En Colombia, las redes sociales ya no son un accesorio de campaña: son el campo de batalla central. El reciente informe de Guarumo sobre la presencia digital de las figuras que aspiran a la Presidencia en 2026 lo confirma con una claridad demoledora. Los “likes”, los seguidores y las búsquedas en Google se convirtieron en las nuevas encuestas. La política, más que nunca, es una competencia por la atención.
En Facebook, la exalcaldesa Claudia López lidera en seguidores, pero es María Fernanda Cabal quien domina en interacción. El matiz no es menor: en tiempos donde la viralidad se confunde con influencia, quien logra emocionar o polarizar gana el debate digital. No importa tanto cuántos te siguen, si no cuántos reaccionen ante ti. Cabal ha sabido explotar esa dinámica a su favor, posicionándose como un polo de controversia que mantiene su nombre en circulación constante.
Interacción y palabras más relevantes
Pocos nombres simbolizan mejor la era del “influencer político” que Vicky Dávila. Periodista, figura mediática y ahora potencia digital, lidera en casi todas las plataformas: reina en Instagram, TikTok y X (antes Twitter). No es candidata, al menos no todavía, pero su poder de influencia en la conversación pública rivaliza con el de muchos precandidatos. Su caso ilustra cómo las fronteras entre periodismo, opinión y política se han desdibujado, y cómo el algoritmo premia la controversia tanto como la información. En las publicaciones analizadas destacan palabras como: Colombia, país, Gobierno, Presidente, Petro y colombianos, que reflejan un discurso centrado en la identidad nacional, el liderazgo y la acción política. Verbos como deben y necesita y pronombres como nuestra o mi refuerzan un tono emocional y movilizador, típico del lenguaje político en redes sociales.
El informe de Guarumo confirma que TikTok es la nueva plaza pública de la generación Z. Allí, Santiago Botero y Abelardo de la Espriella capitalizan su carisma visual, con videos que mezclan política, espectáculo y emoción. No hay discursos técnicos ni promesas detalladas: hay storytelling, ritmo y autenticidad. El voto joven no se conquista con programas, sino con engagement.
Mientras tanto, en el universo más sobrio de LinkedIn, el liderazgo lo tiene David Luna, acompañado de nombres como Mauricio Cárdenas y Juan Daniel Oviedo. Son los candidatos del “perfil profesional”, quienes apelan a una audiencia más técnica y empresarial. Y en Google el buscador del inconsciente colectivo los más consultados fueron Iván Cepeda, De la Espriella y Cabal, prueba de que la polémica sigue siendo el motor de la curiosidad política.
Un dato no menor: los mayores gastos en pauta digital los registran Miguel Uribe Londoño, Juan Carlos Pinzón y Felipe Córdoba. Es la confirmación de que la competencia por la visibilidad ya no se libra en plazas o mítines, sino en los algoritmos pagados de Meta y Google. Quien invierte más, llega más lejos. Pero también corre el riesgo de parecer artificial en un entorno que premia la “autenticidad”.
Los más relevantes, Guarumo
El informe de Guarumo no solo mide seguidores: mide poder. Las redes sociales son hoy un espejo y a veces una distorsión del clima político nacional. En ese reflejo, figuras como Dávila, Cepeda, De la Espriella, Valencia y Cabal demuestran que la narrativa digital puede moldear la percepción pública antes incluso de que arranque la campaña formal.
¿Será el algoritmo, y no la plaza pública, el que defina el rumbo del país en 2026, convirtiendo la pantalla del celular en el nuevo campo de batalla política?
Alfredo Jones Sánchez – @alfredojonessan










