El vocabulario de terminología económica para los colombianos ha ido mejorando. Los medios de comunicación se esfuerzan por enfocar este tipo de información de la manera más compresible. Hablar de economía en estos momentos hace parte del diálogo familiar, vecinal y en todos los lugares de desempeño. Para comprender los efectos de la inflación, tome […]
El vocabulario de terminología económica para los colombianos ha ido mejorando. Los medios de comunicación se esfuerzan por enfocar este tipo de información de la manera más compresible. Hablar de economía en estos momentos hace parte del diálogo familiar, vecinal y en todos los lugares de desempeño. Para comprender los efectos de la inflación, tome un artículo de consumo común y compare su precio de un período con otro.
La carestía (inflación) de los alimentos encabeza la lista de las mayores preocupaciones del mundo, pero hay muchas más en mente, sugiere una encuesta realizada por la firma de estadística alemana, Statista. Esta situación coincide con los ruidos de desaceleración de la economía mundial a raíz de la invasión rusa a Ucrania, la crisis energética e inflacionaria y alimentaria.
Para controlar la inflación están definidas varias recetas. Desde la política monetaria los bancos centrales de cada país (Banco de la República en Colombia), suben las tasas de interés, para limitar la demanda de bienes y servicios, (créditos o endeudarse). El Gobierno puede ayudar reduciendo el gasto público.
La guerra o invasión de Rusia a Ucrania propició una serie de sanciones económicas del mundo para Rusia, el efecto de esta decisión se vio en el encarecimiento de los combustibles generando una reacción en cadena en las materias primas, como el acero y cereales. Previamente, el mundo estuvo sufriendo por la crisis de los contenedores, el rompimiento de las cadenas de suministro y por los estacazos de la pandemia. Cuando se creía en los buenos tiempos de recuperación, asomó la inflación con el coletazo de la recesión global.
¿Cómo afecta la inflación en Colombia? Principalmente, pérdida de poder adquisitivo, (es decir, el salario mínimo no alcanza para satisfacer nuestras necesidades básicas), cae la adquisición de los alimentos, (consumo) bienes y servicios, lo que en términos académicos se traduce en reducción de la demanda. El empleo en estos casos también puede verse perjudicado.
La inflación es un dolor de cabeza. Su alto registro implica un manejo riguroso y prudente, sobre todo, en tiempos de incertidumbre. La imprudencia es el mejor amigo de la inflación, por eso es mejor morderse la lengua para evitar acrecentar la incertidumbre. Los amagos de recesión ponen en movimiento los capitales hacia activos o lugares seguros, que garanticen seguridad y rentabilidad. Estados Unidos es el lugar más seguro para esos capitales. La FED – El Banco Central de Estados Unidos, mediante el aumento de las tasas de interés está en capacidad de proteger los capitales fugados en busca de refugio.
Factores internacionales o externos en comento impactan la inflación en todos los países del mundo. En Colombia este fenómeno tiene otro ingrediente: la devaluación del peso, respecto del dólar. Esto es en términos académicos, tasa de cambio. Las compras que hace el país son pagadas en dólares, en las actuales circunstancias, esto implica más pesos por dólares, transacciones que son remolcadas al consumidor. La incertidumbre está candente como el debate político, pero creo que es traición intelectual achacar la trepada del dólar a nuestras realidades internas, no obstante, es indiscutible que coadyuvan.
Cuando la inflación llega es difícil sacarla y no es sano tratar de convivir con ella, mucho menos en países como el nuestro que tienen economía sensible y dependencia de commodities como el petróleo y el carbón. En el debate económico es pertinente advertir la realidad energética, estratégica y geopolítica del mundo, las limitantes del decrecimiento y la importancia de los combustibles fósiles para la economía colombiana, para comprender que los asuntos estratégicos del país inherentes a la transición energética deben ser tratados desde la gradualidad hacia la transformación, porque es erróneo y riesgoso hacerlo combinando la institucionalidad con activismo. El camino se puede recomponer, que bueno hacerlo de la mano del ministro de hacienda José Antonio Ocampo. @LuchoDiaz12
El vocabulario de terminología económica para los colombianos ha ido mejorando. Los medios de comunicación se esfuerzan por enfocar este tipo de información de la manera más compresible. Hablar de economía en estos momentos hace parte del diálogo familiar, vecinal y en todos los lugares de desempeño. Para comprender los efectos de la inflación, tome […]
El vocabulario de terminología económica para los colombianos ha ido mejorando. Los medios de comunicación se esfuerzan por enfocar este tipo de información de la manera más compresible. Hablar de economía en estos momentos hace parte del diálogo familiar, vecinal y en todos los lugares de desempeño. Para comprender los efectos de la inflación, tome un artículo de consumo común y compare su precio de un período con otro.
La carestía (inflación) de los alimentos encabeza la lista de las mayores preocupaciones del mundo, pero hay muchas más en mente, sugiere una encuesta realizada por la firma de estadística alemana, Statista. Esta situación coincide con los ruidos de desaceleración de la economía mundial a raíz de la invasión rusa a Ucrania, la crisis energética e inflacionaria y alimentaria.
Para controlar la inflación están definidas varias recetas. Desde la política monetaria los bancos centrales de cada país (Banco de la República en Colombia), suben las tasas de interés, para limitar la demanda de bienes y servicios, (créditos o endeudarse). El Gobierno puede ayudar reduciendo el gasto público.
La guerra o invasión de Rusia a Ucrania propició una serie de sanciones económicas del mundo para Rusia, el efecto de esta decisión se vio en el encarecimiento de los combustibles generando una reacción en cadena en las materias primas, como el acero y cereales. Previamente, el mundo estuvo sufriendo por la crisis de los contenedores, el rompimiento de las cadenas de suministro y por los estacazos de la pandemia. Cuando se creía en los buenos tiempos de recuperación, asomó la inflación con el coletazo de la recesión global.
¿Cómo afecta la inflación en Colombia? Principalmente, pérdida de poder adquisitivo, (es decir, el salario mínimo no alcanza para satisfacer nuestras necesidades básicas), cae la adquisición de los alimentos, (consumo) bienes y servicios, lo que en términos académicos se traduce en reducción de la demanda. El empleo en estos casos también puede verse perjudicado.
La inflación es un dolor de cabeza. Su alto registro implica un manejo riguroso y prudente, sobre todo, en tiempos de incertidumbre. La imprudencia es el mejor amigo de la inflación, por eso es mejor morderse la lengua para evitar acrecentar la incertidumbre. Los amagos de recesión ponen en movimiento los capitales hacia activos o lugares seguros, que garanticen seguridad y rentabilidad. Estados Unidos es el lugar más seguro para esos capitales. La FED – El Banco Central de Estados Unidos, mediante el aumento de las tasas de interés está en capacidad de proteger los capitales fugados en busca de refugio.
Factores internacionales o externos en comento impactan la inflación en todos los países del mundo. En Colombia este fenómeno tiene otro ingrediente: la devaluación del peso, respecto del dólar. Esto es en términos académicos, tasa de cambio. Las compras que hace el país son pagadas en dólares, en las actuales circunstancias, esto implica más pesos por dólares, transacciones que son remolcadas al consumidor. La incertidumbre está candente como el debate político, pero creo que es traición intelectual achacar la trepada del dólar a nuestras realidades internas, no obstante, es indiscutible que coadyuvan.
Cuando la inflación llega es difícil sacarla y no es sano tratar de convivir con ella, mucho menos en países como el nuestro que tienen economía sensible y dependencia de commodities como el petróleo y el carbón. En el debate económico es pertinente advertir la realidad energética, estratégica y geopolítica del mundo, las limitantes del decrecimiento y la importancia de los combustibles fósiles para la economía colombiana, para comprender que los asuntos estratégicos del país inherentes a la transición energética deben ser tratados desde la gradualidad hacia la transformación, porque es erróneo y riesgoso hacerlo combinando la institucionalidad con activismo. El camino se puede recomponer, que bueno hacerlo de la mano del ministro de hacienda José Antonio Ocampo. @LuchoDiaz12