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Columnista - 19 marzo, 2010

Los picotazos del 14

Por: Raúl Bermúdez Márquez El fenómeno político del pasado debate electoral, con el dolor del alma hay que aceptarlo lo produjo el denominado PIN, un partido concebido, parido, dirigido y sostenido desde el pabellón especial de la cárcel de la Picota de Bogotá, donde están albergados los excongresistas acusados en el proceso de la llamada […]

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Por: Raúl Bermúdez Márquez

El fenómeno político del pasado debate electoral, con el dolor del alma hay que aceptarlo lo produjo el denominado PIN, un partido concebido, parido, dirigido y sostenido desde el pabellón especial de la cárcel de la Picota de Bogotá, donde están albergados los excongresistas acusados en el proceso de la llamada parapolítica.
Consiguieron casi un millón de votos, cifra que se traduce en unos 20 parlamentarios entre senadores y representantes a la cámara. Es decir, se convierten en una bancada determinante para cualquier iniciativa legislativa. Tienen su fuerte en el Valle del Cauca donde sacaron la mitad de los 8 senadores que ostentarán desde el 20 de julio próximo.
Precisamente en ese departamento el nombre de Juan Carlos Rizzetto da mucho de qué hablar. Según la revista Semana, Rizzetto hace parte del clan del Valle, un polémico grupo político cuyos gestores son Carlos Herney Abadía, ex senador condenado en el proceso 8.000 y padre del actual gobernador del Valle, y Juan Carlos Martínez, ex senador detenido e investigado dentro del escándalo de la para-política. Rizzetto es ahora el mayor elector del PIN (se acerca a los ochenta mil votos) y representará la voz del polémico clan del Valle en el Senado de la república. Pero no estará sólo.
Lo acompañarán Héctor Julio Alfonso López, el hijo de Enilce López, “La gata” del chance en la región Caribe, Teresita García Romero, hermana de Alvaro García Romero condenado a 40 años de prisión por la Corte Suprema por la masacre de Macayepo, Nerthink Aguilar hijo del exgobernador de Santander, Hugo Aguilar, acusado también de vínculos con las autodefensas, y de Manuel Julián Mazenet, heredero político de Trino Luna exgobernador del Magdalena, otro condenado  en el proceso de la parapolítica. Los 8 senadores del PIN, junto a los 27 del Partido de la U y los 24 del Partido Conservador conforman una mayoría absoluta uribista en el Congreso que, como lo avizoramos en una columna anterior, es una muestra del imperio del gatopardismo en la realidad colombiana, donde las cosas se cambian para que nada cambie. Claro, todo con la complicidad de las fuerzas que copan las tendencias de centro y de izquierda. El otrora gran partido Liberal se consuela ahora con el argumento de su jefe único, Rafael Pardo, quien sostiene que lo que han librado los rojos es una lucha de  resistencia durante 12 años de ejercicio de  la oposición.
El Polo Democrático, que desde sus orígenes también ha estado en la oposición, dilapida su oportunidad histórica cuando en el manejo de la cosa pública, sobretodo en Bogotá, incurre en actitudes que no tiene mucho que envidiarle a las prácticas clientelistas de la política tradicional.
Y eso se lo cobró la opinión capitalina en el debate pasado que prefirió volcarse hacia el Partido Verde que supo interpretar de mejor manera el clamor de transparencia que eleva a los cuatro vientos la franja electoral que no se compra ni se vende. Gustavo Petro, si quiere recomponer el camino con miras a las elecciones presidenciales tiene que hacer un esfuerzo monumental y mostrar ante la opinión que está comprometido de palabra y obra con el ejercicio de una nueva ética gubernamental que eleva a la categoría de sagrado los recursos públicos, fustigando sin consideración al interior de su partido las prácticas clientelistas y corruptas. Tiene que aprovechar la renuncia de Jaime Dussán como presidente del Polo, –enhorabuena-, para posicionar en su reemplazo a alguien con mucha autoridad moral ante el país. Ojalá ese alguien fuera Jorge Enrique Robledo.
De otro lado, bienvenido el triunfo de Mockus en la consulta verde que en cierta forma oxigena la política y envía un esperanzador mensaje de que no todo está perdido. Aún quedan reservas morales que si se canalizan de manera inteligente puede dar como resultado la conformación de un gran bloque que cambie el sonido estridente de los picotazos desgarradores que se ensañan contra los presupuestos oficiales, por la sinfonía de la ética y el bien común que oriente al país hacia horizontes de equidad y de oportunidad social.

[email protected]

Columnista
19 marzo, 2010

Los picotazos del 14

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Raúl Bermúdez Márquez

Por: Raúl Bermúdez Márquez El fenómeno político del pasado debate electoral, con el dolor del alma hay que aceptarlo lo produjo el denominado PIN, un partido concebido, parido, dirigido y sostenido desde el pabellón especial de la cárcel de la Picota de Bogotá, donde están albergados los excongresistas acusados en el proceso de la llamada […]


Por: Raúl Bermúdez Márquez

El fenómeno político del pasado debate electoral, con el dolor del alma hay que aceptarlo lo produjo el denominado PIN, un partido concebido, parido, dirigido y sostenido desde el pabellón especial de la cárcel de la Picota de Bogotá, donde están albergados los excongresistas acusados en el proceso de la llamada parapolítica.
Consiguieron casi un millón de votos, cifra que se traduce en unos 20 parlamentarios entre senadores y representantes a la cámara. Es decir, se convierten en una bancada determinante para cualquier iniciativa legislativa. Tienen su fuerte en el Valle del Cauca donde sacaron la mitad de los 8 senadores que ostentarán desde el 20 de julio próximo.
Precisamente en ese departamento el nombre de Juan Carlos Rizzetto da mucho de qué hablar. Según la revista Semana, Rizzetto hace parte del clan del Valle, un polémico grupo político cuyos gestores son Carlos Herney Abadía, ex senador condenado en el proceso 8.000 y padre del actual gobernador del Valle, y Juan Carlos Martínez, ex senador detenido e investigado dentro del escándalo de la para-política. Rizzetto es ahora el mayor elector del PIN (se acerca a los ochenta mil votos) y representará la voz del polémico clan del Valle en el Senado de la república. Pero no estará sólo.
Lo acompañarán Héctor Julio Alfonso López, el hijo de Enilce López, “La gata” del chance en la región Caribe, Teresita García Romero, hermana de Alvaro García Romero condenado a 40 años de prisión por la Corte Suprema por la masacre de Macayepo, Nerthink Aguilar hijo del exgobernador de Santander, Hugo Aguilar, acusado también de vínculos con las autodefensas, y de Manuel Julián Mazenet, heredero político de Trino Luna exgobernador del Magdalena, otro condenado  en el proceso de la parapolítica. Los 8 senadores del PIN, junto a los 27 del Partido de la U y los 24 del Partido Conservador conforman una mayoría absoluta uribista en el Congreso que, como lo avizoramos en una columna anterior, es una muestra del imperio del gatopardismo en la realidad colombiana, donde las cosas se cambian para que nada cambie. Claro, todo con la complicidad de las fuerzas que copan las tendencias de centro y de izquierda. El otrora gran partido Liberal se consuela ahora con el argumento de su jefe único, Rafael Pardo, quien sostiene que lo que han librado los rojos es una lucha de  resistencia durante 12 años de ejercicio de  la oposición.
El Polo Democrático, que desde sus orígenes también ha estado en la oposición, dilapida su oportunidad histórica cuando en el manejo de la cosa pública, sobretodo en Bogotá, incurre en actitudes que no tiene mucho que envidiarle a las prácticas clientelistas de la política tradicional.
Y eso se lo cobró la opinión capitalina en el debate pasado que prefirió volcarse hacia el Partido Verde que supo interpretar de mejor manera el clamor de transparencia que eleva a los cuatro vientos la franja electoral que no se compra ni se vende. Gustavo Petro, si quiere recomponer el camino con miras a las elecciones presidenciales tiene que hacer un esfuerzo monumental y mostrar ante la opinión que está comprometido de palabra y obra con el ejercicio de una nueva ética gubernamental que eleva a la categoría de sagrado los recursos públicos, fustigando sin consideración al interior de su partido las prácticas clientelistas y corruptas. Tiene que aprovechar la renuncia de Jaime Dussán como presidente del Polo, –enhorabuena-, para posicionar en su reemplazo a alguien con mucha autoridad moral ante el país. Ojalá ese alguien fuera Jorge Enrique Robledo.
De otro lado, bienvenido el triunfo de Mockus en la consulta verde que en cierta forma oxigena la política y envía un esperanzador mensaje de que no todo está perdido. Aún quedan reservas morales que si se canalizan de manera inteligente puede dar como resultado la conformación de un gran bloque que cambie el sonido estridente de los picotazos desgarradores que se ensañan contra los presupuestos oficiales, por la sinfonía de la ética y el bien común que oriente al país hacia horizontes de equidad y de oportunidad social.

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