Por: Julio Oñate Martínez
Durante el siglo XIX, el mundo entero comenzó a conocer los grandes inventos del hombre que, en su momento, maravillaron a toda la humanidad. Al correr los años 1884 y 85 diferentes inventores de Alemania e Inglaterra trabajaban en el diseño de un vehículo que con dos ruedas fuera impulsado por un motor al igual un automóvil, pero solo hasta 1897, los hermanos de origen ruso Eugene y Michael Wemer presentaron una maquina que iría a revolucionar el transporte individual, en todo el planeta. Se trataba de una bicicleta con un pequeño motor que ellos registraron con la marca Motocicleta que muy pronto comenzó a rodar por toda Europa hasta llegar a Estados Unidos y posteriormente a cuanto recoveco hay en el mundo.
Aunque es muy difícil poder establecer la fecha en que se escuchó el rugido de la primera motocicleta que llegó a nuestro país, si existe el registro de la primera importadora de motos Auteco se estableció en Medellín, a partir de 1930.
Después de la Segunda Guerra Mundial cuando muchísimos alemanes huyendo de sus pecados se refugiaron en cualquier parte de América, la gente comenzó a conocer las motocicletas que por la cantidad de occisos resultantes de tantos y tantos accidentes, muchos atribuían su invención a los japoneses como una forma de desquitarse del candelazo que con la bomba atómica los gringos le pegaron a las ciudades de Hiroshima y Nagasaki.
Parece ser que aquí en Valledupar cercano a los años cincuenta del siglo pasado, fue algún miembro de la familia Teubber (Toiber) quien impresionó a los vallenatos al desplazarse raudamente del cañaguate al cerezo y viceversa en una pesada moto de aquellas Harley Davidson que siguen siendo las de mayor prestigio mundial.
Un poco más adelante al recordado Toño Pistola, (Antonio Baute) trajo una de Medellín para competirle en destreza y popularidad a los alemanes, pero al establecerse aquí la firma Leónidas Lara e hijos importadores de la marca italiana Lambretta, ya nos fuimos familiarizando con estos modernos aparatos.
Una de las estampas más pintorescas del viejo valle fue la que pinto Jaime Molina con su Lambretta y una radiolita portátil tertuliando donde alguna enamorada, igualmente las piruetas en la plaza de “Martínez Foto Star” Edgar Puerta y Sixto un colaborador cercano a Don Víctor Cohen, quienes compraron de la misma marca. El primer contrabandista de motos que tuvimos por aquí fue el compositor San Juanero, Isaac Carrillo, “Tijito”, quien después de una semana de parranda con los González de Venezuela, se trajo desde Guarero una moto Honda 90, regalo de su amigo Levi y cruzando arbitrariamente la raya vino a parar la carrera a Valledupar con una flamante moto excenta de aranceles con la que conquistó, en 1997, a Dubis Guillen, la famosísima cañaguetera.
Su amigo Jairo Becerra, funcionario del tránsito de la época, fue el encargado de empapelársela quedando referenciada como la primera motocicleta carita e’ nene que ronroneo por estos lares.
Hoy en Colombia ruedan 2.000.000 de motos, de las cuales 35.000 roncan en Valledupar, según cifras del Ministerio de Transporte. El fenómeno del mototaxismo derivado del desempleo en la mayoría de las ciudades de la costa se inicio en Lorica (Córdoba) y hoy crece de forma desmesurada e incontrolable como es el caso nuestro que si bien es cierto muchos derivan el sustento diario de esta actividad, muchísimos dedicados al malandraje (y que me disculpe Mary Daza) y a lo torcido, que tienen en jaque no solo a la comunidad sino a las autoridades pues todos hemos sido víctimas de las picaduras de este tipo de abejas africanas, sin miel, sin Dios y sin ley.












