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Moralejas de Zohran Mamdani

Zohran Mamdani pasó la mayor parte de su infancia en Morningside Heights, en Manhattan. Nació en Uganda, en el seno de una familia de migrantes musulmanes procedentes de India, donde vivió los primeros cinco años de su vida.

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Zohran Mamdani pasó la mayor parte de su infancia en Morningside Heights, en Manhattan. Nació en Uganda, en el seno de una familia de migrantes musulmanes procedentes de India, donde vivió los primeros cinco años de su vida. Mamdani es carismático. A sus 34 años sus videos se hicieron virales. El alcalde electo de Nueva York, de trasegar ecuménico, es ahora una especie de celebridad mundial para los progresistas y los jóvenes. 

Mamdani es un socialista democrático que ganó en la capital mundial de las finanzas. Su orientación o visión política es inherente a lo difícil de ser indio en Uganda y ser inconsciente de las luchas ocasionadas por la desigualdad extrema. Mamdani creció en una familia íntimamente marcada por el legado imperialista y sus divisiones raciales. 

Sus raíces de vida representan una ventaja decisiva, para que un joven de 34 años asome como un líder potencial más allá del particular ecosistema de la ciudad de Nueva York, donde, a veces, resulta creíble abogar por viviendas públicas, protección del alquiler que dignifique a los inquilinos, guarderías universales y autobuses urbanos gratuitos, supermercados públicos para proporcionar alimentos asequibles y romper el monopolio de las cadenas privadas que se lucran con el hambre. 

La campaña de Mamdani fue completamente diferente. Financiada en su inmensa mayoría por donaciones inferiores a 100 dólares e impulsada mucho más por el capital humano que por el dinero. Más de 100.000 personas se ofrecieron como voluntarias para la campaña, logró movilizar un nivel de participación ciudadana en la política local sin precedentes en los más de treinta años que lleva viviendo en New York.

Durante los debates de las primarias los partidarios de Cuomo criticaron a Mamdani por ser socialista, pero las viejas tácticas de miedo no surtieron efecto. Los votantes neoyorquinos reconocieron que, lo que figuras como Trump describieron como el “comunismo” de Mamdani no era más que un compromiso para garantizar que la riqueza pública sirviera al servicio del público. También fue acusado de antisemitismo por criticar el sionismo y condenar las atrocidades israelíes en Gaza. 

Tras una noche electoral contundente para los demócratas los estrategas republicanos centraron su atención en Mamdani, analizando el impacto de convertir en una pieza clave de su estrategia para las próximas elecciones apodar a los candidatos demócratas como “el Mamdani” de su Estado o distrito, apostando a que las propuestas “políticas de izquierda” del candidato, su origen inmigrante y su activismo anti-atrocidades le perjudicarían a sus rivales en las contiendas electorales.

La electrizante campaña de Mamdani supone una reprimenda a las estrategias fallidas del Partido Demócrata, venció a sus élites y reformuló un giro en la estrategia: ¿tener simplemente un mensaje anti-Trump o una agenda renovada y con visión de futuro que aproveche el populismo económico y desafíe a los multimillonarios?

Mamdani basó su campaña en un mensaje notablemente coherente sobre la injusticia de la desigualdad económica y su insistencia en la posibilidad de que New York pudiera convertirse en un lugar donde los trabajadores pudieran vivir con dignidad. A Mamdani le queda un largo camino por recorrer: gobernar. Esto también podría asustar al establishment: no porque Mamdani pueda fracasar, sino porque podría tener éxito. Por estos lados Mamdani deja una moraleja: el radicalismo ni la discriminación ganan elecciones, la gente quiere propuestas que mejoren sus condiciones de vida. 

Por: Luis Díaz.

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