Una región es una porción de territorio determinada por características como el clima, la topografía o la forma de gobierno. En diciembre del año pasado se aprobó la Ley de Regiones, que justo pretende consolidar las regiones del país en administrativas y de planeación (RAP), para luego convertirlas en regiones entidad territorial (RET). Hasta el […]
Una región es una porción de territorio determinada por características como el clima, la topografía o la forma de gobierno. En diciembre del año pasado se aprobó la Ley de Regiones, que justo pretende consolidar las regiones del país en administrativas y de planeación (RAP), para luego convertirlas en regiones entidad territorial (RET). Hasta el momento hay cuatro RAP creadas: la Central, la del Pacífico, la del Caribe y la del Eje Cafetero. La de la Amazonía está en proceso de conformación y hay unos departamentos al garete donde está Antioquia, por ejemplo.
La petición de principio que sustenta el articulado de esta Ley reza: “El Estado colombiano desarrollará sus funciones utilizando las figuras de las regiones para planificar, organizar y ejecutar sus actividades en el proceso de construcción colectiva del país, promoviendo la igualdad y el cierre de brechas entre los territorios” .
El fundamento está en el terreno sociológico, más allá del administrativo, pero el Ministerio de Hacienda ha salido desde siempre a hablar de aumentos en el gasto público, cuando lo que se está jugando es un país que ya va lejos en el tiempo para profundizar en el ordenamiento territorial, desde siempre caótico por la ineficiencia del entramado institucional que existe.
Insisto en que el tema de Hacienda es menor frente a los principios fundantes que contempla el reconocimiento de la pluralidad y la diversidad territorial, la participación ciudadana y con ella viene la promoción de manera activa en el control social de la gestión pública, la sostenibilidad ambiental y el respeto a la diversidad étnica, cultural y de orientación sexual, entre otros. Suficientes y de necesaria aplicación como para que el debate central sea administrativo, de asignación de recursos y de burocracias.
El centralismo de este país se ha encargado de anular a las regiones que de por sí surgieron autónomas desde las características culturales o de territorio.
Los mandatos y la distribución desde Bogotá hicieron que todo se volcara hacia las montañas y tenemos un país que ha crecido a espaldas del mar y de sus ríos, porque necesita cambiar de altura para que lo reconozcan y lo aprueben.
Creo que hay que reconocer en medio de esta atadura de pies y manos la fuerza de las regiones por preservar su autonomía y levantarse desde lo cultural y la creación, por ejemplo. El presidente Duque sabe que su papel es histórico frente a esto y confiamos en que no se va a poner a hacer cuentas de caja menor.
Una región es una porción de territorio determinada por características como el clima, la topografía o la forma de gobierno. En diciembre del año pasado se aprobó la Ley de Regiones, que justo pretende consolidar las regiones del país en administrativas y de planeación (RAP), para luego convertirlas en regiones entidad territorial (RET). Hasta el […]
Una región es una porción de territorio determinada por características como el clima, la topografía o la forma de gobierno. En diciembre del año pasado se aprobó la Ley de Regiones, que justo pretende consolidar las regiones del país en administrativas y de planeación (RAP), para luego convertirlas en regiones entidad territorial (RET). Hasta el momento hay cuatro RAP creadas: la Central, la del Pacífico, la del Caribe y la del Eje Cafetero. La de la Amazonía está en proceso de conformación y hay unos departamentos al garete donde está Antioquia, por ejemplo.
La petición de principio que sustenta el articulado de esta Ley reza: “El Estado colombiano desarrollará sus funciones utilizando las figuras de las regiones para planificar, organizar y ejecutar sus actividades en el proceso de construcción colectiva del país, promoviendo la igualdad y el cierre de brechas entre los territorios” .
El fundamento está en el terreno sociológico, más allá del administrativo, pero el Ministerio de Hacienda ha salido desde siempre a hablar de aumentos en el gasto público, cuando lo que se está jugando es un país que ya va lejos en el tiempo para profundizar en el ordenamiento territorial, desde siempre caótico por la ineficiencia del entramado institucional que existe.
Insisto en que el tema de Hacienda es menor frente a los principios fundantes que contempla el reconocimiento de la pluralidad y la diversidad territorial, la participación ciudadana y con ella viene la promoción de manera activa en el control social de la gestión pública, la sostenibilidad ambiental y el respeto a la diversidad étnica, cultural y de orientación sexual, entre otros. Suficientes y de necesaria aplicación como para que el debate central sea administrativo, de asignación de recursos y de burocracias.
El centralismo de este país se ha encargado de anular a las regiones que de por sí surgieron autónomas desde las características culturales o de territorio.
Los mandatos y la distribución desde Bogotá hicieron que todo se volcara hacia las montañas y tenemos un país que ha crecido a espaldas del mar y de sus ríos, porque necesita cambiar de altura para que lo reconozcan y lo aprueben.
Creo que hay que reconocer en medio de esta atadura de pies y manos la fuerza de las regiones por preservar su autonomía y levantarse desde lo cultural y la creación, por ejemplo. El presidente Duque sabe que su papel es histórico frente a esto y confiamos en que no se va a poner a hacer cuentas de caja menor.