En este escrito es preciso acotar que, en ninguna parte del mundo, podría decirse exactamente cómo se alcanza el “desarrollo sostenible”; como quien dice, no existen fórmulas mágicas aplicables, como dice Helder Cámara a todas las situaciones para todas las razas, en todas las regiones y en todos los continentes.
Para nosotros los colombianos a partir del momento en que la nueva Constitución Nacional (1991) consagra que es deber del Estado garantizar el “desarrollo sostenible” de los recursos naturales, este concepto adquiere para los colombianos y para el mundo, una importancia sin precedentes y se convierte para nosotros en una herramienta de transformación individual y colectiva.
En este escrito es preciso acotar que, en ninguna parte del mundo, podría decirse exactamente cómo se alcanza el “desarrollo sostenible”; como quien dice, no existen fórmulas mágicas aplicables, como dice Helder Cámara a todas las situaciones para todas las razas, en todas las regiones y en todos los continentes.
Claro que existen algunas experiencias exitosas en un sitio y en otro. Algunos criterios generales, algunas aproximaciones.
Consecuente con lo anteriormente expresado a nosotros los colombianos nos toca descubrir qué quiere decir “Desarrollo Sostenible” frente a las particularidades de cada una de nuestras regiones. Tenemos el deber (al igual que sucede con las demás normas constitucionales), como quien dice, no hay excusas para predicar el desconocimiento de una norma constitucional, como quiera que tenemos que otorgarle un sentido al “Desarrollo Sostenible” en términos de nuestra visión del mundo, de nuestras aspiraciones individuales y sociales, de nuestro concepto de “Calidad de vida”, que varía de un sector u otro de Colombia. Como quien dice, de construir el significado del término en la práctica.
Le hemos apuntado a la búsqueda del “desarrollo sostenible” en medio de esta guerra en que vive el país de muertes violentas.
Concretamente se trata de buscar una estrecha relación entre la comunidad humana y la naturaleza, y de un modelo de desarrollo que resulte ecológico, económica, social, político y culturalmente “sostenible” (de esto se encargara la COP16 que trata sobre la biodiversidad y se realizara en Cali Colombia a partir del mes de octubre), para los colombianos de todas las regiones y sectores, ya que la conservación de la biodiversidad debe traducirse en un mejoramiento integral de nuestra calidad de vida.
Digamos entonces, que es un aspecto apasionante de eso que nuestra Constitución reconoce como “desarrollo sostenible”, es que no es algo que este por fuera de nosotros. Por el contrario: como todas las grandes utopías, pasa o debe pasar a través de cada uno de nosotros, para que nosotros podamos también atravesarlo, transformarlo, construirlo a la medida de nuestras esperanzas y posibilidades. Tal vez estamos hablando de descubrir un nuevo humanismo en íntimo en contacto con la naturaleza.
De unos años hacia acá se viene hablando mucho de “Desarrollo Sostenible” o “sustentable” (que no es lo mismo que “desarrollo sostenido”, y más adelante veremos por qué).
Este término adquirió resonancia después de que una comisión de expertos de distintos países del mundo, definió el “Desarrollo Sostenible” como aquel “que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.
Los términos “sostenible” y “sustentable” son sinónimos. Es decir, quieren decir lo mismo. Se refieren a la forma de utilizar uno o varios recursos, pero sin agotarlos totalmente o sin agotar la capacidad que tienen dichos recursos para renovarse, o sea, para seguir extendiéndose después de utilizarlos.
Un ejemplo de sostenibilidad, puede ser el de un leñador que usa el bosque de manera sostenible o sustentable cuando corte o recoge del suelo las ramas secas de los árboles, pero deja intacta la capacidad de los árboles para producir nuevas ramas. Cortar todos los árboles para leña sería un ejemplo de utilización no sostenible o no sustentable del bosque.
En este escrito hemos considerado resaltar de la mejor manera el término “sostenible” por una razón muy sencilla. Fue la palabra que uso la Constitución Nacional del 91 en su artículo 80, cuando determino que “El Estado planificara el manejo y aprovechamiento de los recursos naturales, para garantizar su desarrollo sostenible”.
También debemos decir que el concepto de “Desarrollo sostenido” en cambio quiere decir otra cosa: lo de “sostenido” hace referencia a una forma de desarrollo que mantiene su ritmo de explotación, de producción, de consumo o de crecimiento inmodificable, es decir, sin cambios, al menos mientras dura el recurso que se está utilizando.
Profundizando un poco más sobre el concepto sostenible, digamos como ejemplo: si durante un año sacamos de un bosque unas mil toneladas de madera mensuales, podemos afirmar que durante ese año hemos “sostenido” el ritmo de explotación de este bosque, aunque al finalizar ese año se nos hayan acabado todos los árboles. Lo más probable es que en el mediano o en el largo plazo, una forma de explotación “sostenida” por encima de la capacidad de carga de los ecosistemas se vuelva “insostenible”, en otras palabras, se agota el recurso utilizado; concluyendo que las generaciones del futuro, entonces no podrán satisfacer sus propias necesidades usando ese recurso.
Lo escrito anteriormente, nos lleva a concluir que la naturaleza no es una cosa inerte, ni “bruta”, en el sentido que convencionalmente le damos a ese término: falta de inteligencia; por el contrario, la naturaleza es un ser vivo y posee como todo lo que la conforma (incluido nosotros, así nos hayamos equivocado de manera grave en tantas actuaciones), sus propias formas de inteligencia que; en ultimas, buscan conservar viva la naturaleza y mantener las condiciones y los procesos que permiten la vida en la Tierra.
Además, decir que este concepto “sostenible” no es nuevo. Muchas culturas, entre ellas las que habitaban lo que hoy es América antes del llamado “descubrimiento”, ya lo sabían: La tierra es un ser vivo y como tal, posee sus propios ritmos, su propio orden interior, su propia intuición y sus propios ciclos. En términos humanos (que no siempre resultan afortunados para describir y entender como siente y como piensa la tierra), digamos que posee también sus miedos, sus angustias, sus furias. Posee una enorme capacidad de amor, que se traduce en voluntad de vida. Detrás de eso lo que hoy se llama “Desarrollo Sostenible”, existe un concepto que tampoco es nuevo.
Durante una gran parte de su prehistoria y de su historia, los seres humanos han observado la naturaleza, han hablado con ella, le han preguntado, la han escuchado. Pero, sobre todo, la han imitado, han seguido cuidadosamente sus ciclos, sus ritmos vitales. Han sintonizado la inteligencia de la Tierra con inteligencia humana, que es parte de ella. No solo han vivido de la tierra, sino con la tierra.
Después en algún momento se nos olvidó penar como ella. Perdimos el don de leer las señales de la naturaleza, comenzamos a navegar contra sus ritmos a contravenir sus procesos, a desconocer sus sentimientos. Separamos la razón humana de la razón del planeta. “Comenzamos a vivir en contra de la Tierra”.
Hoy somos la “Especie dominante” del planeta. Con el más o menos ocho mil millones de habitantes. Para concluir nos preguntamos si todavía la humanidad está en capacidad de ponerse a ritmo con la naturaleza, de volver a juntar con un solo propósito de vida: “las dos inteligencias”.
Preguntamos a manera de conclusión: ¿será que cambiamos el chip y optamos por actuar bajo los parámetros del desarrollo sostenible y descartamos la actuación del desarrollo sostenido?
NOTA: Como quiera que de alguna manera hemos perdido la condición de tener elevado el espíritu cívico que nos llevó a que nos calificaran en Colombia como una ciudad limpia, hoy notamos que en la Cra 9, casi todos los restaurantes y sitios de comida rápida depositan sus desechos en sus frentes cuando se les viene en gana, encontramos que los perros rompen los envoltorios y riegan en un área considerable dichos desechos, lo que conlleva a tener un espectáculo grotesco de suciedad.
Por: Hernán Maestre Martínez.
En este escrito es preciso acotar que, en ninguna parte del mundo, podría decirse exactamente cómo se alcanza el “desarrollo sostenible”; como quien dice, no existen fórmulas mágicas aplicables, como dice Helder Cámara a todas las situaciones para todas las razas, en todas las regiones y en todos los continentes.
Para nosotros los colombianos a partir del momento en que la nueva Constitución Nacional (1991) consagra que es deber del Estado garantizar el “desarrollo sostenible” de los recursos naturales, este concepto adquiere para los colombianos y para el mundo, una importancia sin precedentes y se convierte para nosotros en una herramienta de transformación individual y colectiva.
En este escrito es preciso acotar que, en ninguna parte del mundo, podría decirse exactamente cómo se alcanza el “desarrollo sostenible”; como quien dice, no existen fórmulas mágicas aplicables, como dice Helder Cámara a todas las situaciones para todas las razas, en todas las regiones y en todos los continentes.
Claro que existen algunas experiencias exitosas en un sitio y en otro. Algunos criterios generales, algunas aproximaciones.
Consecuente con lo anteriormente expresado a nosotros los colombianos nos toca descubrir qué quiere decir “Desarrollo Sostenible” frente a las particularidades de cada una de nuestras regiones. Tenemos el deber (al igual que sucede con las demás normas constitucionales), como quien dice, no hay excusas para predicar el desconocimiento de una norma constitucional, como quiera que tenemos que otorgarle un sentido al “Desarrollo Sostenible” en términos de nuestra visión del mundo, de nuestras aspiraciones individuales y sociales, de nuestro concepto de “Calidad de vida”, que varía de un sector u otro de Colombia. Como quien dice, de construir el significado del término en la práctica.
Le hemos apuntado a la búsqueda del “desarrollo sostenible” en medio de esta guerra en que vive el país de muertes violentas.
Concretamente se trata de buscar una estrecha relación entre la comunidad humana y la naturaleza, y de un modelo de desarrollo que resulte ecológico, económica, social, político y culturalmente “sostenible” (de esto se encargara la COP16 que trata sobre la biodiversidad y se realizara en Cali Colombia a partir del mes de octubre), para los colombianos de todas las regiones y sectores, ya que la conservación de la biodiversidad debe traducirse en un mejoramiento integral de nuestra calidad de vida.
Digamos entonces, que es un aspecto apasionante de eso que nuestra Constitución reconoce como “desarrollo sostenible”, es que no es algo que este por fuera de nosotros. Por el contrario: como todas las grandes utopías, pasa o debe pasar a través de cada uno de nosotros, para que nosotros podamos también atravesarlo, transformarlo, construirlo a la medida de nuestras esperanzas y posibilidades. Tal vez estamos hablando de descubrir un nuevo humanismo en íntimo en contacto con la naturaleza.
De unos años hacia acá se viene hablando mucho de “Desarrollo Sostenible” o “sustentable” (que no es lo mismo que “desarrollo sostenido”, y más adelante veremos por qué).
Este término adquirió resonancia después de que una comisión de expertos de distintos países del mundo, definió el “Desarrollo Sostenible” como aquel “que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.
Los términos “sostenible” y “sustentable” son sinónimos. Es decir, quieren decir lo mismo. Se refieren a la forma de utilizar uno o varios recursos, pero sin agotarlos totalmente o sin agotar la capacidad que tienen dichos recursos para renovarse, o sea, para seguir extendiéndose después de utilizarlos.
Un ejemplo de sostenibilidad, puede ser el de un leñador que usa el bosque de manera sostenible o sustentable cuando corte o recoge del suelo las ramas secas de los árboles, pero deja intacta la capacidad de los árboles para producir nuevas ramas. Cortar todos los árboles para leña sería un ejemplo de utilización no sostenible o no sustentable del bosque.
En este escrito hemos considerado resaltar de la mejor manera el término “sostenible” por una razón muy sencilla. Fue la palabra que uso la Constitución Nacional del 91 en su artículo 80, cuando determino que “El Estado planificara el manejo y aprovechamiento de los recursos naturales, para garantizar su desarrollo sostenible”.
También debemos decir que el concepto de “Desarrollo sostenido” en cambio quiere decir otra cosa: lo de “sostenido” hace referencia a una forma de desarrollo que mantiene su ritmo de explotación, de producción, de consumo o de crecimiento inmodificable, es decir, sin cambios, al menos mientras dura el recurso que se está utilizando.
Profundizando un poco más sobre el concepto sostenible, digamos como ejemplo: si durante un año sacamos de un bosque unas mil toneladas de madera mensuales, podemos afirmar que durante ese año hemos “sostenido” el ritmo de explotación de este bosque, aunque al finalizar ese año se nos hayan acabado todos los árboles. Lo más probable es que en el mediano o en el largo plazo, una forma de explotación “sostenida” por encima de la capacidad de carga de los ecosistemas se vuelva “insostenible”, en otras palabras, se agota el recurso utilizado; concluyendo que las generaciones del futuro, entonces no podrán satisfacer sus propias necesidades usando ese recurso.
Lo escrito anteriormente, nos lleva a concluir que la naturaleza no es una cosa inerte, ni “bruta”, en el sentido que convencionalmente le damos a ese término: falta de inteligencia; por el contrario, la naturaleza es un ser vivo y posee como todo lo que la conforma (incluido nosotros, así nos hayamos equivocado de manera grave en tantas actuaciones), sus propias formas de inteligencia que; en ultimas, buscan conservar viva la naturaleza y mantener las condiciones y los procesos que permiten la vida en la Tierra.
Además, decir que este concepto “sostenible” no es nuevo. Muchas culturas, entre ellas las que habitaban lo que hoy es América antes del llamado “descubrimiento”, ya lo sabían: La tierra es un ser vivo y como tal, posee sus propios ritmos, su propio orden interior, su propia intuición y sus propios ciclos. En términos humanos (que no siempre resultan afortunados para describir y entender como siente y como piensa la tierra), digamos que posee también sus miedos, sus angustias, sus furias. Posee una enorme capacidad de amor, que se traduce en voluntad de vida. Detrás de eso lo que hoy se llama “Desarrollo Sostenible”, existe un concepto que tampoco es nuevo.
Durante una gran parte de su prehistoria y de su historia, los seres humanos han observado la naturaleza, han hablado con ella, le han preguntado, la han escuchado. Pero, sobre todo, la han imitado, han seguido cuidadosamente sus ciclos, sus ritmos vitales. Han sintonizado la inteligencia de la Tierra con inteligencia humana, que es parte de ella. No solo han vivido de la tierra, sino con la tierra.
Después en algún momento se nos olvidó penar como ella. Perdimos el don de leer las señales de la naturaleza, comenzamos a navegar contra sus ritmos a contravenir sus procesos, a desconocer sus sentimientos. Separamos la razón humana de la razón del planeta. “Comenzamos a vivir en contra de la Tierra”.
Hoy somos la “Especie dominante” del planeta. Con el más o menos ocho mil millones de habitantes. Para concluir nos preguntamos si todavía la humanidad está en capacidad de ponerse a ritmo con la naturaleza, de volver a juntar con un solo propósito de vida: “las dos inteligencias”.
Preguntamos a manera de conclusión: ¿será que cambiamos el chip y optamos por actuar bajo los parámetros del desarrollo sostenible y descartamos la actuación del desarrollo sostenido?
NOTA: Como quiera que de alguna manera hemos perdido la condición de tener elevado el espíritu cívico que nos llevó a que nos calificaran en Colombia como una ciudad limpia, hoy notamos que en la Cra 9, casi todos los restaurantes y sitios de comida rápida depositan sus desechos en sus frentes cuando se les viene en gana, encontramos que los perros rompen los envoltorios y riegan en un área considerable dichos desechos, lo que conlleva a tener un espectáculo grotesco de suciedad.
Por: Hernán Maestre Martínez.