Muchas veces la molleja se le cierra a uno y, a pesar de los esfuerzos que hagas para coordinar o producir alguna idea, ni por el carajo que lo logres, y por mucho empeño que tengas, no rompes el bloqueo para desarrollar un tema completo, y para no darte por vencido, recurres a los tutifruti: un pedacito de patilla, otro de melón, una tajadita de papaya, otra de mango, medio guineo maduro, un pedacito de mandarina y así logras un menjurje delicioso y saludable.
Eso me pasa hoy, estoy cerrao, no veo más allá de la nariz y no coordino nada porque el cerebro no me funciona, está hueco.
En estos días estoy llevando a mi nieto al colegio La Sierra, ubicado en las estribaciones de La Nevada, y he visto sin extrañeza, porque ya estamos acostumbrados a estos desmanes y arbitrariedades por parte de los indios —que ahora se ofenden porque les digan así—, que cada vez que quieren reclamar algo utilizan la mala costumbre de bloquear las vías, y ahora le tocó el turno a la transitada carrera Novena, o Avenida Efraín Córdoba Castilla, que conduce al Balneario Hurtado y a docenas de colegios que han construido sus bellas, cómodas y modernas instalaciones en las afueras de la ciudad, a donde los padres de familia todos los días llevan a sus hijos a clases. Eso es el caos: trancones enormes, demoras y utilización de largos trayectos, porque los indios bloquearon la vía en forma arbitraria, simplemente porque a ellos les dio la gana de bajar de la sierra a resolver un problema que lleva ya casi 8 años, como fue la elección de un gobernador, pero que con la intervención del Ministerio del Interior, enredaron la pita y no han podido desenredarla.
No hay derecho a que asuman esta actitud arbitraria que le produce a la comunidad tanto mal e incomodidades; sus problemas deben resolverlos, tal como lo sostienen una buena parte de ellos, en Nabusimaque o en cualquier lugar, de los tantos que tienen en la Sierra Nevada.
Otra arbitrariedad: algunos comerciantes desesperados y en proceso de quiebra por la instalación arbitraria de unas señales de tránsito, prohibiendo el parqueo, me han hecho llegar un memorial o petición dirigido al señor alcalde Ernesto Orozco, a la Secretaría de Tránsito y a la Cámara de Comercio, donde solicitan que se levanten esas señales o, de lo contrario, tendrán que cerrar sus negocios, pues las ventas se han reducido a nada.
Ya en la carrera Octava, donde los comerciantes recurrieron a las vías de hecho, las quitaron; un juez de la República ordenó levantarlas en la carrera 11, y lo mismo tiene que pasar, por el derecho de igualdad, en la 12 o Avenida Pastrana. Sería muy bueno que la Secretaría de Tránsito actuara oficiosamente y respondiera al clamor de los comerciantes de la calle 18, entre las carreras 12 y 6.ª, levantando esas señales que fueron instaladas, no en esta ni en la pasada administración, más que todo por compadrazgo o conveniencias políticas, sin ningún estudio técnico.
Las personas que firman la petición, todos al borde de la locura, son: Ilse Chueco Atencio, Gerardo Quiroz, Yaneth Castellar, Julio Gómez, Mandy Amaya Guerra, Amparo Muñoz Sánchez, Teolinda Zapata, Diosenel Viloria, Elianis Lara, Davier Díaz, Miladys Torregrosa, Juan Tapias y Jelson Caballero; esperan que el doctor Ernesto Orozco, su alcalde, intervenga y, como jefe de la Administración Municipal, los ayude a salir de esta difícil situación, que los tiene, repito, al borde de la quiebra y desesperados, pues esas señales los van a arruinar, y no sería justo que eso sucediera cuando lo que están solicitando no es difícil de realizar.
Alcalde, gracias por oír nuestras peticiones, en el sentido de que son muchos los huecos que se han arreglado, señalados en esta columna, desde donde seguiremos colaborándole e indicándole sobre otros cráteres existentes en nuestras calles y carreras.
Por: José Manuel Aponte Martínez





