El segundo capítulo de las conversaciones en La Habana, es una réplica exacta del primero. La misma dinámica de demandas a granel por parte de las Farc, idéntica secuencia de advertencias inútiles del Gobierno para que se ciñan al “Acuerdo General” y hasta supuestos inamovibles, que frenarían las pretensiones de los ilegales. A la final, emitirán otro “informe conjunto”, para comunicar las nuevas imposiciones de la guerrilla –esta vez en “participación política”–. Todo a cambio de nada, tal como ocurrió con el “acuerdo agrario”. El panorama es preocupante. El Gobierno dilapidó el poder que le otorgaba la victoria en la lucha narcoterrorista y ahora es él quien pide concesiones a la guerrilla.
Por: José Félix Lafaurie Rivera*
El segundo capítulo de las conversaciones en La Habana, es una réplica exacta del primero. La misma dinámica de demandas a granel por parte de las Farc, idéntica secuencia de advertencias inútiles del Gobierno para que se ciñan al “Acuerdo General” y hasta supuestos inamovibles, que frenarían las pretensiones de los ilegales. A la final, emitirán otro “informe conjunto”, para comunicar las nuevas imposiciones de la guerrilla –esta vez en “participación política”–. Todo a cambio de nada, tal como ocurrió con el “acuerdo agrario”. El panorama es preocupante. El Gobierno dilapidó el poder que le otorgaba la victoria en la lucha narcoterrorista y ahora es él quien pide concesiones a la guerrilla.
Para las Farc, la negociación no es un medio para alcanzar la política. Es un fin en sí mismo, que comulga con el “uso de todas las formas de lucha”, para conseguir el poder absoluto. Ya supuestamente concretó el “asunto de la tierra”, con una propuesta expropiatoria y reforma agraria incluida, que el Gobierno avaló sin mayores explicaciones. Es mucho lo que pretende entregar según los textos divulgados. Pero ¿cuánto más podría ceder? Basta analizar las demandas de las Farc en “participación política”, en donde buscan reestructurar el Estado de Derecho y los poderes públicos, incluida una reforma político-electoral.
¿Los objetivos?: redefinir la participación política, modificar el Poder Legislativo –mediante una Cámara Territorial, que sustituiría la Cámara de Representantes–, otorgar plenas garantías a las organizaciones guerrilleras y sus combatientes para el ejercicio de la política y hasta extender el actual periodo presidencial. Pero hay más: rediseñar la descentralización y el orden jurídico-económico, reconvertir las Fuerzas Militares, proscribir prácticas contrainsurgentes, democratizar los medios de comunicación y convocar una Asamblea Nacional Constituyente. Casi nada!.
Pero, mientras la guerrilla toma la iniciativa, el Gobierno se limita a conceder más de lo que debería y a reiterar tímidas solicitudes a las Farc, aunque obtenga a cambio las mismas cínicas respuestas. Entonces, ¿qué van a poner las Farc? Al parecer Nada. O quizás, modificarán su oferta extorsiva para dejar de atormentar a los colombianos, si el Gobierno cumple sus exigencias. Sin embargo, en las regiones pensamos que deberían responder por las 800 mil hectáreas despojadas, entregar las armas, rutas del narco, mapas de campos minados y el ganado que han robado. Así como, liberar a los secuestrados, pagar por asesinatos y desaparecidos y dejar de promover revueltas como la que se vive en el Catatumbo.
Pero nada de eso parece posible ante la postura del Gobierno, que luce comprometido en una sola vía: la de hacerle el juego a las Farc, entregando el campo y el Estado Social de Derecho. Sin duda, el Gobierno está atrapado en la reelección. Es rehén de las Farc.
*Presidente Ejecutivo de Fedegán.
El segundo capítulo de las conversaciones en La Habana, es una réplica exacta del primero. La misma dinámica de demandas a granel por parte de las Farc, idéntica secuencia de advertencias inútiles del Gobierno para que se ciñan al “Acuerdo General” y hasta supuestos inamovibles, que frenarían las pretensiones de los ilegales. A la final, emitirán otro “informe conjunto”, para comunicar las nuevas imposiciones de la guerrilla –esta vez en “participación política”–. Todo a cambio de nada, tal como ocurrió con el “acuerdo agrario”. El panorama es preocupante. El Gobierno dilapidó el poder que le otorgaba la victoria en la lucha narcoterrorista y ahora es él quien pide concesiones a la guerrilla.
Por: José Félix Lafaurie Rivera*
El segundo capítulo de las conversaciones en La Habana, es una réplica exacta del primero. La misma dinámica de demandas a granel por parte de las Farc, idéntica secuencia de advertencias inútiles del Gobierno para que se ciñan al “Acuerdo General” y hasta supuestos inamovibles, que frenarían las pretensiones de los ilegales. A la final, emitirán otro “informe conjunto”, para comunicar las nuevas imposiciones de la guerrilla –esta vez en “participación política”–. Todo a cambio de nada, tal como ocurrió con el “acuerdo agrario”. El panorama es preocupante. El Gobierno dilapidó el poder que le otorgaba la victoria en la lucha narcoterrorista y ahora es él quien pide concesiones a la guerrilla.
Para las Farc, la negociación no es un medio para alcanzar la política. Es un fin en sí mismo, que comulga con el “uso de todas las formas de lucha”, para conseguir el poder absoluto. Ya supuestamente concretó el “asunto de la tierra”, con una propuesta expropiatoria y reforma agraria incluida, que el Gobierno avaló sin mayores explicaciones. Es mucho lo que pretende entregar según los textos divulgados. Pero ¿cuánto más podría ceder? Basta analizar las demandas de las Farc en “participación política”, en donde buscan reestructurar el Estado de Derecho y los poderes públicos, incluida una reforma político-electoral.
¿Los objetivos?: redefinir la participación política, modificar el Poder Legislativo –mediante una Cámara Territorial, que sustituiría la Cámara de Representantes–, otorgar plenas garantías a las organizaciones guerrilleras y sus combatientes para el ejercicio de la política y hasta extender el actual periodo presidencial. Pero hay más: rediseñar la descentralización y el orden jurídico-económico, reconvertir las Fuerzas Militares, proscribir prácticas contrainsurgentes, democratizar los medios de comunicación y convocar una Asamblea Nacional Constituyente. Casi nada!.
Pero, mientras la guerrilla toma la iniciativa, el Gobierno se limita a conceder más de lo que debería y a reiterar tímidas solicitudes a las Farc, aunque obtenga a cambio las mismas cínicas respuestas. Entonces, ¿qué van a poner las Farc? Al parecer Nada. O quizás, modificarán su oferta extorsiva para dejar de atormentar a los colombianos, si el Gobierno cumple sus exigencias. Sin embargo, en las regiones pensamos que deberían responder por las 800 mil hectáreas despojadas, entregar las armas, rutas del narco, mapas de campos minados y el ganado que han robado. Así como, liberar a los secuestrados, pagar por asesinatos y desaparecidos y dejar de promover revueltas como la que se vive en el Catatumbo.
Pero nada de eso parece posible ante la postura del Gobierno, que luce comprometido en una sola vía: la de hacerle el juego a las Farc, entregando el campo y el Estado Social de Derecho. Sin duda, el Gobierno está atrapado en la reelección. Es rehén de las Farc.
*Presidente Ejecutivo de Fedegán.