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Columnista - 22 abril, 2022

Amor constante

En ocasiones podemos sentir que Dios está a punto de descalificarnos, cansado de nuestros tropiezos, muchas veces, nosotros mismos nos sentimos abrumados por las inconsistencias y reacciones de nuestra humanidad.  

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“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios…”. 1°Juan 3,1

En ocasiones podemos sentir que Dios está a punto de descalificarnos, cansado de nuestros tropiezos, muchas veces, nosotros mismos nos sentimos abrumados por las inconsistencias y reacciones de nuestra humanidad.  

En vez de caminar confiadamente, creyendo en sus promesas, tememos que la tolerancia de Dios para nuestros fracasos tenga un límite y tengamos que andar peligrosamente por la orillita de su voluntad; siempre santa, agradable y perfecta. 

El concepto que tengamos de Dios afectará nuestra realización como personas. Sí pensamos que Dios está enojado con nosotros, que está listo para botarnos o que ya se cansó porque nuestros desempeños diarios son menos que perfectos; andaremos por la vida en busca de aceptación y en procura de hacer obras para tratar de agradarle en nuestros pensamientos y conductas.

Es verdad que, el camino de fe que debemos andar, puede a veces, ser interrumpido por momentos de dudas e incertidumbres o incluso de apartamiento y apagón producidos por la comodidad, la rebeldía personal, o por el engaño de las circunstancias. Durante esos períodos pensamos que, ciertamente Dios ha perdido la paciencia con nosotros y está a punto de cancelarnos la visa. Ahí, la tentación es entregarse, dejar de andar por fe, dar cabida a la queja y el cuestionamiento, sentándonos descuidadamente a la vera del camino para preguntarnos sí realmente vale la pena vivir para Dios. ¿Para qué sirve? Sentimos que el proceso de crecimiento de la obra de Dios en nosotros quedó suspendido y los enemigos celebran de la dicha.  

Queridos amigos: la verdad primaria que debemos saber sobre Dios para que nuestra fe permanezca fuerte, es que su amor y aceptación son incondicionales. Dios nos ama cuando caminamos con fe y firmeza; pero, también nos ama cuando caminamos sin fe y con debilidad. Dios nos ama cuando somos fuertes y también cuando claudicamos de cara a los problemas. ¡El amor de Dios es una constante eterna en medio de todas las posibles inconsecuencias de nuestro diario caminar! 

Por supuesto que, Dios quiere que hagamos lo bueno y seamos consecuentes con nuestra fe. Pero, Dios ya ha hecho provisión para nuestro fracaso, de modo que su amor sigue constante a pesar de lo que hacemos. “Pero, si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el Justo. Él es la propiciación por nuestros pecados…”.

Vivamos una vida de libertad, procurando agradarle y serle fieles. Nuestra felicidad y realización como personas, está ligada a nuestra comunión con Dios. “Porque, en él vivimos, nos movemos y somos”.  ¡Dios nos ama incondicionalmente! Fuerte abrazo y adelante…

Columnista
22 abril, 2022

Amor constante

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

En ocasiones podemos sentir que Dios está a punto de descalificarnos, cansado de nuestros tropiezos, muchas veces, nosotros mismos nos sentimos abrumados por las inconsistencias y reacciones de nuestra humanidad.  


“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios…”. 1°Juan 3,1

En ocasiones podemos sentir que Dios está a punto de descalificarnos, cansado de nuestros tropiezos, muchas veces, nosotros mismos nos sentimos abrumados por las inconsistencias y reacciones de nuestra humanidad.  

En vez de caminar confiadamente, creyendo en sus promesas, tememos que la tolerancia de Dios para nuestros fracasos tenga un límite y tengamos que andar peligrosamente por la orillita de su voluntad; siempre santa, agradable y perfecta. 

El concepto que tengamos de Dios afectará nuestra realización como personas. Sí pensamos que Dios está enojado con nosotros, que está listo para botarnos o que ya se cansó porque nuestros desempeños diarios son menos que perfectos; andaremos por la vida en busca de aceptación y en procura de hacer obras para tratar de agradarle en nuestros pensamientos y conductas.

Es verdad que, el camino de fe que debemos andar, puede a veces, ser interrumpido por momentos de dudas e incertidumbres o incluso de apartamiento y apagón producidos por la comodidad, la rebeldía personal, o por el engaño de las circunstancias. Durante esos períodos pensamos que, ciertamente Dios ha perdido la paciencia con nosotros y está a punto de cancelarnos la visa. Ahí, la tentación es entregarse, dejar de andar por fe, dar cabida a la queja y el cuestionamiento, sentándonos descuidadamente a la vera del camino para preguntarnos sí realmente vale la pena vivir para Dios. ¿Para qué sirve? Sentimos que el proceso de crecimiento de la obra de Dios en nosotros quedó suspendido y los enemigos celebran de la dicha.  

Queridos amigos: la verdad primaria que debemos saber sobre Dios para que nuestra fe permanezca fuerte, es que su amor y aceptación son incondicionales. Dios nos ama cuando caminamos con fe y firmeza; pero, también nos ama cuando caminamos sin fe y con debilidad. Dios nos ama cuando somos fuertes y también cuando claudicamos de cara a los problemas. ¡El amor de Dios es una constante eterna en medio de todas las posibles inconsecuencias de nuestro diario caminar! 

Por supuesto que, Dios quiere que hagamos lo bueno y seamos consecuentes con nuestra fe. Pero, Dios ya ha hecho provisión para nuestro fracaso, de modo que su amor sigue constante a pesar de lo que hacemos. “Pero, si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el Justo. Él es la propiciación por nuestros pecados…”.

Vivamos una vida de libertad, procurando agradarle y serle fieles. Nuestra felicidad y realización como personas, está ligada a nuestra comunión con Dios. “Porque, en él vivimos, nos movemos y somos”.  ¡Dios nos ama incondicionalmente! Fuerte abrazo y adelante…