COLUMNA

Edith Plata y su aguja de oro…

Hace más de treinta años la vida cruzó mi camino con el de una agraciada dama de un corazón sensible y de una sonrisa tierna y dulce; embarcados en un avión rumbo a Bogotá íbamos a cumplir un nuevo sueño que Dios nos había propuesto y que nosotros recibimos con optimismo, trabajar en una entidad financiera, un gran reto.

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Hace más de treinta años la vida cruzó mi camino con el de una agraciada dama de un corazón sensible y de una sonrisa tierna y dulce; embarcados en un avión rumbo a Bogotá íbamos a cumplir un nuevo sueño que Dios nos había propuesto y que nosotros recibimos con optimismo, trabajar en una entidad financiera, un gran reto.

Cruzamos el cielo de nuestra tierra caliente y nos abrazamos al cielo de la fría capital. Allá nos formamos para esa tarea que veíamos con optimismo.

Edith Mercedes Plata Vega, gran amiga; una mujer excepcional y que siempre le pone ese poquito de más a todo lo que hace para convertirse en un ser humano extraordinario.

Trabajamos durante casi seis años en esa corporación de ahorro y vivienda, con la dirección de una excelente jefa, una mujer de la cual se aprende siempre, en todo momento y en todo lugar, gran señora, Fanny Dangond de Méndez, nuestra gerente en Valledupar; ella a la cabeza de un grupo selecto de neófitos funcionarios financieros, pero con unas ganas inmensas de trabajar y aprender: Nubia Cuello, Maribel Pérez Padilla, Somaya Castro Pacheco, Selema Murcia y luego vinieron más amigos que hicieron parte de este selecto y apreciado grupo: Rafa González, Yamile Vidual, Emperatriz, Cilia, Luvy Vergara, José Tobías Pumarejo, todos ellos grandes seres humanos y excelentes amigos, miembros de la familia Upac Colpatria.  

Después de ese periplo por las finanzas, Edith buscó otros rumbos, con sus condiciones y habilidades; se casó, tuvo sus hijos y dedicó sus destrezas al diseño y a la confección, de tal suerte que Valledupar perdió una financiera, pero se ganó una diseñadora de modas de alto nivel y costura.

Como todo inicio, las cosas en su proceso de edificación en el tema de la costura y el diseño no fueron fáciles, me cuenta Nubia que ella le sirvió de fiadora para comprar unas máquinas de coser, el proyecto no marchaba tan holgado en cuanto a lo económico y en ocasiones quedaban mal en los pagos, y el acoso por parte de la cobradora era tan fuerte que hasta lágrimas brotaban al ver la dificultad para pagar.

Pero la vida tiene sus encantos y lo difícil también fue superado. Esos recuerdos hoy sirven de estímulo y de agradecimiento a Dios, porque cada dificultad le ayudó a ser más fuerte y a ser lo que hoy es, una mujer entregada a su labor y a su distinción como una de las grandes diseñadoras vallenatas. Buena esposa y una monumental y abnegada madre.

Hoy Edith Plata es una mujer de alta costura, creadora de prendas exclusivas a la medida del cliente, hechas de manera artesanal, realizadas manualmente con telas de alta calidad. Muy orgulloso de mi amiga.

Quiero resaltar desde esta nota a la gran profesional, a la mujer entregada y que ha hecho de la pedrería y del recamado su mejor obra de arte, siendo ella miembro de una familia que se distingue por el arte y la cultura.

Ella es sinónimo de moda y calidad, de piedras, cuentas, lentejuelas y mostacilla; es sinónimo de valor y enjundia que hace del recamado su mejor obra de arte. Dios bendiga tu trabajo y esa aguja de oro apreciada amiga. Estaba en deuda contigo.

Colofón: oramos por la salud de nuestra querida amiga, Somaya Castro Pacheco. Dios es tu médico Soma; a la familia Salgado Castro y Castro Pacheco nuestra voz de amor y esperanza. Sólo Eso

Por: Eduardo Santos Ortega Vergara.

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