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Columnista - 22 octubre, 2010

Despojémonos de todo peso

Por: Valerio Mejía Araújo “… Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”  Hebreos 12:1. Existen pesos que no son pecados en sí mismos, pero que se convierten en obstáculos y piedras de tropiezo en el progreso de nuestra vida cristiana. En ocasiones, […]

Por: Valerio Mejía Araújo

“… Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”  Hebreos 12:1.

Existen pesos que no son pecados en sí mismos, pero que se convierten en obstáculos y piedras de tropiezo en el progreso de nuestra vida cristiana. En ocasiones, tomamos decisiones, cometemos errores, equivocaciones, tenemos malas actitudes que se convierten en lastres que arrastramos y que nos impiden correr con agilidad hacia el alcance de nuestras metas y propósitos.
Uno de esos grandes lastres que arrastramos es el desaliento. Otro es la duda en el corazón. El alma melancólica es, ciertamente, un peso que nos impedirá avanzar en nuestra utilidad y sentido de suficiencia.
Parte del fracaso del pueblo de Israel para entrar a la tierra prometida y permanecer vagando por el desierto durante cuarenta años, fue la murmuración. Esta comenzó con un pequeño deseo de quejarse y estar descontentos, pero continuó hasta que se manifestó en desánimo que floreció y maduró en rebelión y ruina.
Amados amigos lectores: No nos permitamos jamás el dudar de Dios o de su amor y fidelidad para con nosotros en todo y para siempre. Opongámonos contra toda clase de duda y permanezcamos firmes negándonos a toda incertidumbre; entonces, el Espíritu Santo vendrá en nuestra ayuda, nos dará la fe de Dios y nos coronará de su favor.
Es muy fácil caer en el hábito de dudar, de impacientarnos y preguntar si Dios nos ha desamparado y si después de todo nuestras esperanzas van a terminar en un fracaso. ¡Resistámonos al fracaso! ¡Rehusemos el ser desgraciados! Regocijémonos por medio de la fe y del ánimo y consideremos el gozo como una realidad, y con toda seguridad hallaremos que Dios hará que nuestras expectativas sean reales.
Creo que en la carrera que todos tenemos por delante, debemos estar alertas a estos dos grandes “quiebra patas”: El desalentarnos, el cual permite que durante un cierto tiempo por lo menos, nos sintamos con una terrible sensación de tristeza y fracaso y tengamos un sentimiento de inutilidad e insuficiencia haciéndonos inútiles para nosotros mismos y para los demás. El otro, consiste en hacernos dudar y romper de esa manera la fe con la que estamos unidos con el Padre.
San Pablo, ya había advertido acerca de la importancia de correr como en un estadio con tal fuerza y dedicación como para obtener el premio. Y seguramente que en esa carrera de la vida, tendremos retrasos y que también seguramente, estos retrasos traerán sufrimiento; pero en medio de todo ello permanecerá la promesa del Señor: Su nuevo Pacto conmigo en Cristo y su promesa inviolable de toda bendición que necesite, por pequeña que sea. Casi todos los personajes de la Biblia han retrasado el cronómetro de Dios y han sufrido demoras en sus propósitos eternos, pero eso no ha impedido el cumplimiento final de sus designios.
Aquella singular historia de la liberación de Pedro, cuando se encontraba en la celda por orden de Herodes; y la de Pablo y Silas encarcelados injustamente en Filipos; nos debe enseñar que aun en las horas más oscuras de la noche, la presencia de Dios siempre está cercana. Cuando el día del juicio y la ejecución comienzan a amanecer, el ángel viene a nuestra celda de angustia y desaliento a traer liberación.
En el libro de Ester, cuando la horca de cincuenta codos de altura que el malvado Amán tenía preparada para Mardoqueo, el insomnio del rey Asuero condujo a un momento de favor para su pueblo.
Amigos, puede ser que haya ciertas circunstancias que nos impidan avanzar, o que tengamos retrasos en alcanzar lo que deseamos o esperamos, pero debemos tener la seguridad que seremos rescatados. Puede ser que haya demoras en nuestra marcha, pero Dios siempre estará atento a su pacto de amor y aparecerá para cumplir sus promesas maravillosas, porque aun cuando nosotros seamos infieles, él permanece fiel, por cuanto él no puede negarse a sí mismo.
Pienso que hay cierta simplicidad en la forma como Dios ejecuta sus planes, y también que tiene recursos ilimitados para solucionar cualquier tipo de dificultad que se nos pueda presentar. Dios posee una fidelidad inquebrantable para los que confían en él y una firmeza a toda prueba en el mantenimiento de sus promesas.
Dios no es repetitivo ni escaso y limitado, él tiene miles de llaves para abrir miles de puertas diferentes. Para cada posible problema o dificultad, tiene soluciones apropiadas y precisas.
Mi invitación de hoy es a que seamos fieles y nos despojemos de todo peso que nos impida correr con paciencia la carrera que tenemos por delante con los ojos puestos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe.
Y si hay dificultades y retrasos en la carrera, alegrémonos porque estamos a las puertas de un milagro. Este es el primer escalón de un milagro. A mayor dificultad, mayor será la gloria de Dios en su intervención Divina para solucionarla.
El retraso en la vida de Abraham, dio la impresión de que la promesa de Dios se quedaría sin cumplir, pero finalmente la promesa fue redimida en Isaac, cuyo nombre significa “risa”.
Podemos reírnos de cualquier dificultad o situación desesperada  cuando nos agarramos de su mano con confianza y continuamos avanzando firmes corriendo con paciencia la carrera que tenemos por delante, en pos de lo supremo.

Oremos juntos: “Querido Dios, ayúdame a dejar todo peso que me impide seguir avanzando hacia tu conocimiento y tu presencia. Gracias por tu ayuda y el cumplimiento de todas tus promesas. Amén”
Abrazos y muchas bendiciones del Señor

[email protected]

Columnista
22 octubre, 2010

Despojémonos de todo peso

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

Por: Valerio Mejía Araújo “… Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”  Hebreos 12:1. Existen pesos que no son pecados en sí mismos, pero que se convierten en obstáculos y piedras de tropiezo en el progreso de nuestra vida cristiana. En ocasiones, […]


Por: Valerio Mejía Araújo

“… Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”  Hebreos 12:1.

Existen pesos que no son pecados en sí mismos, pero que se convierten en obstáculos y piedras de tropiezo en el progreso de nuestra vida cristiana. En ocasiones, tomamos decisiones, cometemos errores, equivocaciones, tenemos malas actitudes que se convierten en lastres que arrastramos y que nos impiden correr con agilidad hacia el alcance de nuestras metas y propósitos.
Uno de esos grandes lastres que arrastramos es el desaliento. Otro es la duda en el corazón. El alma melancólica es, ciertamente, un peso que nos impedirá avanzar en nuestra utilidad y sentido de suficiencia.
Parte del fracaso del pueblo de Israel para entrar a la tierra prometida y permanecer vagando por el desierto durante cuarenta años, fue la murmuración. Esta comenzó con un pequeño deseo de quejarse y estar descontentos, pero continuó hasta que se manifestó en desánimo que floreció y maduró en rebelión y ruina.
Amados amigos lectores: No nos permitamos jamás el dudar de Dios o de su amor y fidelidad para con nosotros en todo y para siempre. Opongámonos contra toda clase de duda y permanezcamos firmes negándonos a toda incertidumbre; entonces, el Espíritu Santo vendrá en nuestra ayuda, nos dará la fe de Dios y nos coronará de su favor.
Es muy fácil caer en el hábito de dudar, de impacientarnos y preguntar si Dios nos ha desamparado y si después de todo nuestras esperanzas van a terminar en un fracaso. ¡Resistámonos al fracaso! ¡Rehusemos el ser desgraciados! Regocijémonos por medio de la fe y del ánimo y consideremos el gozo como una realidad, y con toda seguridad hallaremos que Dios hará que nuestras expectativas sean reales.
Creo que en la carrera que todos tenemos por delante, debemos estar alertas a estos dos grandes “quiebra patas”: El desalentarnos, el cual permite que durante un cierto tiempo por lo menos, nos sintamos con una terrible sensación de tristeza y fracaso y tengamos un sentimiento de inutilidad e insuficiencia haciéndonos inútiles para nosotros mismos y para los demás. El otro, consiste en hacernos dudar y romper de esa manera la fe con la que estamos unidos con el Padre.
San Pablo, ya había advertido acerca de la importancia de correr como en un estadio con tal fuerza y dedicación como para obtener el premio. Y seguramente que en esa carrera de la vida, tendremos retrasos y que también seguramente, estos retrasos traerán sufrimiento; pero en medio de todo ello permanecerá la promesa del Señor: Su nuevo Pacto conmigo en Cristo y su promesa inviolable de toda bendición que necesite, por pequeña que sea. Casi todos los personajes de la Biblia han retrasado el cronómetro de Dios y han sufrido demoras en sus propósitos eternos, pero eso no ha impedido el cumplimiento final de sus designios.
Aquella singular historia de la liberación de Pedro, cuando se encontraba en la celda por orden de Herodes; y la de Pablo y Silas encarcelados injustamente en Filipos; nos debe enseñar que aun en las horas más oscuras de la noche, la presencia de Dios siempre está cercana. Cuando el día del juicio y la ejecución comienzan a amanecer, el ángel viene a nuestra celda de angustia y desaliento a traer liberación.
En el libro de Ester, cuando la horca de cincuenta codos de altura que el malvado Amán tenía preparada para Mardoqueo, el insomnio del rey Asuero condujo a un momento de favor para su pueblo.
Amigos, puede ser que haya ciertas circunstancias que nos impidan avanzar, o que tengamos retrasos en alcanzar lo que deseamos o esperamos, pero debemos tener la seguridad que seremos rescatados. Puede ser que haya demoras en nuestra marcha, pero Dios siempre estará atento a su pacto de amor y aparecerá para cumplir sus promesas maravillosas, porque aun cuando nosotros seamos infieles, él permanece fiel, por cuanto él no puede negarse a sí mismo.
Pienso que hay cierta simplicidad en la forma como Dios ejecuta sus planes, y también que tiene recursos ilimitados para solucionar cualquier tipo de dificultad que se nos pueda presentar. Dios posee una fidelidad inquebrantable para los que confían en él y una firmeza a toda prueba en el mantenimiento de sus promesas.
Dios no es repetitivo ni escaso y limitado, él tiene miles de llaves para abrir miles de puertas diferentes. Para cada posible problema o dificultad, tiene soluciones apropiadas y precisas.
Mi invitación de hoy es a que seamos fieles y nos despojemos de todo peso que nos impida correr con paciencia la carrera que tenemos por delante con los ojos puestos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe.
Y si hay dificultades y retrasos en la carrera, alegrémonos porque estamos a las puertas de un milagro. Este es el primer escalón de un milagro. A mayor dificultad, mayor será la gloria de Dios en su intervención Divina para solucionarla.
El retraso en la vida de Abraham, dio la impresión de que la promesa de Dios se quedaría sin cumplir, pero finalmente la promesa fue redimida en Isaac, cuyo nombre significa “risa”.
Podemos reírnos de cualquier dificultad o situación desesperada  cuando nos agarramos de su mano con confianza y continuamos avanzando firmes corriendo con paciencia la carrera que tenemos por delante, en pos de lo supremo.

Oremos juntos: “Querido Dios, ayúdame a dejar todo peso que me impide seguir avanzando hacia tu conocimiento y tu presencia. Gracias por tu ayuda y el cumplimiento de todas tus promesas. Amén”
Abrazos y muchas bendiciones del Señor

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