COLUMNISTA

Canaán II

La lucha por el territorio palestino entre hebreos y filisteos tiene una larga historia; lo que hoy se llama Palestina es lo que antes se llamó Canaán y etimológicamente el concepto de Palestina deriva de Filistea.

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La lucha por el territorio palestino entre hebreos y filisteos tiene una larga historia; lo que hoy se llama Palestina es lo que antes se llamó Canaán y etimológicamente el concepto de Palestina deriva de Filistea. Según la Biblia, al finalizar el éxodo, Josué recibió la orden de exterminar a Canaán hasta beber la última gota de sangre tal como lo ordenaba Yahvé el comandante de los ejércitos hebreos; parece que el dios del Antiguo Testamento no era tan bueno. 

Eso ocurrió en el siglo XIII a. C.; en el año 1.000 a. C., Saúl ordenó el exterminio de los filisteos al mando de Goliat a quien David, con una honda divina, eliminó. Después Sansón, derribando una iglesia, acabó con el último bastión de los filisteos. A los judíos ahora no los protege Yahvé sino la industria militar de los EE. UU. y la OTAN, que es una institución militar al servicio de los primeros. En el caso de Ucrania corrieron a defenderla de Rusia y en la invasión a Irak estuvieron muy solícitos. 

En cambio, a los palestinos nadie los protege porque no tienen petróleo ni minerales raros, parece que fueran los parias de la humanidad. Todos callan y miran hacia un lado incluyendo a los árabes, sus hermanos de sangre. La situación de los palestinos es inédita, ellos no tienen ni una honda, inermemente son sacrificados; van 63.000 muertos, muchos niños y 1.500 médicos que mueren en los hospitales junto a sus pacientes con una abnegación hipocrática. Lástima da ver destruida a una nación por capricho expansionista y a tantos niños famélicos porque Netanyahu no permite la ayuda humanitaria internacional ni siquiera de la ONU, convertida en una agencia de relaciones internacionales de EE. UU. y utilizada por muchos años como una herramienta para justificar sus fechorías internacionales; esta institución, tan funcional para expedir resoluciones sancionatorias contra los países no clasificados como amigos de los EE. UU., para este caso no tiene dientes. 

Francia, que ha vivido del prestigio de defender las libertades y la democracia, ahora es un gendarme al servicio de los negocios gringos; por su parte, Alemania con su carga histórica del hasta hoy mayor genocida, se esconde en la vergüenza de su pasado, por eso calla. Del Reino Unido ni se diga, de colonizador de los EE. UU., ahora es colonizado por este, convertido en retaguardia de su vieja colonia. Israel no tiene quién lo ronde, pero sí muchos que le den armas. Una sola palabra de Trump terminaría este desastre humano. Mientras tanto, Trump entretiene al mundo enviando su flota militar al mar Caribe para intimidar a Venezuela bajo el argumento de capturar al llamado “Cartel de los Soles”, un relato más previo a una intervención militar. Esa es la doble moral de las guerras que siempre han sido un gran negocio. El concepto de democracia hay que redefinirlo; mientras existan países que se reserven el derecho de intervenir en el destino del resto del mundo en nombre de esta, nuevas formas de gobierno deben surgir.

Por: Luis Napoleón de Armas P.

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