COLUMNA

Guiados por Dios

El contexto es, cuando Abraham envía a su criado de confianza a buscar, de entre su familia, esposa para su hijo Isaac. De esa experiencia podemos entresacar algunas lecciones para hoy. 

canal de WhatsApp

“Bendito sea el Señor, Dios de mi amo Abraham, que no apartó su misericordia y su verdad, y que me ha guiado en el camino…” (Génesis 24,27)

El contexto es, cuando Abraham envía a su criado de confianza a buscar, de entre su familia, esposa para su hijo Isaac. De esa experiencia podemos entresacar algunas lecciones para hoy. 

Una de ellas es que deberíamos tener tal intimidad con Dios que no necesitemos pedir su dirección y guía continuamente. Somos sus hijos y lo natural es conocer sus designios y obedecer su voluntad. Sin embargo, en la gran mayoría de las situaciones, llegado el momento, no sabemos qué hacer y escogemos hacer nuestra voluntad y rayamos en la desobediencia produciendo un conflicto interno difícil de manejar. 

En condiciones normales, Dios mismo nos advierte para detenernos y renovar nuestro espíritu para discernir mejor su voluntad. Si mantenemos una continua amistad y conocemos de sus propósitos, no es necesario estar pidiendo su dirección para cada asunto de nuestras vidas y pidiendo que nos dirija aquí y allá. Si miramos hacia atrás, podemos ver la presencia de un designio asombroso y podemos ver la mano que nos ha guiado por el camino, trayendo paz y seguridad al corazón. Nos resta darle todo el crédito y el honor.

Queridos amigos: todos podemos ver a Dios en situaciones excepcionales; pero, es necesario cultivar la disciplina espiritual para verlo en cada detalle de nuestras vidas. No como puntos aislados y sobresalientes, sino como líneas constantes de principio a fin. Nunca demos por sentado que los acontecimientos casuales de la vida son algo menos que el orden establecido por Dios. Por lo contrario, debemos estar listos para descubrir sus designios en cualquier lugar, en todas partes y en cada momento de nuestra existencia. 

Tengamos cuidado de que nuestras convicciones no se vuelvan una obsesión, en lugar de mantener una comunión constante y permanente con Dios. Debemos vivir vidas consonantes y consecuentes con los principios y nuestra mayor coherencia debe ser con Dios, con nosotros mismos y con nuestros semejantes. Esta es la clase de vida que merece ser vivida: cuando nuestros descubrimientos del camino se van conformando con el propósito divino. Desafortunadamente, es más fácil ser fanático religioso que un fiel coherente. 

Debemos luchar contra nuestros caprichos, sentimientos y emociones contrarias para entregarnos a una devoción absoluta a su amistad para salir del atolladero conformado por el pequeño mundo de nuestras experiencias. Nuestra confianza deberá ser tal, que alimentemos continuamente nuestra fe y crezcamos en el conocimiento de su voluntad y sus designios particulares para cada uno. Así, nuestras vidas serán un absoluto himno de alabanza como resultado de una fe robusta y victoriosa.  

Descubramos cada día los designios de Dios y caminemos confiados en su guía durante el camino.

Abrazos y bendiciones…   

Por: Valerio Mejía.

TE PUEDE INTERESAR