Desde épocas inmemoriales se conoce que personalidades de todo orden son rodeadas por sujetos de distintas pelambres, que se precian de ser asesores y otros miles de calificativos que reciben para justificar su presencia al lado de millonarios, políticos, industriales o de cualquier artista vallenato que posa de famoso. En nuestro medio folclórico, son varios […]
Desde épocas inmemoriales se conoce que personalidades de todo orden son rodeadas por sujetos de distintas pelambres, que se precian de ser asesores y otros miles de calificativos que reciben para justificar su presencia al lado de millonarios, políticos, industriales o de cualquier artista vallenato que posa de famoso.
En nuestro medio folclórico, son varios las personas que se han vuelto tristemente célebres al lado de cantantes, a los que les han soportado toda clase de excentricidades y maltratos solo por estar al lado de ellos y recibir mención en una canción, o algunas monedas o dadivas.
Es el caso de German ‘El Pupy’ Benedetti, “El hombre del pañuelo”, quien estuvo al lado de Diomedes Díaz 17 años, siempre fue celoso guardián de su amo en Colombia, lo mismo que en Holanda, México, Venezuela, Estados Unidos, viajes de los cuales le quedan gratos recuerdos, como la visita a las Torres Gemelas en Nueva York.
Pero hay un hecho infortunado que ocurrió durante unos carnavales de Barranquilla, recién finalizado el Festival de Orquestas y Acordeones, como era denominado en esa época el concurso del Congo de Oro, en ese lejano año participó y ganó Diomedes.
‘El Cacique’ lleno de dicha y alegría invitó a la celebración por la obtención de tan preciado trofeo a los periodistas de toda la costa que cubrían el evento, entre los cuales se encontraba la delegación de Valledupar; en el hotel del ágape, donde se alojaba Diomedes, se encontraba la chinita, joven wayuu de 15 años, a quien le compuso una afamada canción.
Benedetti se encontraba allí, no se cansó de perseguir a periodistas durante toda la velada, a los cuales les susurraba insultos, que habían asistido a ese lugar no invitados por Diomedes, sino porque iban a pedirle dinero al artista.
La celebración continuaba entre risas, variedades de licores, anécdotas, maicena y entrevistas al artista laureado por el Congo, pero al acecho permanecía el fiel guardián, el cual siempre le mandaba la misma perorata de pedigüeños a los comunicadores.
Hubo un momento que el mensaje de mendigo se lo susurró el hombre del pañuelo a uno de los periodistas del Valle, quien ni corto ni perezoso se lo hizo llegar al ‘Cacique’, Diomedes increpo inmediatamente a ‘El Pupy’, diciéndole “me hace el favor y respeta a la gente que me ha hecho grande, a ellos les debo toda mi fama, así que se me arrodilla y les pide perdón”, petición del ‘Cacique’ que no fue aceptada por los periodistas, a lo cual Diomedes Díaz ripostó, “pero que respete”.
Benedetti hoy vive en Santa Marta, de donde es oriundo, demandó a Diomedes por no pagarle prestaciones sociales por 17 años de servicios, deriva su sustento de la venta de rifas y la organización de pequeños bailes de barrios, esperando que los tribunales fallen a su favor a ver si puede mejorar su situación económica, de la cual dependen sus hijos y su esposa, quien le ayuda económicamente ejerciendo la modistería. “El pañuelo Pupi, el pañuelo”.
Desde épocas inmemoriales se conoce que personalidades de todo orden son rodeadas por sujetos de distintas pelambres, que se precian de ser asesores y otros miles de calificativos que reciben para justificar su presencia al lado de millonarios, políticos, industriales o de cualquier artista vallenato que posa de famoso. En nuestro medio folclórico, son varios […]
Desde épocas inmemoriales se conoce que personalidades de todo orden son rodeadas por sujetos de distintas pelambres, que se precian de ser asesores y otros miles de calificativos que reciben para justificar su presencia al lado de millonarios, políticos, industriales o de cualquier artista vallenato que posa de famoso.
En nuestro medio folclórico, son varios las personas que se han vuelto tristemente célebres al lado de cantantes, a los que les han soportado toda clase de excentricidades y maltratos solo por estar al lado de ellos y recibir mención en una canción, o algunas monedas o dadivas.
Es el caso de German ‘El Pupy’ Benedetti, “El hombre del pañuelo”, quien estuvo al lado de Diomedes Díaz 17 años, siempre fue celoso guardián de su amo en Colombia, lo mismo que en Holanda, México, Venezuela, Estados Unidos, viajes de los cuales le quedan gratos recuerdos, como la visita a las Torres Gemelas en Nueva York.
Pero hay un hecho infortunado que ocurrió durante unos carnavales de Barranquilla, recién finalizado el Festival de Orquestas y Acordeones, como era denominado en esa época el concurso del Congo de Oro, en ese lejano año participó y ganó Diomedes.
‘El Cacique’ lleno de dicha y alegría invitó a la celebración por la obtención de tan preciado trofeo a los periodistas de toda la costa que cubrían el evento, entre los cuales se encontraba la delegación de Valledupar; en el hotel del ágape, donde se alojaba Diomedes, se encontraba la chinita, joven wayuu de 15 años, a quien le compuso una afamada canción.
Benedetti se encontraba allí, no se cansó de perseguir a periodistas durante toda la velada, a los cuales les susurraba insultos, que habían asistido a ese lugar no invitados por Diomedes, sino porque iban a pedirle dinero al artista.
La celebración continuaba entre risas, variedades de licores, anécdotas, maicena y entrevistas al artista laureado por el Congo, pero al acecho permanecía el fiel guardián, el cual siempre le mandaba la misma perorata de pedigüeños a los comunicadores.
Hubo un momento que el mensaje de mendigo se lo susurró el hombre del pañuelo a uno de los periodistas del Valle, quien ni corto ni perezoso se lo hizo llegar al ‘Cacique’, Diomedes increpo inmediatamente a ‘El Pupy’, diciéndole “me hace el favor y respeta a la gente que me ha hecho grande, a ellos les debo toda mi fama, así que se me arrodilla y les pide perdón”, petición del ‘Cacique’ que no fue aceptada por los periodistas, a lo cual Diomedes Díaz ripostó, “pero que respete”.
Benedetti hoy vive en Santa Marta, de donde es oriundo, demandó a Diomedes por no pagarle prestaciones sociales por 17 años de servicios, deriva su sustento de la venta de rifas y la organización de pequeños bailes de barrios, esperando que los tribunales fallen a su favor a ver si puede mejorar su situación económica, de la cual dependen sus hijos y su esposa, quien le ayuda económicamente ejerciendo la modistería. “El pañuelo Pupi, el pañuelo”.