Desde etapas primarias del mundo, los imperios y monarquías construyeron su poderío sobre tres constructos: la economía, las armas y la religión.
Desde etapas primarias del mundo, los imperios y monarquías construyeron su poderío sobre tres constructos: la economía, las armas y la religión. Roma, después de ser una monarquía, se convirtió en un imperio politeísta que adoptaba los dioses de los pueblos avasallados lo cual impedía la unidad religiosa; el emperador Constantino entendió esta realidad y por eso impuso el cristianismo como única religión del Imperio, porque varios dioses podrían significar que Roma era un imperio dividido.
Consolidada esta triada, comenzó el expansionismo de Roma que, al tiempo, cavaba su propia sepultura. Pero, para la posteridad, estos conceptos primarios tendrían que meterse en un solo saco llamado democracia, para significar que las monarquías y los imperios habían terminado y que los pueblos entrarían a gobernar. Más, esto sigue igual, solo con cambios de nombres y procedimientos en la triada.
En los regímenes modernos, esta concepción se mantiene, pero con nombres diferentes; ahora el Estado lo integran tres pilares: DIOS, PATRIA Y FAMILIA, construidos en el confesionalismo medioeval. Esta nueva triada ha tomado fuerza en América Latina, especialmente en la Colombia uribista, en el Brasil bolsonarista, en el Chile pinochetista y en otros regímenes de derecha de la región. Ahora, DIOS reemplaza el término religión, esa que puede entrar al saco interno de las personas y dirigir sus emociones y sentimientos mediante la imposición del temor y la adoración; para ello inventaron el estadio del infierno.
Para muchos, Dios es una muletilla que invocan para todo, hasta los futbolistas mediocres lo hacen con la esperanza de ganar un partido y cuando hacen un gol alzan sus brazos señalando al autor, el que lo hizo, Dios. PATRIA es un concepto central, proveniente de las canteras de la ultraderecha prusiana, cuna del nacismo y del fachismo, instrumentadores del uso de las armas para reprimir al adversario; sin embargo, este patrioterismo nos lo muestran como un espacio sociocultural, nacionalista y geográfico que, por igual, es de todos. ¡Ajuá¡, es un mantra que traduce: vayan, ataquen y maten.
Como dijo una senadora que representa esta tendencia: “el ejército es un arma letal que entra a matar, no son monjitas que entran a rezar”. Ahí se olvidan de Dios, hipócritas. Así hablan la derecha y los imperios.
El otro miembro de este trípode es la FAMILIA, dulce caramelo e hipotético aglutinante del hogar. Cuando promueven querellas sobre equidad de género (según Linneo, hombres y mujeres somos del mismo género, el Homo) pretenden orientar la educación o pontificar sobre la reproducción y la sexualidad, invocan este constructo, pero callan cuando se trata de indagar sobre las posibles causas de disolución de unidades familiares donde Colombia registra los peores indicadores de la región o sobre la deserción escolar o sobre despojo y violación de derechos de muchas familias. ¿Cuál familia? Aquí, el 42% de los hogares lo integran madres cabeza de hogar. Lo ideal es que este trípode de poder lo integren SOCIEDAD, CIENCIA Y EQUIDAD, muy distantes de la concepción esotérica y más aterrizado en las realidades terrenales.
Mi reino no es de este mundo, dijo el que murió en la cruz. Es sobre esta nueva triada que deberemos construir un verdadero poder laico con el cual la ética, la dignidad y la justicia social puedan surgir. Es una lástima que no hayamos superado el lastre que nos dejaron la conquista y la colonia españolas; heredamos la formaleta de un Estado vacío y sin principios que aplica las mismas prácticas y credos del conquistador.
Por eso, debemos construir un modelo de gobierno que produzca cambios cualitativos en la SOCIEDAD, que somos todos, el embrión de la Nación por encima del individuo al cual sacraliza el modelo actual; el Estado debe apoyarse en la Nación. La CIENCIA es el motor que impulsa a la sociedad, que la cualifica y le da poder de cambio. Mientras tanto, la EQUIDAD es el aglutinante que mantiene unida a la familia y a la Nación.
Por Luis Napoleón de Armas P.
Desde etapas primarias del mundo, los imperios y monarquías construyeron su poderío sobre tres constructos: la economía, las armas y la religión.
Desde etapas primarias del mundo, los imperios y monarquías construyeron su poderío sobre tres constructos: la economía, las armas y la religión. Roma, después de ser una monarquía, se convirtió en un imperio politeísta que adoptaba los dioses de los pueblos avasallados lo cual impedía la unidad religiosa; el emperador Constantino entendió esta realidad y por eso impuso el cristianismo como única religión del Imperio, porque varios dioses podrían significar que Roma era un imperio dividido.
Consolidada esta triada, comenzó el expansionismo de Roma que, al tiempo, cavaba su propia sepultura. Pero, para la posteridad, estos conceptos primarios tendrían que meterse en un solo saco llamado democracia, para significar que las monarquías y los imperios habían terminado y que los pueblos entrarían a gobernar. Más, esto sigue igual, solo con cambios de nombres y procedimientos en la triada.
En los regímenes modernos, esta concepción se mantiene, pero con nombres diferentes; ahora el Estado lo integran tres pilares: DIOS, PATRIA Y FAMILIA, construidos en el confesionalismo medioeval. Esta nueva triada ha tomado fuerza en América Latina, especialmente en la Colombia uribista, en el Brasil bolsonarista, en el Chile pinochetista y en otros regímenes de derecha de la región. Ahora, DIOS reemplaza el término religión, esa que puede entrar al saco interno de las personas y dirigir sus emociones y sentimientos mediante la imposición del temor y la adoración; para ello inventaron el estadio del infierno.
Para muchos, Dios es una muletilla que invocan para todo, hasta los futbolistas mediocres lo hacen con la esperanza de ganar un partido y cuando hacen un gol alzan sus brazos señalando al autor, el que lo hizo, Dios. PATRIA es un concepto central, proveniente de las canteras de la ultraderecha prusiana, cuna del nacismo y del fachismo, instrumentadores del uso de las armas para reprimir al adversario; sin embargo, este patrioterismo nos lo muestran como un espacio sociocultural, nacionalista y geográfico que, por igual, es de todos. ¡Ajuá¡, es un mantra que traduce: vayan, ataquen y maten.
Como dijo una senadora que representa esta tendencia: “el ejército es un arma letal que entra a matar, no son monjitas que entran a rezar”. Ahí se olvidan de Dios, hipócritas. Así hablan la derecha y los imperios.
El otro miembro de este trípode es la FAMILIA, dulce caramelo e hipotético aglutinante del hogar. Cuando promueven querellas sobre equidad de género (según Linneo, hombres y mujeres somos del mismo género, el Homo) pretenden orientar la educación o pontificar sobre la reproducción y la sexualidad, invocan este constructo, pero callan cuando se trata de indagar sobre las posibles causas de disolución de unidades familiares donde Colombia registra los peores indicadores de la región o sobre la deserción escolar o sobre despojo y violación de derechos de muchas familias. ¿Cuál familia? Aquí, el 42% de los hogares lo integran madres cabeza de hogar. Lo ideal es que este trípode de poder lo integren SOCIEDAD, CIENCIA Y EQUIDAD, muy distantes de la concepción esotérica y más aterrizado en las realidades terrenales.
Mi reino no es de este mundo, dijo el que murió en la cruz. Es sobre esta nueva triada que deberemos construir un verdadero poder laico con el cual la ética, la dignidad y la justicia social puedan surgir. Es una lástima que no hayamos superado el lastre que nos dejaron la conquista y la colonia españolas; heredamos la formaleta de un Estado vacío y sin principios que aplica las mismas prácticas y credos del conquistador.
Por eso, debemos construir un modelo de gobierno que produzca cambios cualitativos en la SOCIEDAD, que somos todos, el embrión de la Nación por encima del individuo al cual sacraliza el modelo actual; el Estado debe apoyarse en la Nación. La CIENCIA es el motor que impulsa a la sociedad, que la cualifica y le da poder de cambio. Mientras tanto, la EQUIDAD es el aglutinante que mantiene unida a la familia y a la Nación.
Por Luis Napoleón de Armas P.