moral ni social, ni legalmente, duele decirlo, pero esa es la realidad.
Así las cosas, lo que se esperan son medidas de igual dimensión y se tenía mucha expectativa con relación a la retoma de la especie de alianza policía-tránsito. El convenio acaba de formalizarse y a partir de este lunes 24 de noviembre entrará en operación con el despliegue de 15 uniformados adicionales a los 64 agentes de tránsito ya existentes, los nuevos estarán distribuidos en los principales corredores viales y en los sectores críticos, donde asumirán funciones de regulación, control y prevención. Serán el apoyo de los reguladores de tránsito que, por su reducido número, no dan abasto para una ciudad de más de 500.000 habitantes.
Sin embargo, la llegada de 15 uniformados plantea un debate mayor: ¿es suficiente ese número de policías para transformar la movilidad? La respuesta, aunque alentadora, es compleja. Si bien el convenio, que en su primera fase irá hasta junio de 2026, representa un avance significativo, no puede convertirse en la única estrategia. El control es indispensable, pero debe ir acompañado de otras acciones como educación vial continua, infraestructura adecuada, modernización del sistema semafórico y de una estrategia sostenida en el tiempo hasta que esos males desaparezcan.
Se asegura que el convenio será renovado tras los primeros seis meses. Eso sería una oportunidad para evaluar resultados con rigor, corregir deficiencias y fortalecer un modelo que pueda sostenerse en el tiempo. La continuidad es clave.
En medio de todo eso podría ayudar mucho la decisión del alcalde Ernesto Orozco de iniciar una campaña pedagógica antes de aplicar sanciones, pero muchos dudan que esos nuevos 15 policías sean suficientes para asumir responsabilidades de atención inmediata de accidentes de tránsito, realización de controles operativos para verificar documentación y cumplimiento de normas, así como la orientación del tránsito en puntos de alta afluencia vehicular y peatonal.
A todas estas, la ciudadanía también tiene que contribuir. De poco servirá reforzar el control si persiste la cultura del atajo, del “solo un momentico” o del irrespeto al peatón.
De todas maneras, se debe reconocer que con la renovación del convenio en mención se está dando un paso importante para la recuperación del orden en las vías. No obstante, Valledupar necesita algo más que policías, necesita compromiso colectivo, planificación y una voluntad política que no desfallezca a mitad de camino como ha venido sucediendo en los últimos tiempos.
