La casa en el aire es efectivamente una casa en el aire, que solo el que sabe volar puede llegar hasta allí.
Ahora que en Valledupar tenemos casa en el aire y que vamos a tener un centro cultural de la música vallenata que contará con cinco pisos en donde habrá: oficinas, estudios de grabación, museografía, hall de la fama con figuras en cera de los artistas connotados de nuestro folclor.
Tendrá también plaza comercial, entidad bancaria, espacio para micro ferias y sala de eventos con capacidad para 1.200 personas.
Todo un espectáculo de obra, dicen los expertos que ojalá sirva para algo o al menos que la terminen. Y que no se vaya a convertir en un palo de mango que ni mangos tenga.
¿La casa en el aire para qué servirá después de construido este centro cultural? ¿O será una perla del joyero de nuestros dirigentes, el de turno y/o los pasados? Amanecerá y veremos.
Hay obras, cemento, ladrillos y vainas que venden el turismo y la cultura de nuestro entorno, la magia del caribe nos dice que habrá centro cultural, y que hay una casa que es añorada por los artistas, pero que no le sirve a los artistas.
La casa en el aire es efectivamente una casa en el aire, que solo el que sabe volar puede llegar hasta allí.
Nuestros pintores, poetas, artistas plásticos en general, los músicos y teatreros, bailadores, fotógrafos, artesanos de todos los niveles y todos los artistas sin excepción añoran tener una casa propia que puedan ir pagando cuota a cuota y con el sudor de su arte; no que se las regalen, no están esperando eso. Nunca esperan nada, menos del gobierno.
Se justifica nuestra solicitud, al alcalde, al gobernador, al ministro de cultura, al señor presidente… si escucharan nuestro ruego, sería fabuloso.
¿Qué tal si invertimos unos pesos y le damos su casita a los artistas; qué tal si esa casa en el aire se la damos para que desde allí se promueva el arte y la cultura en general, que tal si esa casa en el aire se pueda convertir en el epicentro del turismo y el fortalecimiento de las artes en la capital mundial del Vallenato? Sería muy bueno y empezaríamos a creer un poco en los dirigentes de turno que solo ven, por ejemplo, a la oficina de cultura como la caja menor de sus actividades folclóricas. ¿O sirve para algo más?
Los Juegos Bolivarianos dejarán un legado en escenarios deportivos y hablará la historia que en Valledupar se construyó una Villa Bolivariana a la cual se le invirtieron muchos millones de pesos, los suficientes como para pensar que esas torres de habitación, consideradas como ‘la joya de la corona’ de los juegos, que servirá en principio para albergar a los deportistas de 11 países y a parte de sus delegaciones, pero que desde luego también ayudará a disminuir la carencia de vivienda de interés social en Valledupar.
¿Por qué no pensar en adjudicarle al menos 100 apartamentos, que sería poco, a los artistas de esta capital; un Pedro Vivas, por ejemplo, un Pedro Ortega, un Marrugo, solo por poner unos cuantos nombres en la palestra; no son mendigos, repito, ellos pagarían sus viviendas, pero el tema aquí es tenerlos en cuenta, y darles facilidad de adquisición.
Hay muchos músicos que andan por allí deambulando y que seguramente tendrán una obra en cera de su estampa en el centro cultural, pero no tienen con qué comer ni en donde dormir. No es justo. Dejo la inquietud. Sólo Eso.
La casa en el aire es efectivamente una casa en el aire, que solo el que sabe volar puede llegar hasta allí.
Ahora que en Valledupar tenemos casa en el aire y que vamos a tener un centro cultural de la música vallenata que contará con cinco pisos en donde habrá: oficinas, estudios de grabación, museografía, hall de la fama con figuras en cera de los artistas connotados de nuestro folclor.
Tendrá también plaza comercial, entidad bancaria, espacio para micro ferias y sala de eventos con capacidad para 1.200 personas.
Todo un espectáculo de obra, dicen los expertos que ojalá sirva para algo o al menos que la terminen. Y que no se vaya a convertir en un palo de mango que ni mangos tenga.
¿La casa en el aire para qué servirá después de construido este centro cultural? ¿O será una perla del joyero de nuestros dirigentes, el de turno y/o los pasados? Amanecerá y veremos.
Hay obras, cemento, ladrillos y vainas que venden el turismo y la cultura de nuestro entorno, la magia del caribe nos dice que habrá centro cultural, y que hay una casa que es añorada por los artistas, pero que no le sirve a los artistas.
La casa en el aire es efectivamente una casa en el aire, que solo el que sabe volar puede llegar hasta allí.
Nuestros pintores, poetas, artistas plásticos en general, los músicos y teatreros, bailadores, fotógrafos, artesanos de todos los niveles y todos los artistas sin excepción añoran tener una casa propia que puedan ir pagando cuota a cuota y con el sudor de su arte; no que se las regalen, no están esperando eso. Nunca esperan nada, menos del gobierno.
Se justifica nuestra solicitud, al alcalde, al gobernador, al ministro de cultura, al señor presidente… si escucharan nuestro ruego, sería fabuloso.
¿Qué tal si invertimos unos pesos y le damos su casita a los artistas; qué tal si esa casa en el aire se la damos para que desde allí se promueva el arte y la cultura en general, que tal si esa casa en el aire se pueda convertir en el epicentro del turismo y el fortalecimiento de las artes en la capital mundial del Vallenato? Sería muy bueno y empezaríamos a creer un poco en los dirigentes de turno que solo ven, por ejemplo, a la oficina de cultura como la caja menor de sus actividades folclóricas. ¿O sirve para algo más?
Los Juegos Bolivarianos dejarán un legado en escenarios deportivos y hablará la historia que en Valledupar se construyó una Villa Bolivariana a la cual se le invirtieron muchos millones de pesos, los suficientes como para pensar que esas torres de habitación, consideradas como ‘la joya de la corona’ de los juegos, que servirá en principio para albergar a los deportistas de 11 países y a parte de sus delegaciones, pero que desde luego también ayudará a disminuir la carencia de vivienda de interés social en Valledupar.
¿Por qué no pensar en adjudicarle al menos 100 apartamentos, que sería poco, a los artistas de esta capital; un Pedro Vivas, por ejemplo, un Pedro Ortega, un Marrugo, solo por poner unos cuantos nombres en la palestra; no son mendigos, repito, ellos pagarían sus viviendas, pero el tema aquí es tenerlos en cuenta, y darles facilidad de adquisición.
Hay muchos músicos que andan por allí deambulando y que seguramente tendrán una obra en cera de su estampa en el centro cultural, pero no tienen con qué comer ni en donde dormir. No es justo. Dejo la inquietud. Sólo Eso.