La reciente consulta popular, realizada por el Pacto Histórico, deja sobre el tapete muchas preguntas o aspectos que los medios tradicionales de comunicación y los estrategas electorales deben responder o asumir ante las nuevas dinámicas que se imponen desde las distintas plataformas digitales.
En el proceso en mención se pudo notar que se está imponiendo una especie de política sin rostro humano, algo que también está ocurriendo en las actuales precampañas al Congreso de la República y a las presidenciales, donde las redes sociales se están tomando el protagonismo que en otrora era función, por un lado, de los medios tradicionales de comunicación y, por otra parte, de los estrategas y periodistas expertos en analizar el comportamiento del electorado.
Al fragor de esta era digital, la consulta dejó una lección que debe enfrentarse, tal es la de entender que la política está mutando y lo hace al ritmo de las redes y de la inteligencia artificial. El éxito de un influencer que logró una votación considerable no es un hecho aislado, sino una señal de que la manera de comunicar, persuadir y movilizar al electorado cambió. Tal parece que esos moldes de campaña, basados en el análisis profundo, la narrativa coherente y el acompañamiento de medios tradicionales, están siendo desplazados por algoritmos, estrategias virales y jóvenes “nativos digitales” que diseñan campañas mediante el uso de las IA, a veces sin haber pisado una plaza pública y sin conocer las costumbres y comportamiento de la gente.
Pero un verdadero líder (líder natural) no puede olvidar que la política siempre será un ejercicio de contacto humano y no permitir que se ceda terreno a un simple clic. Por el contrario, debe echar mano a los estrategas veteranos, formados en la observación del territorio, el pulso social y en la lectura precisa de cada momento coyuntural; además debe tener en cuenta que el flujo de información se haga mediante canales con credibilidad y reconocimiento social.
Desconcierta un poco ver cómo la emoción efímera de un video de treinta segundos puede tener más impacto que una propuesta sólida. Los medios tradicionales han perdido protagonismo ante un sistema donde las audiencias no buscan información, sino entretenimiento y eso estaría derivando un electorado poco informado o confundido por las redes sociales al momento de decidir su voto. Es allí donde los medios tradicionales de comunicación no pueden dar un paso atrás en su misión de orientar pedagógicamente sobre la importancia de decidir con sabiduría y no con emotividad.
No obstante, se debe actuar frente a las realidades existentes, sin importar si estas son positivas o no. Los medios y los estrategas tradicionales están llamados a no resistirse al cambio, por ello deben transformarse para así impedir su propia condena a la irrelevancia y entender que la tecnología no es enemiga, sino una herramienta muy útil si es bien manejada.
Lo que sí debe quedar claro es que esa adaptación no puede significar la renuncia al rigor, la ética y la conexión humana. Los candidatos deben tener presente que la idiosincrasia de los pueblos, sus necesidades reales, su identidad, no se pueden interpretar desde una plataforma digital ni desde una sala de edición. Se necesitan voces, rostros, contacto humano, y en eso los medios y los estrategas deben reivindicar su papel como garantes de la verdad, del mundo real y de la conexión con la ciudadanía de carne y hueso. La inteligencia artificial debe estar al servicio del pensamiento, no al revés. La política jamás podrá perder su rostro humano y para ello los candidatos, candidaturas, medios de comunicación, equipos temáticos y programáticos y los asesores serán siempre irremplazables.





