Por intermedio del buenazo de Alonso Sánchez Mejía, “Loncho”, llegó a mis manos el libro Las Formas del Odio, escrito por Alonso Sánchez Baute, “Lonchito”. No sé si por iniciativa de Sánchez Mejía o Sánchez Baute, me inclino por creer que es un bonito detalle de Loncho, pues de haber sido Lonchito, lo más correcto […]
Por intermedio del buenazo de Alonso Sánchez Mejía, “Loncho”, llegó a mis manos el libro Las Formas del Odio, escrito por Alonso Sánchez Baute, “Lonchito”. No sé si por iniciativa de Sánchez Mejía o Sánchez Baute, me inclino por creer que es un bonito detalle de Loncho, pues de haber sido Lonchito, lo más correcto era autografiarlo y voy a estar pendiente de su venida a esta ciudad para solicitárselo pues con seguridad no me lo va a negar. En todo caso mil gracias a ambos por este magnífico regalo.
Leí el librito por su tamaño y librazo por su gran contenido en un rato, lo releí en otro y lo volví a leer y lo voy a leer otra vez, porque este librito es como El Quijote, que mi papá y mi mamá, los inolvidables Chema y Lucinda, decían que entre más lo leían, lo hicieron por lo menos medio centenar de veces, más detalles le encontraban. Yo no opino al respecto porque no lo he leído y me horrorizan esos libros más gruesos que un ladrillo coletudo que mis hermanos Doris y Tico y ahora mi yerna Juliette devoran un santiamén y con avidez. Eso también sucede con las películas de Cantinflas, Sandrini, Resortes y Clavillazos que hay que verlas varias veces para sacarles todo el jugo, de esas si he visto bastante ahora en TV y antes en el famoso Teatro Cesar, hoy abandonado y a la deriva que fue de propiedad de Don Guillermo Baute y su señora Carlota Uhía, abuelos de Lonchito, de gratas recordaciones y se me olvidaba decir ¡qué horror comadre! que la mamá de Lonchito es la requeté conocida Astrid Baute Uhía, mi querida comadre, no de cabuyita sino de sacramento, pues fue escogida por mi hija Meche cuando ya tenía uso de razón y que hoy tiene abandonado a Loncho y no le da “nada” por culpa del celular y el computador, labor a que se dedica 20 horas al día y las 4 restantes duerme, cuando ya Loncho que es un magnifico reportero ha salido a los tertuliaderos y calles a recoger noticias. Radio Guatapurí o El Informador le decimos los billaristas del Club Valledupar, donde no juega pero todos los días sin falta nos lleva las últimas noticias bien documentadas y sustentadas y para desquitarse en unión con Mendelson Ruíz porque no les gustó un comentario que hice de alguna cosa o de una persona en este espacio me puso D´artagnan en forma socarrona y burlesca, al principio me molestó pero después pensé que era muy meritorio que me comparara con el columnista más leído en su época en Colombia.
Cómo no voy a saber yo que ahí se escribe así, cuando indica un lugar y no hay que significa existencia, la culpa fue de mi nueva transcriptora La Maye y mía por no revisar bien. Gracias Aristides López y Elsa Bolaño por la corrección.
Por intermedio del buenazo de Alonso Sánchez Mejía, “Loncho”, llegó a mis manos el libro Las Formas del Odio, escrito por Alonso Sánchez Baute, “Lonchito”. No sé si por iniciativa de Sánchez Mejía o Sánchez Baute, me inclino por creer que es un bonito detalle de Loncho, pues de haber sido Lonchito, lo más correcto […]
Por intermedio del buenazo de Alonso Sánchez Mejía, “Loncho”, llegó a mis manos el libro Las Formas del Odio, escrito por Alonso Sánchez Baute, “Lonchito”. No sé si por iniciativa de Sánchez Mejía o Sánchez Baute, me inclino por creer que es un bonito detalle de Loncho, pues de haber sido Lonchito, lo más correcto era autografiarlo y voy a estar pendiente de su venida a esta ciudad para solicitárselo pues con seguridad no me lo va a negar. En todo caso mil gracias a ambos por este magnífico regalo.
Leí el librito por su tamaño y librazo por su gran contenido en un rato, lo releí en otro y lo volví a leer y lo voy a leer otra vez, porque este librito es como El Quijote, que mi papá y mi mamá, los inolvidables Chema y Lucinda, decían que entre más lo leían, lo hicieron por lo menos medio centenar de veces, más detalles le encontraban. Yo no opino al respecto porque no lo he leído y me horrorizan esos libros más gruesos que un ladrillo coletudo que mis hermanos Doris y Tico y ahora mi yerna Juliette devoran un santiamén y con avidez. Eso también sucede con las películas de Cantinflas, Sandrini, Resortes y Clavillazos que hay que verlas varias veces para sacarles todo el jugo, de esas si he visto bastante ahora en TV y antes en el famoso Teatro Cesar, hoy abandonado y a la deriva que fue de propiedad de Don Guillermo Baute y su señora Carlota Uhía, abuelos de Lonchito, de gratas recordaciones y se me olvidaba decir ¡qué horror comadre! que la mamá de Lonchito es la requeté conocida Astrid Baute Uhía, mi querida comadre, no de cabuyita sino de sacramento, pues fue escogida por mi hija Meche cuando ya tenía uso de razón y que hoy tiene abandonado a Loncho y no le da “nada” por culpa del celular y el computador, labor a que se dedica 20 horas al día y las 4 restantes duerme, cuando ya Loncho que es un magnifico reportero ha salido a los tertuliaderos y calles a recoger noticias. Radio Guatapurí o El Informador le decimos los billaristas del Club Valledupar, donde no juega pero todos los días sin falta nos lleva las últimas noticias bien documentadas y sustentadas y para desquitarse en unión con Mendelson Ruíz porque no les gustó un comentario que hice de alguna cosa o de una persona en este espacio me puso D´artagnan en forma socarrona y burlesca, al principio me molestó pero después pensé que era muy meritorio que me comparara con el columnista más leído en su época en Colombia.
Cómo no voy a saber yo que ahí se escribe así, cuando indica un lugar y no hay que significa existencia, la culpa fue de mi nueva transcriptora La Maye y mía por no revisar bien. Gracias Aristides López y Elsa Bolaño por la corrección.