EDITORIAL

El Junior dejó dicho que Valledupar necesita un mejor estadio

Fue emocionante ver el pasado domingo el Estadio Armando Maestre Pavajeau atiborrado de público. Más de 11 mil personas asistieron para presenciar el partido entre Alianza Valledupar y Junior de Barranquilla. Pero fue inevitable no preocuparse por las condiciones de ese escenario, que se quedó pequeño para las exigencias de una verdadera fiesta futbolera.

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Fue emocionante ver el pasado domingo el Estadio Armando Maestre Pavajeau atiborrado de público. Más de 11 mil personas asistieron para presenciar el partido entre Alianza Valledupar y Junior de Barranquilla. Pero fue inevitable no preocuparse por las condiciones de ese escenario, que se quedó pequeño para las exigencias de una verdadera fiesta futbolera.

Además de las emociones deportivas, la principal conclusión que dejó esa jornada es que Valledupar necesita un escenario mejor adecuado para el fútbol de élite. Esto revive los cuestionamientos que por años han rondado el proyecto de construcción del nuevo estadio para la capital del Cesar, el cual terminó siendo una remodelación del ya existente, pese a las grandes inversiones que se destinaron para tal propósito, superiores a los $60.000 millones.

Lo que se cuestiona es que esos miles de millones no alcanzaron ni siquiera para culminar las obras, ya que quedaron inconclusas, especialmente las zonas externas del estadio.

Tal como está en la actualidad, el Armando Maestre cuenta con unas 11 mil sillas instaladas entre las dos tribunas que lo conforman, insuficientes para albergar partidos de la categoría A del fútbol profesional. Además, son muchos los aspectos deficitarios: las cabinas de radio están mal ubicadas, hay poca disponibilidad de baños, deficiencias en luminarias, parqueaderos y ascensores, a pesar de las remodelaciones hechas durante los Juegos Bolivarianos 2022.

Resulta lamentable que las obras ejecutadas para los Juegos Bolivarianos solo cumplieran con los requisitos mínimos exigidos para esas competencias, es decir, fueron provisionales y no pensadas para el presente y futuro deportivo de una ciudad como Valledupar.

No se puede seguir ignorando que el estadio Armando Maestre Pavajeau ya no da abasto. El reciente partido debe servir como una alerta. Las imágenes del sobrecupo, los accesos congestionados y la falta de condiciones adecuadas para garantizar la seguridad de los asistentes son un llamado urgente a las autoridades para retomar el proyecto que permita culminar el estadio que Valledupar necesita y merece.

Es evidente que la actual estructura limita el crecimiento deportivo y económico de la ciudad. Valledupar ya cuenta con un equipo profesional, una hinchada creciente y una tradición futbolera que reclama una infraestructura a la altura de esas competencias.

Además, una infraestructura deficiente pone en riesgo la seguridad de miles de personas. El incumplimiento de los estándares adecuados genera un entorno vulnerable ante emergencias difíciles de manejar. Las autoridades locales y nacionales deben actuar con responsabilidad y visión. No se puede permitir que la pasión de una ciudad se convierta en un riesgo para su gente.

Valledupar necesita un estadio moderno, funcional y seguro, que le permita disfrutar del fútbol, proyectar su imagen, dinamizar su economía, atraer eventos y seguir construyendo identidad desde el deporte.

Finalmente, el estadio podría tener vida permanente con el aprovechamiento de los locales que posee, ofreciendo servicios y comercio como tiendas deportivas, restobares y espacios de entretenimiento, tanto en los días de partido como entre semana.

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