Gabriel García Márquez fue un paradigma de amistad. El 21 de octubre de 1982, horas después de que la Academia sueca le comunicara que era el ganador del Premio Nobel de Literatura, fue a recibir a tres amigos colombianos al aeropuerto de México, y les dijo: “En el mundo no hay premio Nobel que valga más que mis amigos”.
Gabriel García Márquez fue un paradigma de amistad. El 21 de octubre de 1982, horas después de que la Academia sueca le comunicara que era el ganador del Premio Nobel de Literatura, fue a recibir a tres amigos colombianos al aeropuerto de México, y les dijo: “En el mundo no hay premio Nobel que valga más que mis amigos”.
Rafael Escalona era uno de los tantos amigos cercanos de García Márquez. Entre ellos existió una entrañable amistad, y más de una coincidencia. Nacidos ambos en 1927, el padre del compositor, Clemente Escalona y el abuelo del escritor, Nicolás Márquez, fueron coroneles en la Guerra de los Mil Días.
En los primeros años de escuela sus inclinaciones artísticas se orientaron hacia la pintura. Escalona, en su pueblo Patillal, pinta paisajes y caricaturas, después se dedica a escribir y a silbar versos. García Márquez en su infancia, en la Escuela de Aracataca, prefiere la pintura; luego empieza a sentirse atraído por la poesía que le oía declamar a su maestra.
Escalona cursa sus primeros años de bachillerato en el Colegio Nacional Loperena, y en 1943 escribe su primera canción, ‘El profe Castañeda’. García Márquez, en sus dos primeros años de bachillerato en el Colegio San José, en Barranquilla, se inclina por la literatura; pero fue en el Liceo de Zipaquirá donde manifiesta su aptitud de escritor. En 1945 lee en clase uno de sus poemas: “Si alguien llama a tu puerta”:
Escalona viaja a Santa Marta a estudiar en el Liceo Celedón y muestra su afición por la historia y la literatura. En vísperas de uno de esos viajes a Santa Marta escribe ‘El testamento’, una de las canciones más representativas de la tradición musical vallenata. Desde 1948, en la región Caribe y otras ciudades de Colombia, ya se escuchaban algunas de sus canciones en la voz y la guitarra de Guillermo Buitrago y su conjunto. En septiembre de 1947, cuando García Márquez estudia Derecho en la Universidad Nacional de Bogotá, el suplemento Fin de Semana de El Espectador publica su cuento “La tercera resignación”.
A García Márquez, en 1948, cuando ingresa como redactor en El Universal, de Cartagena, le llegan noticias de Rafael Escalona. En los primeros días de diciembre de 1949, el joven periodista llega por primera vez a la provincia vallenata, específicamente a la población de La Paz, invitado por el escritor y médico Manuel Zapata Olivella, quien vivió allí entre 1949 y 1952. Los dos habían compartido meses antes el oficio periodístico en el diario cartagenero. En esa visita no le fue posible conocer al compositor.
García Márquez y Escalona se conocen en Barranquilla en marzo de 1950. A partir de ese primer encuentro serán frecuentes las visitas del periodista a Valledupar, para viajar con el compositor por la ruta de los pueblos de sus abuelos maternos, y se nutre de los cuentos, mitos y leyendas de la mágica provincia. En la ceremonia de premiación del Nobel en Estocolmo, el 10 diciembre de 1982, Rafael Escalona fue uno de los invitados especiales, junto a Consuelo Araujo y una delegación de músicos vallenatos.
José Atuesta Mindiola
Gabriel García Márquez fue un paradigma de amistad. El 21 de octubre de 1982, horas después de que la Academia sueca le comunicara que era el ganador del Premio Nobel de Literatura, fue a recibir a tres amigos colombianos al aeropuerto de México, y les dijo: “En el mundo no hay premio Nobel que valga más que mis amigos”.
Gabriel García Márquez fue un paradigma de amistad. El 21 de octubre de 1982, horas después de que la Academia sueca le comunicara que era el ganador del Premio Nobel de Literatura, fue a recibir a tres amigos colombianos al aeropuerto de México, y les dijo: “En el mundo no hay premio Nobel que valga más que mis amigos”.
Rafael Escalona era uno de los tantos amigos cercanos de García Márquez. Entre ellos existió una entrañable amistad, y más de una coincidencia. Nacidos ambos en 1927, el padre del compositor, Clemente Escalona y el abuelo del escritor, Nicolás Márquez, fueron coroneles en la Guerra de los Mil Días.
En los primeros años de escuela sus inclinaciones artísticas se orientaron hacia la pintura. Escalona, en su pueblo Patillal, pinta paisajes y caricaturas, después se dedica a escribir y a silbar versos. García Márquez en su infancia, en la Escuela de Aracataca, prefiere la pintura; luego empieza a sentirse atraído por la poesía que le oía declamar a su maestra.
Escalona cursa sus primeros años de bachillerato en el Colegio Nacional Loperena, y en 1943 escribe su primera canción, ‘El profe Castañeda’. García Márquez, en sus dos primeros años de bachillerato en el Colegio San José, en Barranquilla, se inclina por la literatura; pero fue en el Liceo de Zipaquirá donde manifiesta su aptitud de escritor. En 1945 lee en clase uno de sus poemas: “Si alguien llama a tu puerta”:
Escalona viaja a Santa Marta a estudiar en el Liceo Celedón y muestra su afición por la historia y la literatura. En vísperas de uno de esos viajes a Santa Marta escribe ‘El testamento’, una de las canciones más representativas de la tradición musical vallenata. Desde 1948, en la región Caribe y otras ciudades de Colombia, ya se escuchaban algunas de sus canciones en la voz y la guitarra de Guillermo Buitrago y su conjunto. En septiembre de 1947, cuando García Márquez estudia Derecho en la Universidad Nacional de Bogotá, el suplemento Fin de Semana de El Espectador publica su cuento “La tercera resignación”.
A García Márquez, en 1948, cuando ingresa como redactor en El Universal, de Cartagena, le llegan noticias de Rafael Escalona. En los primeros días de diciembre de 1949, el joven periodista llega por primera vez a la provincia vallenata, específicamente a la población de La Paz, invitado por el escritor y médico Manuel Zapata Olivella, quien vivió allí entre 1949 y 1952. Los dos habían compartido meses antes el oficio periodístico en el diario cartagenero. En esa visita no le fue posible conocer al compositor.
García Márquez y Escalona se conocen en Barranquilla en marzo de 1950. A partir de ese primer encuentro serán frecuentes las visitas del periodista a Valledupar, para viajar con el compositor por la ruta de los pueblos de sus abuelos maternos, y se nutre de los cuentos, mitos y leyendas de la mágica provincia. En la ceremonia de premiación del Nobel en Estocolmo, el 10 diciembre de 1982, Rafael Escalona fue uno de los invitados especiales, junto a Consuelo Araujo y una delegación de músicos vallenatos.
José Atuesta Mindiola