Análisis sobre la función de la música vallenata en la escogencia de los gobiernos locales y la responsabilidad de los medios de comunicación en el fortalecimiento democrático.
En la democracia vallenata el pueblo parece predestinado a elegir y una elite a gobernar, así, los electores asumiendo su rol en la relación del juego electoral siguen mayoritariamente las campañas ‘ganadoras’, atraídos por el efecto del voto útil, con altas inversiones, espectáculos y eventos de asistencia masiva, además con demostraciones de poder y capacidad de convocatoria de las fuerzas electorales donde la música es usada como dispositivo cohesionador de las masas y/o que sirve para atraer a las multitudes y remplazar el debate político por el concierto político.
El folclor es un instrumento cohesionador a través del cual el proceso electoral adquiere un ambiente festivo en el que pierde profundidad el debate político y el ejercicio eleccionario, de las personas consultadas, el periodista Martín Mendoza difiere de este planteamiento y afirma que la música le puede dar mayor profundidad a un debate, “(…) porque puede llevar mensajes que de otra manera las masas no asimilarían. La música hace parte del discurso político, la función cohesionadora o disociadora se la impregna quien emite el mensaje”.
Al igual que Mendoza, el investigador Félix Carrillo Hinojosa tiene una postura diferencial frente a la música como elemento cohesionador: “Porque la música se puede usar como un canal perfecto para presentar toda una construcción ideológica, que debe generar un disenso entre las partes. Es de advertir que el creador vallenato cuando hace un canto con contenido social no es consecuencia de su visión política, sino por el llamado de narrar un hecho”.
Con el uso de la música se construyen mensajes y cantos que llevan implícitos saludos a candidatos, aspirantes y futuros gobernantes. Los cantantes serían orientadores de opinión que pueden llegar a tener la capacidad de predecir quienes serán los futuros gobernantes, así, el cantante sería un líder o generador de opinión, aunque en su mayoría las personas consultadas consideran que los saludos no tienen la trascendencia para la toma de decisiones. Es una discusión a la que le faltan estudios e investigaciones.
El periodista Andrés Llamas Nova reconoce que los saludos vallenatos eran un mecanismo efectivo para introducir un nombre en la opinión pública no informada. Pero los hechos históricos han restado credibilidad a los saludos. “Hoy ya no es tan eficiente ese método”, según aclara Llamas Nova. No obstante, el criterio de elección política en la región sigue siendo dominado por pasiones y no por argumentos. La movilización del electorado se hace por la emotividad; por la carga emotiva de la propaganda, más que por la profundidad de una idea o programa de gobierno.
Al respecto, Víctor Durán Cobo, periodista, docente universitario e investigador en temas de comunicación y educación, insta a revisar los discursos en la música vallenata: “En el caso de los cantantes, de cierta manera, deben dar abierto respaldo a la élite política que esté en el poder, como forma de garantizar mayores oportunidades. Los políticos quieren el respaldo del cantante de moda, por la influencia que ejercen en los seguidores. Hay una relación benéfica y recíproca entre el artista y el político, que frecuentemente recibe elogios o saludos en los temas más sonados. Un mecanismo simbólico que de cierta manera válida el ejercicio del poder”.
La propaganda es reforzada vía ‘pseudoperiodistas’ y/o ‘periodistas prepagos’ “para ‘pegar’ nombres en la política y en la música”, refiere uno de los periodistas consultados, con información publicitaria disfrazada de periodismo mediante las ‘payolas’, ‘engrases’ y/o ‘varillas’ en algunas estaciones de radio y medios de comunicación que incurren en estas prácticas, según afirman las fuentes consultadas con excepción del periodista e investigador musical, Celso Guerra Gutiérrez, que discrepa del concepto ‘pseudoperiodismo’ y explica que “es un servicio que se le presta a un cliente”, develando el debate planteado por el periodista Javier Darío Restrepo, quien trabajó en temas de ética y argumentó en un conversatorio que la noticia no debe ser tratada como mercancía, en consecuencia debe haber un límite y diferenciación entre información periodística y publicitaria y/o periodismo y publicidad.
“Los medios deben dar cabida a que todos con o sin recursos puedan participar y ser oídos utilizando estrategias que abran espacios para que las propuestas sean escuchadas”, reafirma Jorge López, periodista de nacionalidad venezolana.
Nada se ha escapado a las castas políticas tradicionales; a principios de este siglo, hay una excepción que fue el caso de Cristian Moreno Panezzo, un gobernador negro (blanqueado) considerado un político alternativo, pero que no le dio continuidad al movimiento ciudadano que lo respaldó, fue ‘opción de gobierno, pero no de poder’.
A la falta de cultura, formación y responsabilidad política ciudadana, con algunas excepciones, que contribuyan a la escogencia de buenos gobiernos, en procura del fortalecimiento de la democracia en el Estado local y el poder regional, se suma el constreñimiento, la violencia política y las prácticas irregulares para hacerse al poder local, perpetuando un sistema de ‘desbarajustes’ estructurales y ‘democracia fallida’, temas que ameritan otros análisis.
Necesarios y pertinentes los debates electorales en los medios de comunicación para ilustrar al elector en procura de la escogencia de buenos gobiernos que trasciendan en el goce efectivo de derechos y el desarrollo en la región.
Por: Hamilton Fuentes.
Análisis sobre la función de la música vallenata en la escogencia de los gobiernos locales y la responsabilidad de los medios de comunicación en el fortalecimiento democrático.
En la democracia vallenata el pueblo parece predestinado a elegir y una elite a gobernar, así, los electores asumiendo su rol en la relación del juego electoral siguen mayoritariamente las campañas ‘ganadoras’, atraídos por el efecto del voto útil, con altas inversiones, espectáculos y eventos de asistencia masiva, además con demostraciones de poder y capacidad de convocatoria de las fuerzas electorales donde la música es usada como dispositivo cohesionador de las masas y/o que sirve para atraer a las multitudes y remplazar el debate político por el concierto político.
El folclor es un instrumento cohesionador a través del cual el proceso electoral adquiere un ambiente festivo en el que pierde profundidad el debate político y el ejercicio eleccionario, de las personas consultadas, el periodista Martín Mendoza difiere de este planteamiento y afirma que la música le puede dar mayor profundidad a un debate, “(…) porque puede llevar mensajes que de otra manera las masas no asimilarían. La música hace parte del discurso político, la función cohesionadora o disociadora se la impregna quien emite el mensaje”.
Al igual que Mendoza, el investigador Félix Carrillo Hinojosa tiene una postura diferencial frente a la música como elemento cohesionador: “Porque la música se puede usar como un canal perfecto para presentar toda una construcción ideológica, que debe generar un disenso entre las partes. Es de advertir que el creador vallenato cuando hace un canto con contenido social no es consecuencia de su visión política, sino por el llamado de narrar un hecho”.
Con el uso de la música se construyen mensajes y cantos que llevan implícitos saludos a candidatos, aspirantes y futuros gobernantes. Los cantantes serían orientadores de opinión que pueden llegar a tener la capacidad de predecir quienes serán los futuros gobernantes, así, el cantante sería un líder o generador de opinión, aunque en su mayoría las personas consultadas consideran que los saludos no tienen la trascendencia para la toma de decisiones. Es una discusión a la que le faltan estudios e investigaciones.
El periodista Andrés Llamas Nova reconoce que los saludos vallenatos eran un mecanismo efectivo para introducir un nombre en la opinión pública no informada. Pero los hechos históricos han restado credibilidad a los saludos. “Hoy ya no es tan eficiente ese método”, según aclara Llamas Nova. No obstante, el criterio de elección política en la región sigue siendo dominado por pasiones y no por argumentos. La movilización del electorado se hace por la emotividad; por la carga emotiva de la propaganda, más que por la profundidad de una idea o programa de gobierno.
Al respecto, Víctor Durán Cobo, periodista, docente universitario e investigador en temas de comunicación y educación, insta a revisar los discursos en la música vallenata: “En el caso de los cantantes, de cierta manera, deben dar abierto respaldo a la élite política que esté en el poder, como forma de garantizar mayores oportunidades. Los políticos quieren el respaldo del cantante de moda, por la influencia que ejercen en los seguidores. Hay una relación benéfica y recíproca entre el artista y el político, que frecuentemente recibe elogios o saludos en los temas más sonados. Un mecanismo simbólico que de cierta manera válida el ejercicio del poder”.
La propaganda es reforzada vía ‘pseudoperiodistas’ y/o ‘periodistas prepagos’ “para ‘pegar’ nombres en la política y en la música”, refiere uno de los periodistas consultados, con información publicitaria disfrazada de periodismo mediante las ‘payolas’, ‘engrases’ y/o ‘varillas’ en algunas estaciones de radio y medios de comunicación que incurren en estas prácticas, según afirman las fuentes consultadas con excepción del periodista e investigador musical, Celso Guerra Gutiérrez, que discrepa del concepto ‘pseudoperiodismo’ y explica que “es un servicio que se le presta a un cliente”, develando el debate planteado por el periodista Javier Darío Restrepo, quien trabajó en temas de ética y argumentó en un conversatorio que la noticia no debe ser tratada como mercancía, en consecuencia debe haber un límite y diferenciación entre información periodística y publicitaria y/o periodismo y publicidad.
“Los medios deben dar cabida a que todos con o sin recursos puedan participar y ser oídos utilizando estrategias que abran espacios para que las propuestas sean escuchadas”, reafirma Jorge López, periodista de nacionalidad venezolana.
Nada se ha escapado a las castas políticas tradicionales; a principios de este siglo, hay una excepción que fue el caso de Cristian Moreno Panezzo, un gobernador negro (blanqueado) considerado un político alternativo, pero que no le dio continuidad al movimiento ciudadano que lo respaldó, fue ‘opción de gobierno, pero no de poder’.
A la falta de cultura, formación y responsabilidad política ciudadana, con algunas excepciones, que contribuyan a la escogencia de buenos gobiernos, en procura del fortalecimiento de la democracia en el Estado local y el poder regional, se suma el constreñimiento, la violencia política y las prácticas irregulares para hacerse al poder local, perpetuando un sistema de ‘desbarajustes’ estructurales y ‘democracia fallida’, temas que ameritan otros análisis.
Necesarios y pertinentes los debates electorales en los medios de comunicación para ilustrar al elector en procura de la escogencia de buenos gobiernos que trasciendan en el goce efectivo de derechos y el desarrollo en la región.
Por: Hamilton Fuentes.