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La Marcha del Silencio

No llevar pancartas con eslóganes políticos, no gritar consignas partidistas. Este domingo, los pasos que recorran las calles no serán de protesta, sino de presencia. La Marcha del Silencio no es una convocatoria, es una respuesta.  

La Marcha del Silencio

La Marcha del Silencio

Por: Ricardo

@el_pilon

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No llevar pancartas con eslóganes políticos, no gritar consignas partidistas. Este domingo, los pasos que recorran las calles no serán de protesta, sino de presencia. La Marcha del Silencio no es una convocatoria, es una respuesta.  

En un país donde la violencia ha querido acostumbrarnos a su dureza, el silencio se vuelve un acto de resistencia pacífica. Callar juntos, caminar juntos, recordar juntos a quienes ya no están, o enfrentan duras pruebas como Miguel Uribe y tantos otros, es romper el círculo del olvido. No se trata de un minuto de duelo, sino de una muestra de fuerza colectiva, de que no nos resignamos a que la muerte sea noticia cotidiana.  

Las marchas suelen medirse por su número de asistentes o por su impacto mediático. Esta es distinta. Su éxito no estará en las cámaras, sino en los que lleven en sus zapatos el polvo de las calles, en los que compartan la incomodidad de no saber qué decir, pero que sepan que estar ahí es el primer verbo necesario. El silencio, cuando es compartido, deja de ser vacío para volverse pregunta.  

No es una cita política. Es una cita humana. No se exigen derechos, se reclama lo básico: que opinar diferente no sea un acto de valentía.  

“Lo opuesto al olvido no es la memoria, es la justicia”, le escuché a alguien alguna vez en las redes. Este domingo, la justicia empieza por no permitir que los nombres se vuelvan estadística.  

La cita es sencilla: salir, caminar, guardar silencio y escuchar. A lo mejor, en ese ruido callado, está la primera línea de un país distinto.

Por: Ricardo Reyes.

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