Lo cierto es que para la reactivación económica del municipio y de todo el departamento se ha perdido tiempo, han faltado recursos y también imaginación para asumir el costo político para tomar decisiones que generen acciones claves y estratégicas.
Es increíble e inaudito que a nivel país hay quienes dicen que “los únicos que van a sacar la cara por la economía son los más de seis millones de colombianos que se dedican a la informalidad”.
Lee también: Preocupante desempleo en Valledupar
No puede ser que la tan “cacareada” reactivación económica del Cesar y su ciudad capital vaya a terminar beneficiando a la campante informalidad e ilegalidad, que desde hace muchos años se viene dando en nuestro territorio, y que de paso genera una competencia desleal para aquellos micro y pequeños empresarios formales.
Actividades que se desarrollan principalmente en el sector comercio que no pagan impuestos ni se interesan por tener una buena seguridad social y que incluso, muchas veces, ocupan el espacio público que es de todos.
En Valledupar hay una realidad laboral preocupante, que no se puede soslayar; el galopante desempleo viene desde hace ya varios años y el COVID-19, justamente, ha degenerado dicha situación, pues son muchas las micro y pequeñas empresas que les ha tocado cerrar por causa de la pandemia; y pensar que la administración de Augusto Ramírez Uhía se ufana aún de unas “inversiones” que impactarían el flujo turístico de la ciudad: decenas de parques, remodelación de la Plaza Alfonso López y la famosa Casa en el aire.
Para rematar, el Plan Centro, ejecutado por la Secretaría de Obras y el SIVA, terminó siendo la real pandemia para varios negocios de ese sector emblemático de la ciudad. En eso, y mucho más, Cesore (Centro de Estudios Socioeconómicos y Regionales del Cesar) tiene razón cuando afirma en uno de sus interesantes informes: “La herencia que recibió el alcalde Castro fue desastrosa”.
No dejes de leer: ¿Cómo terminó Valledupar el 2020 en materia de desempleo?
Pero miremos para delante… No hay fórmulas mágicas. Lo cierto es que para la reactivación económica del municipio y de todo el departamento se ha perdido tiempo, han faltado recursos y también imaginación para asumir el costo político para tomar decisiones que generen acciones claves y estratégicas.
Vale la pena hacernos varias preguntas: ¿los decretos gubernamentales, publicados durante la pandemia, corresponden o contienen políticas innovadoras o retadoras para mantener los actuales empleos y generar nuevos?; ¿están realmente llegando los recursos del orden nacional a aquellos que los necesitan?; ¿se conocen bien cuáles son los requisitos o condiciones para que los empresarios accedan a los recursos de Bancoldex? Al parecer es como servir, en una gran mesa, un suculento banquete, pero las exigentes condiciones no permiten a los comensales acercarse a degustarlo… se limitan tan solo a contemplarlo de lejos.
El grueso de la economía en Colombia es informal. Y Valledupar no es la excepción. La informalidad en esta ciudad ronda más allá del 60 %; personas que trabajan sin seguridad social y se dedican al rebusque, lo que en la mayoría de los casos resulta más rentable que un salario mínimo. Por eso la recaudación de impuestos (renta, industria y comercio, predial, demarcación, etc.) siempre recae en los mismos.
Adelante se presentan algunas propuestas:
Primero, aumentar la base gravable del municipio y bajar las tasas impositivas, buscando equidad, disminución de la evasión e incentivo a la formalidad.
Segundo, inversión en apoyo al emprendimiento y facilidad de trámites; especialmente en el sector agropecuario con nuevas actividades o cultivos que permitan agregarles valor y fomentar la agroindustria, con planes de investigación agrícola y estudios de mercados en colaboración o convenios con ProColombia, Agrosavia y la academia.
Tercero, invertir recursos en la construcción de obras públicas y programas de vivienda de impacto y alto efecto multiplicador.
Te puede interesar: Mujeres en Valledupar son ‘golpeadas’ por el desempleo y la brecha de género
Cuarto, definir y concretar acciones para establecer el programa ‘Vallenato compra vallenato’; que deje de ser retórica y se convierta en realidad.
Quinto, elaborar un plan de mercadeo del territorio (City Marketing) para atraer a inversionistas nacionales y/o extranjeros con base en nuestras ventajas comparativas, vocación agropecuaria, riqueza hídrica, turismo, folclor, etc.
Y sexto, buscar afanosa y diligentemente cooperación internacional. La cultura, el folclor y la música vallenata debe también servir para establecer una hermandad con alguna ciudad del mundo (alianzas comerciales, capacitación y educación de talento humano, etc.).
Por Arístides López Cuello.
Presidente Comité Intergremial del departamento del Cesar.
Lo cierto es que para la reactivación económica del municipio y de todo el departamento se ha perdido tiempo, han faltado recursos y también imaginación para asumir el costo político para tomar decisiones que generen acciones claves y estratégicas.
Es increíble e inaudito que a nivel país hay quienes dicen que “los únicos que van a sacar la cara por la economía son los más de seis millones de colombianos que se dedican a la informalidad”.
Lee también: Preocupante desempleo en Valledupar
No puede ser que la tan “cacareada” reactivación económica del Cesar y su ciudad capital vaya a terminar beneficiando a la campante informalidad e ilegalidad, que desde hace muchos años se viene dando en nuestro territorio, y que de paso genera una competencia desleal para aquellos micro y pequeños empresarios formales.
Actividades que se desarrollan principalmente en el sector comercio que no pagan impuestos ni se interesan por tener una buena seguridad social y que incluso, muchas veces, ocupan el espacio público que es de todos.
En Valledupar hay una realidad laboral preocupante, que no se puede soslayar; el galopante desempleo viene desde hace ya varios años y el COVID-19, justamente, ha degenerado dicha situación, pues son muchas las micro y pequeñas empresas que les ha tocado cerrar por causa de la pandemia; y pensar que la administración de Augusto Ramírez Uhía se ufana aún de unas “inversiones” que impactarían el flujo turístico de la ciudad: decenas de parques, remodelación de la Plaza Alfonso López y la famosa Casa en el aire.
Para rematar, el Plan Centro, ejecutado por la Secretaría de Obras y el SIVA, terminó siendo la real pandemia para varios negocios de ese sector emblemático de la ciudad. En eso, y mucho más, Cesore (Centro de Estudios Socioeconómicos y Regionales del Cesar) tiene razón cuando afirma en uno de sus interesantes informes: “La herencia que recibió el alcalde Castro fue desastrosa”.
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Pero miremos para delante… No hay fórmulas mágicas. Lo cierto es que para la reactivación económica del municipio y de todo el departamento se ha perdido tiempo, han faltado recursos y también imaginación para asumir el costo político para tomar decisiones que generen acciones claves y estratégicas.
Vale la pena hacernos varias preguntas: ¿los decretos gubernamentales, publicados durante la pandemia, corresponden o contienen políticas innovadoras o retadoras para mantener los actuales empleos y generar nuevos?; ¿están realmente llegando los recursos del orden nacional a aquellos que los necesitan?; ¿se conocen bien cuáles son los requisitos o condiciones para que los empresarios accedan a los recursos de Bancoldex? Al parecer es como servir, en una gran mesa, un suculento banquete, pero las exigentes condiciones no permiten a los comensales acercarse a degustarlo… se limitan tan solo a contemplarlo de lejos.
El grueso de la economía en Colombia es informal. Y Valledupar no es la excepción. La informalidad en esta ciudad ronda más allá del 60 %; personas que trabajan sin seguridad social y se dedican al rebusque, lo que en la mayoría de los casos resulta más rentable que un salario mínimo. Por eso la recaudación de impuestos (renta, industria y comercio, predial, demarcación, etc.) siempre recae en los mismos.
Adelante se presentan algunas propuestas:
Primero, aumentar la base gravable del municipio y bajar las tasas impositivas, buscando equidad, disminución de la evasión e incentivo a la formalidad.
Segundo, inversión en apoyo al emprendimiento y facilidad de trámites; especialmente en el sector agropecuario con nuevas actividades o cultivos que permitan agregarles valor y fomentar la agroindustria, con planes de investigación agrícola y estudios de mercados en colaboración o convenios con ProColombia, Agrosavia y la academia.
Tercero, invertir recursos en la construcción de obras públicas y programas de vivienda de impacto y alto efecto multiplicador.
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Cuarto, definir y concretar acciones para establecer el programa ‘Vallenato compra vallenato’; que deje de ser retórica y se convierta en realidad.
Quinto, elaborar un plan de mercadeo del territorio (City Marketing) para atraer a inversionistas nacionales y/o extranjeros con base en nuestras ventajas comparativas, vocación agropecuaria, riqueza hídrica, turismo, folclor, etc.
Y sexto, buscar afanosa y diligentemente cooperación internacional. La cultura, el folclor y la música vallenata debe también servir para establecer una hermandad con alguna ciudad del mundo (alianzas comerciales, capacitación y educación de talento humano, etc.).
Por Arístides López Cuello.
Presidente Comité Intergremial del departamento del Cesar.