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Historias - 29 julio, 2024

El cuento de Pedro: ‘Difunto Gavilán Mayor’

En el trasegar de la historia política de Colombia en los caminos carreteables y carreteras de La Guajira, durante años han salido pandillas de pistoleros cuyo oficio para subsistir es atracar, lo hacen con el funesto objetivo de apropiarse de las pertenencias de las víctimas...

Pedro Norberto Castro Araújo
Pedro Norberto Castro Araújo
Boton Wpp

Pasada la época de la bonanza marimbera quedó en la retina de muchos provincianos el recuerdo de anécdotas de personajes que participaron activamente o no en el proceso de transformación de capitales con el producido o comercialización de la hierba prohibida, del contrabando de café o de productos como el wiski y el Marlboro traídos desde Venezuela o de alguna de las islas ubicadas en el Caribe y que se enfrentan con La Guajira.

En el trasegar de la historia política de Colombia en los caminos carreteables y carreteras de La Guajira, durante años han salido pandillas de pistoleros cuyo oficio para subsistir es atracar, lo hacen con el funesto objetivo de apropiarse de las pertenencias de las víctimas, por lo general turistas que atraídos por lo exótico y diversidad de paisajes que hay en esa bella región visitan su territorio.

La policía tenía conocimiento de asaltantes armados quienes mantenían azotada a transeúntes que se movilizaban en el trayecto entre Caraipia y Maicao. No había comerciante que viajara hacia la comercial o viniera de ella que no fuera robado por la ya afamada banda de pistoleros.

La Policía estaba dateada, había intentado capturarlos con las manos en la masa, sin éxito alguno. Fue tanta la labor de inteligencia del órgano policial que finalmente organizaron un retén sorpresa y cayeron todos indocumentados y armados. Al ser sorprendidos y acorralados el jefe de la banda ordena a cada uno de sus pistoleros usar como seudónimo el nombre de un personaje importante de La Guajira y así tratar de persuadir al órgano policial para tratar de librar su captura.

Al ser indagados por sus nombres comienzan a responderle a un agente de la policía quien con ojos gateados y acento cachaco firme y seriamente les preguntaba señalándolos con el dedo pulgar: ‘yo me llamo Rafael Freite’, y usted; ‘yo me llamo Teodorito Ariza’, y usted; ‘yo Luqui Cotes’ y usted; ‘Telesforo Robles’ y tú; ‘yo me llamo Bayon Curiel’, y tú gordito; ‘yo me llamo Pasto Biche’. El último en ser indagado era un chinito recién salido de una ranchería ubicada en la Alta Guajira:
— ‘Y tú guare, ¿cómo te llamas?
— Yo me llamo Difunto Gavilán Mayor.

Por Pedro Norberto Castro Araújo

Historias
29 julio, 2024

El cuento de Pedro: ‘Difunto Gavilán Mayor’

En el trasegar de la historia política de Colombia en los caminos carreteables y carreteras de La Guajira, durante años han salido pandillas de pistoleros cuyo oficio para subsistir es atracar, lo hacen con el funesto objetivo de apropiarse de las pertenencias de las víctimas...


Pedro Norberto Castro Araújo
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Pasada la época de la bonanza marimbera quedó en la retina de muchos provincianos el recuerdo de anécdotas de personajes que participaron activamente o no en el proceso de transformación de capitales con el producido o comercialización de la hierba prohibida, del contrabando de café o de productos como el wiski y el Marlboro traídos desde Venezuela o de alguna de las islas ubicadas en el Caribe y que se enfrentan con La Guajira.

En el trasegar de la historia política de Colombia en los caminos carreteables y carreteras de La Guajira, durante años han salido pandillas de pistoleros cuyo oficio para subsistir es atracar, lo hacen con el funesto objetivo de apropiarse de las pertenencias de las víctimas, por lo general turistas que atraídos por lo exótico y diversidad de paisajes que hay en esa bella región visitan su territorio.

La policía tenía conocimiento de asaltantes armados quienes mantenían azotada a transeúntes que se movilizaban en el trayecto entre Caraipia y Maicao. No había comerciante que viajara hacia la comercial o viniera de ella que no fuera robado por la ya afamada banda de pistoleros.

La Policía estaba dateada, había intentado capturarlos con las manos en la masa, sin éxito alguno. Fue tanta la labor de inteligencia del órgano policial que finalmente organizaron un retén sorpresa y cayeron todos indocumentados y armados. Al ser sorprendidos y acorralados el jefe de la banda ordena a cada uno de sus pistoleros usar como seudónimo el nombre de un personaje importante de La Guajira y así tratar de persuadir al órgano policial para tratar de librar su captura.

Al ser indagados por sus nombres comienzan a responderle a un agente de la policía quien con ojos gateados y acento cachaco firme y seriamente les preguntaba señalándolos con el dedo pulgar: ‘yo me llamo Rafael Freite’, y usted; ‘yo me llamo Teodorito Ariza’, y usted; ‘yo Luqui Cotes’ y usted; ‘Telesforo Robles’ y tú; ‘yo me llamo Bayon Curiel’, y tú gordito; ‘yo me llamo Pasto Biche’. El último en ser indagado era un chinito recién salido de una ranchería ubicada en la Alta Guajira:
— ‘Y tú guare, ¿cómo te llamas?
— Yo me llamo Difunto Gavilán Mayor.

Por Pedro Norberto Castro Araújo