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Columnista - 12 septiembre, 2013

El trancón de la sexta

Toda mi vida de casado he vivido en Novalito en casa o apartamento arrendados y tengo 34 años de vivir en el Edificio Marimar, ubicado en la carrera 6ª con calle 10, pero muchos creen que el apartamento es mío, ¡ojalá!, pero no, y religiosamente todos los meses llevo el canquil del arriendo a su propietaria, Doña Martha Cabello M., mi buena y dulce amiga.

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Por José M. Aponte Martínez

Toda mi vida de casado he vivido en Novalito en casa o apartamento arrendados y tengo 34 años de vivir en el Edificio Marimar, ubicado en la carrera 6ª con calle 10, pero muchos creen que el apartamento es mío, ¡ojalá!, pero no, y religiosamente todos los meses llevo el canquil del arriendo a su propietaria, Doña Martha Cabello M., mi buena y dulce amiga.

Aquí se vivía sabroso, con vecinos envidiables con una tranquilidad absoluta, un silencio apacible, a veces interrumpido por el picó del Poly o una parranda de cualquier vecino, cuadrábamos nuestros carros en los espacios que nos corresponden como lo hace todo el mundo, entrábamos y salíamos libremente a cualquier hora, en fin, vivíamos cómodos y felices, pero todo eso se perdió y hoy es una tragedia vivir en este lugar y como yo vivo arrendao, estoy buscando para donde mudarme, lo más fácil para mí, pero que no es tan fácil para el Ex procurador Edgardo Maya, o el extodo Pepe Castro, los médicos Rafael Porto y Pedro Rodríguez, el ingeniero Lucho Cabello, el urbanista Edgardo Maya, Gladys y Álvaro Morón, el dominocista Toño Maya, el hombre de empresas Alcides Arregocés, y en fin todos los que residen en la carrera sexta que día a día viven el calvario de los trancones que allí se producen a cualquier hora del día; esto se volvió invivible con la llegada de una EPS muy poderosa Kawasaqui le digo yo, pero creo que sea Dusakawi, pues sus empleados que son bastantes y sus usuarios que son miles, cuadran sus carros, motos, bicicletas, carros de mula, carrotanque, buses y busetas donde les dá la santa gana y nosotros tenemos que acudir a subir los carros a los andenes o dejarlos lejos de nuestras casas, se nos han desaparecido mangueras y bicicletas de los nietos y todo lo que quede mal puesto, hasta se robaron el loro de Lucho, a Rafa, y a Lola, la guacamaya la tienen en salsa, pero a ella no le gusta mucho dar la patica, nos rayan y pagan los carros y si uno les dice algo, enseguida responden altaneramente, que el espacio público no tiene dueño. 

No digo lo demás que hacen porque me da pena y el espacio se está acabando, pero le ruego al señor Director de Tránsito, al Sargento o Cabo Cardozo, al Secretario de Planeación y al Agraciado que se pasen por aquí a eso de las 10:00 a.m. para que vean lo duro que muerde un maco o Lola que con su pico se ha hecho respetar.

La solución extrema es la reubicación de esta EPS o poner las carreras de Novalito de una sola vía, como lo he sugerido varias veces ante los oídos sordos y los ojos ciegos de los respectivos funcionarios públicos.

Las obras del Parque Los Cortijos van a paso de morrocón y ya la gente asegura que antes estaban mejor, pero hay que reconocerlo, las intenciones son buenas, pero hay que terminarlas; sea ésta la oportunidad para aclararle al Doctor Ariza, ilustre columnista de este periódico, nieto de Absalón, el buen Absalón, mi compadre Absalón como decía mi papá, que todos los árboles que ahí se han cortado han sido bien eliminados, unos por viejos y enfermos y otros porque crecieron en lugar equivocado, se lo digo yo, que he sido un dedo en la ñoña y que lo hago, porque deseo que ese parque sea el mejor de la ciudad.

Columnista
12 septiembre, 2013

El trancón de la sexta

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Toda mi vida de casado he vivido en Novalito en casa o apartamento arrendados y tengo 34 años de vivir en el Edificio Marimar, ubicado en la carrera 6ª con calle 10, pero muchos creen que el apartamento es mío, ¡ojalá!, pero no, y religiosamente todos los meses llevo el canquil del arriendo a su propietaria, Doña Martha Cabello M., mi buena y dulce amiga.


Por José M. Aponte Martínez

Toda mi vida de casado he vivido en Novalito en casa o apartamento arrendados y tengo 34 años de vivir en el Edificio Marimar, ubicado en la carrera 6ª con calle 10, pero muchos creen que el apartamento es mío, ¡ojalá!, pero no, y religiosamente todos los meses llevo el canquil del arriendo a su propietaria, Doña Martha Cabello M., mi buena y dulce amiga.

Aquí se vivía sabroso, con vecinos envidiables con una tranquilidad absoluta, un silencio apacible, a veces interrumpido por el picó del Poly o una parranda de cualquier vecino, cuadrábamos nuestros carros en los espacios que nos corresponden como lo hace todo el mundo, entrábamos y salíamos libremente a cualquier hora, en fin, vivíamos cómodos y felices, pero todo eso se perdió y hoy es una tragedia vivir en este lugar y como yo vivo arrendao, estoy buscando para donde mudarme, lo más fácil para mí, pero que no es tan fácil para el Ex procurador Edgardo Maya, o el extodo Pepe Castro, los médicos Rafael Porto y Pedro Rodríguez, el ingeniero Lucho Cabello, el urbanista Edgardo Maya, Gladys y Álvaro Morón, el dominocista Toño Maya, el hombre de empresas Alcides Arregocés, y en fin todos los que residen en la carrera sexta que día a día viven el calvario de los trancones que allí se producen a cualquier hora del día; esto se volvió invivible con la llegada de una EPS muy poderosa Kawasaqui le digo yo, pero creo que sea Dusakawi, pues sus empleados que son bastantes y sus usuarios que son miles, cuadran sus carros, motos, bicicletas, carros de mula, carrotanque, buses y busetas donde les dá la santa gana y nosotros tenemos que acudir a subir los carros a los andenes o dejarlos lejos de nuestras casas, se nos han desaparecido mangueras y bicicletas de los nietos y todo lo que quede mal puesto, hasta se robaron el loro de Lucho, a Rafa, y a Lola, la guacamaya la tienen en salsa, pero a ella no le gusta mucho dar la patica, nos rayan y pagan los carros y si uno les dice algo, enseguida responden altaneramente, que el espacio público no tiene dueño. 

No digo lo demás que hacen porque me da pena y el espacio se está acabando, pero le ruego al señor Director de Tránsito, al Sargento o Cabo Cardozo, al Secretario de Planeación y al Agraciado que se pasen por aquí a eso de las 10:00 a.m. para que vean lo duro que muerde un maco o Lola que con su pico se ha hecho respetar.

La solución extrema es la reubicación de esta EPS o poner las carreras de Novalito de una sola vía, como lo he sugerido varias veces ante los oídos sordos y los ojos ciegos de los respectivos funcionarios públicos.

Las obras del Parque Los Cortijos van a paso de morrocón y ya la gente asegura que antes estaban mejor, pero hay que reconocerlo, las intenciones son buenas, pero hay que terminarlas; sea ésta la oportunidad para aclararle al Doctor Ariza, ilustre columnista de este periódico, nieto de Absalón, el buen Absalón, mi compadre Absalón como decía mi papá, que todos los árboles que ahí se han cortado han sido bien eliminados, unos por viejos y enfermos y otros porque crecieron en lugar equivocado, se lo digo yo, que he sido un dedo en la ñoña y que lo hago, porque deseo que ese parque sea el mejor de la ciudad.