En los años sesenta y parte de los setenta, los picot en los que se escuchaba la música vallenata eran los contratados para amenizar reuniones sociales, familiares, sin embargo, cuando las disqueras CBS, luego llamado Sony Music, Codiscos, con su sello costeño, comenzaron a impulsar sus productos musicales en las emisoras, comenzaron a programar canciones del Binomio de Oro, Los Betos, Los Hermanos Zuleta, Jorge Oñate, Silvio Brito y Diomedes Díaz, quien se convirtió en el ídolo musical de la ciudad.
La música de acordeón, que después fue llamada vallenata, encontró en Barranquilla las maneras para lograr lo que el investigador francés Jacques Girald denomina su modernización. También halló la forma para reunir e identificar como pertenecientes a su universo, a un grupo de ritmos musicales que habían sido concebidos, de manera inconexa, por acordeoneros dispersos en lo que era el Magdalena grande.
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Cada uno de ellos le aportó su estilo, sus características regionales, a esta música que apenas crecía en distintos lugares de este departamento. La radio y sus radios teatros, así como las incipientes casas de grabación de Barranquilla, fueron fundamentales para el desarrollo de estos procesos.
A principios de esta década, el guitarrista Julio Cesar Bovea y el cantante Alberto Fernández se constituyeron en nuevos referentes musicales de los barranquilleros. Fueron las canciones de autoría de Rafael Escalona las de mayor aceptación, las que grabaron, en 1962, para el sello Tropical de Barranquilla. A este grupo perteneció el acordeonero barranquillero Alberto Pacheco.
Pacheco, que también hizo parte del conjunto Los Campesinos del Vallenato, que grabó a mediados de esta década la canción ‘La Paloma’, que es una tamborera de la autoría de Adolfo Echeverría, la que se constituyó en un acontecimiento musical en esta ciudad. Éxito que no alcanzó con ninguna de las interpretadas hechas en algunos de los cuatro ritmos vallenatos, ni cuando fue coronado, en 1971, como rey del Festival de la Leyenda Vallenata.
Para principios de estos años era usual ver a Juancho Polo Valencia tocando acordeón en bares y cantinas ubicadas en El Boliche. Lo hacía porque para esta parte del mercado público se habían desplazado los viajeros de las zonas rurales de gran parte del Caribe colombiano, tras el marchitamiento de la navegación fluvial. Desde entonces se convirtió en el sector de llegada y partida del sistema de transporte en bus intermunicipal.
En esta zona estaba la peluquería de Víctor Moreno, donde frecuentaba, además de Polo Valencia, y en ocasiones Aníbal Velásquez, el acordeonista, oriundo de Altos del Rosario, Bolívar, Isaac Vásquez, quien sería el creador de la tradición de que los conjuntos vallenatos tocaran por pieza en bares, cantinas y restaurante del mercado y el centro de la ciudad. Junto a los acordeonistas José López Rivera, Sigilfredo Rodríguez y Mario López, él fue el primero en ubicarse con un cajero y un guacharaquero en la calle 72, lo que sucedió a finales del sesenta o principios de los 70. Llegaron buscando un espacio en torno al restaurante Chop Suey, donde se reunían músicos que componían los tríos musicales.
Otro lugar de reunión de los músicos fue la calle 72 con carrera 43, exactamente frente a la puerta del desaparecido Banco Cafetero. Era el destino final de la ruta que iniciaban en el centro de la ciudad, iban de cantina en cantina, subiendo por la carrera 43. Otra vía pública en la que permanecían los conjuntos era en la calle 30 con carrera 38. Fue con la bonanza marimbera y la importancia que adquirió el vallenato, cuando el parque de los músicos se hizo el único lugar de confluencia de los intérpretes de esta música del Caribe colombiano.
Hubo una canción que rompió las ataduras de la indiferencia y la marginalidad de la música vallenata en esta ciudad, ‘Alicia Adorada’. Tras ser grabada por Alejandro Durán, en 1968, se escuchó en traganíqueles, picots, la radio, ortofónicas y vitrolas existentes en la ciudad, como lo recuerda el médico José Chois. Para entonces ya Durán había grabado canciones que también habían sonado en la ciudad como ‘039’, ‘La Cachucha Bacana’, ‘Amor Comprado’, ‘Altos del Rosario’, y, posteriormente, ‘Compae Chemo’ de autoría de Julio Erazo, y las canciones de autoría de Rafael Escalona.
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Alejandro Durán fue el acordeonero con mayor aceptación en Barranquilla en los años sesenta y parte de los setenta, según el director de radio, Ley Martín. Sobre este juglar dice el programador y director de radio Luis Altamiranda Sandoval, que el disco, que asocia con el vallenato, y que programaba en Olímpica a.m., era ‘La Candela Viva’.
Mientras que Idalides Medina Santander, quien fue locutora de Caracol radio en Barranquilla, asegura que el programador de Radio Reloj, Carlos Consuegra Donado, poco afecto a la música vallenata, acostumbraba a programar la música de este acordeonista.
Juancho Polo, que había grabado sin éxito el paseo ‘Alicia Adorada’, en Emisoras Unidas de Barranquilla, logró posesionarse en el gusto de los barranquilleros a través de canciones como ‘Lucero Espiritual’, ‘El Duende’, ‘Vení Vení’, ‘Sí, sí’, algunas de ellas interpretadas en aire de pasiaito, y no ‘La Prima’ y ‘Plátano maduro y queso’, que es un son de negro.
Algunas de estas canciones son mencionadas por coleccionistas y picoteros como Don Alirio, Manuel Hernández, como las que han sonado en los picot de Barranquilla. Incluso, este último relata la historia de un enfrentamiento entre dos picot, en los años 70, en el que uno ahogó al otro. El perdedor programó una descarga de Tito Puentes, mientras que el vencedor respondió con la canción ‘Sí, sí’.
El cantante de música tropical Tony Arrau, con el seudónimo de ‘Don Abundio’, y con el marco musical de Adolfo Echeverría, grabaron la canción ‘Me robaron el sombrero’, en 1974, lo hizo imitando a Polo Valencia, la que fue un éxito musical. Al año siguiente este juglar grabó el mismo tema, que es de la autoría de Echeverría, versión de la que se puede señalar que fue su último hit musical en la ciudad.
La relación entre este último con el vallenato tenía un antecedente, en 1969, cuando con el acompañamiento del acordeonero José Carranza, lanzó un disco de larga duración en el que fueron incluidos algunos paseos y merengues.
En los carnavales de 1968, año en el que se celebró el primer festival vallenato, irrumpen en Barranquilla los músicos Richie Ray y Bobby Cruz, los que, según Rafael Bassi y Jairo Solano (2017), cambiaron para siempre el gusto de sus habitantes para la música y el baile. Pero, también, se produjo un hecho histórico, es contratado Alfredo Gutiérrez y sus estrellas, para animar los bailes en la caseta La Tremenda. Su primer éxito en la ciudad, después de separarse de Los Corraleros de Majagual, fue ‘La Banda Borracha’, y es a partir de 1968 cuando comienzan a sonar canciones como ‘Cabellos Largos’, ‘La Cañaguatera’, ‘Los novios’, ‘Ojos Gachos’, ‘Cabellos Cortos’, ‘La Choza’, en fin.
Asegura Fausto Pérez Villarreal, biógrafo del acordeonero, que a partir de ese año se convirtió en el intérprete de vallenato con mayor aceptación en la ciudad.
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Y mientras esto sucedía, en los picot sonaba la música de Cortijo y su Combo, la pachanga y el boogaloo, impulsada por la juventud que descalificaba al vallenato llamándolo corroncho.
En 1970 y 1974 suceden algunos hechos impensados en una ciudad en la que la salsa, como fenómeno artístico, social transnacional, había terminado desplazando, por intereses comerciales, su identidad geo cultural de música Caribe (Contreras, 2008). Alfredo Gutiérrez ocupa el segundo puesto en el Festival de Orquestas en la categoría de grandes conjuntos, después de Los Graduados y por encima de Nelson y sus Estrellas. La otra, Los Hermanos López, cantando Jorge Oñate, ganan un Congo de Oro especial, en 1974, con canciones que sonaban en la radio local como ‘No voy a Patillal’ y ‘El Cantor de Fonseca’.
Esta agrupación participó en estos carnavales animando los cuatro días en la caseta El Toro Sentado. De este último hecho, recordaba el locutor Jaime Pérez Parodi que tras visitar al Hotel del Prado, en compañía de Jorge Oñate, buscando que contrataran a este conjunto vallenato, el gerente artístico les dijo que mientras él ocupara ese cargo la música vallenata jamás sonaría en este lugar.
Pero estos hechos, considerados como significativos en el proceso de masificación del vallenato en la ciudad, son producto de distintos factores, de los que podemos examinar algunos. El desarrollo de vías de comunicación, la construcción del Puente Pumarejo, y el éxodo de personas y grupos familiares hacia las ciudades de Colombia, que inició en los años 20 y que continuó con más fuerza entre 1951 y 1964, lo que llevó a campesinos y habitantes de pequeños y medianas poblaciones del Caribe a ubicarse en Barranquilla. Con los viajeros llegó el gusto por la música vallenata.
Además del surgimiento de agrupaciones que utilizan nuevos instrumentos musicales, vestimentas como las orquestas y combos tropicales, y la grabación de canciones cuyas letras dejan de tener esa connotación rupestre, para cantarle a hechos, sentimientos, con los que los habitantes de la ciudad se identifican. En lo que, sin lugar a dudas, contribuyó el Binomio de Oro, creado en 1976, con un cantante con aspecto citadino que rompe con los estereotipos de los músicos con facciones de campesinos o pueblerinos, lo que entonces era una manera peyorativa de calificar a quienes no eran nativos de esa ciudad.
Hubo un componente económico, aunque ilegal, la bonanza marimbera que dinamizó este proceso en la ciudad, sobre todo cuando los marimberos, ricos emergentes, se mudaron para Barranquilla. Fue en el tiempo en que los conjuntos apostados en el parque de los músicos, tuvieron mayor trabajo y mejores ingresos, y cuando se escuchó con continuidad en emisoras y en otros medios, la música vallenata.
Otro factor determinante fue la llegada de una oleada de jóvenes, amantes de esta música, a la ciudad, los que eran habitantes de distintas provincias del Caribe colombiano. Llegaron a matricularse en las universidades locales, lo que impulsó la aparición, frente a algunas de ellas, de establecimientos comerciales en los que programaban vallenato.
La radio barranquillera también contribuyó en el proceso, después de que algunas abrieron espacios para programar vallenato. El locutor Gilberto Estor Lara señala que uno de los primeros programas dedicados a esta música fue el dirigido por el locutor conocido como ‘El loquillo’ Codina, en Radio Piloto. Dice, además, que en 1970 Cecil Alfonso Pardo creó el programa Rapsodia Vallenata, en Radio Libertad, el que dirige por tres años. Lo reemplaza Estor Lara, quien aún recuerda las llamadas telefónicas que le hacían, para pedirle que no siguiera programando esa música corroncha.
Esta emisora, que no era escuchada en Barranquilla, por su potencia era la de mayor sintonía en departamentos como los del Magdalena, Bolívar, Atlántico y parte del Cesar, lo que la convirtió en masificadora del vallenato que llevaron, en el gusto musical, a Barranquilla muchos de los que por distintas razones se residenciaron en ella.
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Gilberto Estor fue reemplazado en Radio Libertad por Rafael Xiques Monte, por lo que se trasladó para La Voz de la Patria creando el programa ‘Así canta el Vallenato’, con el que, en 1978, a petición de Mike Char, se va a Emisora Atlántico.
En 1970, Lenin Bueno Suárez creó un programa de las mismas características en Emisora Atlántico, y, también, lo hace Cheo Feliciano en La voz de la Patria, que luego dirige Álvaro Ariza. Lenin, después va a la voz de Barranquilla con su programa Festival Vallenato, mientras el doctor Martínez y Cecil Alfonso Pardo dirigen los suyos en Emisoras Unidas.
En los años sesenta y parte de los setenta, los picot en los que se escuchaba la música vallenata eran los contratados para amenizar reuniones sociales, familiares, sin embargo, cuando las disqueras CBS, luego llamado Sony Music, Codiscos, con su sello costeño, comenzaron a impulsar sus productos musicales en las emisoras, algunos de los que sonaban en las verbenas, comenzaron a programar canciones del Binomio de Oro, Los Betos, Los Hermanos Zuleta, Jorge Oñate, Silvio Brito, El Doble Poder y Diomedes Díaz, quien se convirtió en el ídolo musical de la ciudad.
Asegura el productor de televisión, programador de música y locutor Renzo Rodríguez, que también se escuchaba la música de Juancho Polo Valencia, Alejandro Durán, Los Chiches del Vallenato, Calixto Ochoa, Los Hermanos Ramos, Lo Hermanos Caraballo, Andrés Landero, Las Estrellas Vallenatas, Oswaldo Rojano, Los Copilotos del Vallenato. Mientras que el coleccionista de música e investigador de salsa, Rodman Niebles, menciona a los acordeonistas Rafael Cabezas, Dolcey Gutiérrez, Ángel Vásquez, Catalino Tejedor, Morgan Blanco, Lisandro Meza, José María Peñaranda, Calixto Ochoa, haciendo la salvedad que sin interpretar vallenatos.
Según el investigador y docente Gilberto Marenco Better, el espacio ganado en los picot y las verbenas por la música vallenata se ha ido reduciendo, debido a que los picoteros basan su programación en los temas africanos y las champetas, esta última para realizar el denominado “perreo“.
En 1989 la cadena radial Caracol, reemplaza la emisora Radio Activa, que programaba música rock, de la banda Fm, de Barranquilla, por La Vallenata, en la que sonaba el vallenato las 24 horas al día. De este hecho histórico asegura Ley Martin que fue quien le propuso a la directiva de la cadena radial hacerlo, basado en el argumento de que este género musical era el más bailado, tocado y grabado en Colombia.
Seis años antes de este hecho Alejo Durán le dijo a Rito Llerena: “El vallenato era una cultura campesina, pero hoy me doy cuenta que es más grande que todos, porque, vea, donde se ha metido. Dejó de ser campesino y ha logrado civilizarse”.
A mi tío Marco Tulio, a su lado escuché los primeros vallenatos.
Por Álvaro de Jesús Rojano Osorio
En los años sesenta y parte de los setenta, los picot en los que se escuchaba la música vallenata eran los contratados para amenizar reuniones sociales, familiares, sin embargo, cuando las disqueras CBS, luego llamado Sony Music, Codiscos, con su sello costeño, comenzaron a impulsar sus productos musicales en las emisoras, comenzaron a programar canciones del Binomio de Oro, Los Betos, Los Hermanos Zuleta, Jorge Oñate, Silvio Brito y Diomedes Díaz, quien se convirtió en el ídolo musical de la ciudad.
La música de acordeón, que después fue llamada vallenata, encontró en Barranquilla las maneras para lograr lo que el investigador francés Jacques Girald denomina su modernización. También halló la forma para reunir e identificar como pertenecientes a su universo, a un grupo de ritmos musicales que habían sido concebidos, de manera inconexa, por acordeoneros dispersos en lo que era el Magdalena grande.
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Cada uno de ellos le aportó su estilo, sus características regionales, a esta música que apenas crecía en distintos lugares de este departamento. La radio y sus radios teatros, así como las incipientes casas de grabación de Barranquilla, fueron fundamentales para el desarrollo de estos procesos.
A principios de esta década, el guitarrista Julio Cesar Bovea y el cantante Alberto Fernández se constituyeron en nuevos referentes musicales de los barranquilleros. Fueron las canciones de autoría de Rafael Escalona las de mayor aceptación, las que grabaron, en 1962, para el sello Tropical de Barranquilla. A este grupo perteneció el acordeonero barranquillero Alberto Pacheco.
Pacheco, que también hizo parte del conjunto Los Campesinos del Vallenato, que grabó a mediados de esta década la canción ‘La Paloma’, que es una tamborera de la autoría de Adolfo Echeverría, la que se constituyó en un acontecimiento musical en esta ciudad. Éxito que no alcanzó con ninguna de las interpretadas hechas en algunos de los cuatro ritmos vallenatos, ni cuando fue coronado, en 1971, como rey del Festival de la Leyenda Vallenata.
Para principios de estos años era usual ver a Juancho Polo Valencia tocando acordeón en bares y cantinas ubicadas en El Boliche. Lo hacía porque para esta parte del mercado público se habían desplazado los viajeros de las zonas rurales de gran parte del Caribe colombiano, tras el marchitamiento de la navegación fluvial. Desde entonces se convirtió en el sector de llegada y partida del sistema de transporte en bus intermunicipal.
En esta zona estaba la peluquería de Víctor Moreno, donde frecuentaba, además de Polo Valencia, y en ocasiones Aníbal Velásquez, el acordeonista, oriundo de Altos del Rosario, Bolívar, Isaac Vásquez, quien sería el creador de la tradición de que los conjuntos vallenatos tocaran por pieza en bares, cantinas y restaurante del mercado y el centro de la ciudad. Junto a los acordeonistas José López Rivera, Sigilfredo Rodríguez y Mario López, él fue el primero en ubicarse con un cajero y un guacharaquero en la calle 72, lo que sucedió a finales del sesenta o principios de los 70. Llegaron buscando un espacio en torno al restaurante Chop Suey, donde se reunían músicos que componían los tríos musicales.
Otro lugar de reunión de los músicos fue la calle 72 con carrera 43, exactamente frente a la puerta del desaparecido Banco Cafetero. Era el destino final de la ruta que iniciaban en el centro de la ciudad, iban de cantina en cantina, subiendo por la carrera 43. Otra vía pública en la que permanecían los conjuntos era en la calle 30 con carrera 38. Fue con la bonanza marimbera y la importancia que adquirió el vallenato, cuando el parque de los músicos se hizo el único lugar de confluencia de los intérpretes de esta música del Caribe colombiano.
Hubo una canción que rompió las ataduras de la indiferencia y la marginalidad de la música vallenata en esta ciudad, ‘Alicia Adorada’. Tras ser grabada por Alejandro Durán, en 1968, se escuchó en traganíqueles, picots, la radio, ortofónicas y vitrolas existentes en la ciudad, como lo recuerda el médico José Chois. Para entonces ya Durán había grabado canciones que también habían sonado en la ciudad como ‘039’, ‘La Cachucha Bacana’, ‘Amor Comprado’, ‘Altos del Rosario’, y, posteriormente, ‘Compae Chemo’ de autoría de Julio Erazo, y las canciones de autoría de Rafael Escalona.
No dejes de leer: Acordeón bendito
Alejandro Durán fue el acordeonero con mayor aceptación en Barranquilla en los años sesenta y parte de los setenta, según el director de radio, Ley Martín. Sobre este juglar dice el programador y director de radio Luis Altamiranda Sandoval, que el disco, que asocia con el vallenato, y que programaba en Olímpica a.m., era ‘La Candela Viva’.
Mientras que Idalides Medina Santander, quien fue locutora de Caracol radio en Barranquilla, asegura que el programador de Radio Reloj, Carlos Consuegra Donado, poco afecto a la música vallenata, acostumbraba a programar la música de este acordeonista.
Juancho Polo, que había grabado sin éxito el paseo ‘Alicia Adorada’, en Emisoras Unidas de Barranquilla, logró posesionarse en el gusto de los barranquilleros a través de canciones como ‘Lucero Espiritual’, ‘El Duende’, ‘Vení Vení’, ‘Sí, sí’, algunas de ellas interpretadas en aire de pasiaito, y no ‘La Prima’ y ‘Plátano maduro y queso’, que es un son de negro.
Algunas de estas canciones son mencionadas por coleccionistas y picoteros como Don Alirio, Manuel Hernández, como las que han sonado en los picot de Barranquilla. Incluso, este último relata la historia de un enfrentamiento entre dos picot, en los años 70, en el que uno ahogó al otro. El perdedor programó una descarga de Tito Puentes, mientras que el vencedor respondió con la canción ‘Sí, sí’.
El cantante de música tropical Tony Arrau, con el seudónimo de ‘Don Abundio’, y con el marco musical de Adolfo Echeverría, grabaron la canción ‘Me robaron el sombrero’, en 1974, lo hizo imitando a Polo Valencia, la que fue un éxito musical. Al año siguiente este juglar grabó el mismo tema, que es de la autoría de Echeverría, versión de la que se puede señalar que fue su último hit musical en la ciudad.
La relación entre este último con el vallenato tenía un antecedente, en 1969, cuando con el acompañamiento del acordeonero José Carranza, lanzó un disco de larga duración en el que fueron incluidos algunos paseos y merengues.
En los carnavales de 1968, año en el que se celebró el primer festival vallenato, irrumpen en Barranquilla los músicos Richie Ray y Bobby Cruz, los que, según Rafael Bassi y Jairo Solano (2017), cambiaron para siempre el gusto de sus habitantes para la música y el baile. Pero, también, se produjo un hecho histórico, es contratado Alfredo Gutiérrez y sus estrellas, para animar los bailes en la caseta La Tremenda. Su primer éxito en la ciudad, después de separarse de Los Corraleros de Majagual, fue ‘La Banda Borracha’, y es a partir de 1968 cuando comienzan a sonar canciones como ‘Cabellos Largos’, ‘La Cañaguatera’, ‘Los novios’, ‘Ojos Gachos’, ‘Cabellos Cortos’, ‘La Choza’, en fin.
Asegura Fausto Pérez Villarreal, biógrafo del acordeonero, que a partir de ese año se convirtió en el intérprete de vallenato con mayor aceptación en la ciudad.
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Y mientras esto sucedía, en los picot sonaba la música de Cortijo y su Combo, la pachanga y el boogaloo, impulsada por la juventud que descalificaba al vallenato llamándolo corroncho.
En 1970 y 1974 suceden algunos hechos impensados en una ciudad en la que la salsa, como fenómeno artístico, social transnacional, había terminado desplazando, por intereses comerciales, su identidad geo cultural de música Caribe (Contreras, 2008). Alfredo Gutiérrez ocupa el segundo puesto en el Festival de Orquestas en la categoría de grandes conjuntos, después de Los Graduados y por encima de Nelson y sus Estrellas. La otra, Los Hermanos López, cantando Jorge Oñate, ganan un Congo de Oro especial, en 1974, con canciones que sonaban en la radio local como ‘No voy a Patillal’ y ‘El Cantor de Fonseca’.
Esta agrupación participó en estos carnavales animando los cuatro días en la caseta El Toro Sentado. De este último hecho, recordaba el locutor Jaime Pérez Parodi que tras visitar al Hotel del Prado, en compañía de Jorge Oñate, buscando que contrataran a este conjunto vallenato, el gerente artístico les dijo que mientras él ocupara ese cargo la música vallenata jamás sonaría en este lugar.
Pero estos hechos, considerados como significativos en el proceso de masificación del vallenato en la ciudad, son producto de distintos factores, de los que podemos examinar algunos. El desarrollo de vías de comunicación, la construcción del Puente Pumarejo, y el éxodo de personas y grupos familiares hacia las ciudades de Colombia, que inició en los años 20 y que continuó con más fuerza entre 1951 y 1964, lo que llevó a campesinos y habitantes de pequeños y medianas poblaciones del Caribe a ubicarse en Barranquilla. Con los viajeros llegó el gusto por la música vallenata.
Además del surgimiento de agrupaciones que utilizan nuevos instrumentos musicales, vestimentas como las orquestas y combos tropicales, y la grabación de canciones cuyas letras dejan de tener esa connotación rupestre, para cantarle a hechos, sentimientos, con los que los habitantes de la ciudad se identifican. En lo que, sin lugar a dudas, contribuyó el Binomio de Oro, creado en 1976, con un cantante con aspecto citadino que rompe con los estereotipos de los músicos con facciones de campesinos o pueblerinos, lo que entonces era una manera peyorativa de calificar a quienes no eran nativos de esa ciudad.
Hubo un componente económico, aunque ilegal, la bonanza marimbera que dinamizó este proceso en la ciudad, sobre todo cuando los marimberos, ricos emergentes, se mudaron para Barranquilla. Fue en el tiempo en que los conjuntos apostados en el parque de los músicos, tuvieron mayor trabajo y mejores ingresos, y cuando se escuchó con continuidad en emisoras y en otros medios, la música vallenata.
Otro factor determinante fue la llegada de una oleada de jóvenes, amantes de esta música, a la ciudad, los que eran habitantes de distintas provincias del Caribe colombiano. Llegaron a matricularse en las universidades locales, lo que impulsó la aparición, frente a algunas de ellas, de establecimientos comerciales en los que programaban vallenato.
La radio barranquillera también contribuyó en el proceso, después de que algunas abrieron espacios para programar vallenato. El locutor Gilberto Estor Lara señala que uno de los primeros programas dedicados a esta música fue el dirigido por el locutor conocido como ‘El loquillo’ Codina, en Radio Piloto. Dice, además, que en 1970 Cecil Alfonso Pardo creó el programa Rapsodia Vallenata, en Radio Libertad, el que dirige por tres años. Lo reemplaza Estor Lara, quien aún recuerda las llamadas telefónicas que le hacían, para pedirle que no siguiera programando esa música corroncha.
Esta emisora, que no era escuchada en Barranquilla, por su potencia era la de mayor sintonía en departamentos como los del Magdalena, Bolívar, Atlántico y parte del Cesar, lo que la convirtió en masificadora del vallenato que llevaron, en el gusto musical, a Barranquilla muchos de los que por distintas razones se residenciaron en ella.
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Gilberto Estor fue reemplazado en Radio Libertad por Rafael Xiques Monte, por lo que se trasladó para La Voz de la Patria creando el programa ‘Así canta el Vallenato’, con el que, en 1978, a petición de Mike Char, se va a Emisora Atlántico.
En 1970, Lenin Bueno Suárez creó un programa de las mismas características en Emisora Atlántico, y, también, lo hace Cheo Feliciano en La voz de la Patria, que luego dirige Álvaro Ariza. Lenin, después va a la voz de Barranquilla con su programa Festival Vallenato, mientras el doctor Martínez y Cecil Alfonso Pardo dirigen los suyos en Emisoras Unidas.
En los años sesenta y parte de los setenta, los picot en los que se escuchaba la música vallenata eran los contratados para amenizar reuniones sociales, familiares, sin embargo, cuando las disqueras CBS, luego llamado Sony Music, Codiscos, con su sello costeño, comenzaron a impulsar sus productos musicales en las emisoras, algunos de los que sonaban en las verbenas, comenzaron a programar canciones del Binomio de Oro, Los Betos, Los Hermanos Zuleta, Jorge Oñate, Silvio Brito, El Doble Poder y Diomedes Díaz, quien se convirtió en el ídolo musical de la ciudad.
Asegura el productor de televisión, programador de música y locutor Renzo Rodríguez, que también se escuchaba la música de Juancho Polo Valencia, Alejandro Durán, Los Chiches del Vallenato, Calixto Ochoa, Los Hermanos Ramos, Lo Hermanos Caraballo, Andrés Landero, Las Estrellas Vallenatas, Oswaldo Rojano, Los Copilotos del Vallenato. Mientras que el coleccionista de música e investigador de salsa, Rodman Niebles, menciona a los acordeonistas Rafael Cabezas, Dolcey Gutiérrez, Ángel Vásquez, Catalino Tejedor, Morgan Blanco, Lisandro Meza, José María Peñaranda, Calixto Ochoa, haciendo la salvedad que sin interpretar vallenatos.
Según el investigador y docente Gilberto Marenco Better, el espacio ganado en los picot y las verbenas por la música vallenata se ha ido reduciendo, debido a que los picoteros basan su programación en los temas africanos y las champetas, esta última para realizar el denominado “perreo“.
En 1989 la cadena radial Caracol, reemplaza la emisora Radio Activa, que programaba música rock, de la banda Fm, de Barranquilla, por La Vallenata, en la que sonaba el vallenato las 24 horas al día. De este hecho histórico asegura Ley Martin que fue quien le propuso a la directiva de la cadena radial hacerlo, basado en el argumento de que este género musical era el más bailado, tocado y grabado en Colombia.
Seis años antes de este hecho Alejo Durán le dijo a Rito Llerena: “El vallenato era una cultura campesina, pero hoy me doy cuenta que es más grande que todos, porque, vea, donde se ha metido. Dejó de ser campesino y ha logrado civilizarse”.
A mi tío Marco Tulio, a su lado escuché los primeros vallenatos.
Por Álvaro de Jesús Rojano Osorio