Desde el punto de vista de la mitología griega, el canto de la sirena alude a ese personaje mitad pez mitad mujer que embelesaba con su canto a los marineros hasta enloquecerlos, haciendo que se arrojaran al mar, donde las sirenas los devoraban.
Sirva esta breve reseña como preludio al tema de hoy, que no es otro que las ideas que, a cabalidad, defiende una ilustre senadora del Centro Democrático, de cuyo nombre no quiero acordarme. Veamos. Sostiene la susodicha senadora que: “La paz se impone con la autoridad que otorgan la Constitución y la ley”.
Esa frase suena muy convincente, como canto de sirena, pero a cuál Constitución se refiere, a la de 1886 o a la actual de 1991. Es que sucede que llevamos más de 77 años en este conflicto, que, dicho sea de paso, el fundador del Centro Democrático niega su existencia; y no hemos podido salir de él. Asimismo, sin que se haya logrado la tan anhelada paz.
Conclusión: la Constitución y la ley no son, en sí mismas, los medios más eficaces para acabar con la guerra fratricida en la que nos encontramos. Nos queda la vía del diálogo, a través del cual en el año de 1984 se firmó con las Farc en acuerdo de la Uribe, el cual dio nacimiento la Unión Patriótica, como partido político, En 1990 se logró el acuerdo con el M-19, algunos de sus miembros hoy militan en el Centro Democrático, y con Santos se logró el acuerdo de la Habana, que todavía falta mucho para que se cumpla en su totalidad.
Consideramos, que, a pesar de sus falencias, se ha logrado más con diálogo que con la confrontación armada, pero claro, que no pretendo convencer de ello a la susodicha senadora, pero nos asalta una inquietud: ¿Permitiría la senadora que sus hijos varones se enlisten en nuestras gloriosas fuerzas armadas, para defender los ideales de su progenitora? Lo dudo mucho.
Otro aspecto que se deriva del mismo tema: ese orden constitucional y legal, que afirma defender, se fortalece cuando la justicia falló a favor de Uribe Vélez en su intención de hacerse reelegir para un segundo periodo, allí se aplaudió fervorosamente la decisión “ajustada a derecho”, pero se desvanece cuando se profiere un fallo condenatorio en primera instancia, entonces no se defiende la constitución y la ley, sino que se esgrime el argumento de que “fue un juicio político, no jurídico”. A eso se le llama doble moral.
La frase de cierre: “Cuando ayudo a los pobres, soy un santo, y cuando pregunto por las causas de la pobreza, soy un comunista”. Autor: Hélder Cámara. Sacerdote brasileño (1909-1999)
Por: Darío Arregocés Baute. / darioarregoces2308@hotmail.com
