Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 27 marzo, 2020

Álvaro Araújo Noguera

Ese maligno bicho me impidió tener la satisfacción de asistir a los actos funerales del Dr. Álvaro Araújo Noguera y expresarles a sus familiares mi solidaridad con un fuerte codazo, especialmente a su hija Natalia por quien siento un inmenso afecto. Lo he hecho por celular con los que he podido, pero sí no va […]

Boton Wpp

Ese maligno bicho me impidió tener la satisfacción de asistir a los actos funerales del Dr. Álvaro Araújo Noguera y expresarles a sus familiares mi solidaridad con un fuerte codazo, especialmente a su hija Natalia por quien siento un inmenso afecto. Lo he hecho por celular con los que he podido, pero sí no va a evitar que a través de esta columna me una al dolor colectivo que embarga al departamento del Cesar por la desaparición de uno de sus más ilustres hijos, porque  fue Álvaro Araujo Noguera  un hombre que dedicó su vida a servirle a su familia conformada por gente pobre, a sus amigos de todas las clases sociales y a su Cesar querido.

Fue el Dr. Araujo, como yo le decía con mucho cariño y gran respeto, un hombre afortunado en la vida pública y donde llegó lo hizo bien y dejó huellas muy profundas, lo recuerdo en la gerencia de Asocesar resolviéndole los problemas  a todos los algodoneros que acudíamos a su oficina de puertas abiertas, con su gran virtud de resolver positivamente nuestras peticiones y cuando no podía, muy raras veces, también lo decía con claridad pero con pesar. Él era así, claro y conciso en sus determinaciones.

Incursionó en política y se paseó por el Congreso como representante y senador en donde no hacía otra cosa que servirles  a sus amigos sin distinción de color político o social pues así como se lo encontraban en cualquier tienda de esquina o cancha deportiva, pues fue un buen deportista especialmente en el deporte de la bola caliente, también frecuentaba los elegantes salones del Club Valledupar o era atendido por lo más granado de esta sociedad. Después, también recorrió la vida burocrática y llegó a las altas dignidades de la Gerencia General de la Caja Agraria y ministro de Agricultura, en donde en compañía de buenos amigos, entre ellos recuerdo a un cachaco que fue costeño Augusto Morales Granados, desarrollaron una vasta labor de servicios a esta región y como siempre jamás dejó de servirle a su familia, que era lo primero y a sus amigos que estaban muy cerquita de los primeros.

Fue ganadero y presidente de la Junta Directiva de Fedegán  algodonero como lo dije antes, empresario y junto con Carlos Alberto Castro, su gran amigo, y Hernán Maestre, crearon la pujante firma Empresar que por muchos años funcionó exitosa en esta ciudad. En fin, Álvaro Araújo Noguera hace parte importante de la historia del Cesar y fue protagonista importante de todos los hechos históricos que desde 1968 hasta hoy se aparecieron en esta región, razón por la cual, repito, el Cesar está de luto y el señor gobernador y todos los alcaldes deben de decretar lo y ordenar la izada de sus respectivas banderas a media asta. Eso no lo puede evitar el temible coronavirus, como tampoco puede evitar que EL PILÓN publique esta columna que José M Aponte escribe para rendirle culto a su gran amigo y a veces maestro Dr. Álvaro Araujo Noguera, que en paz descanse.

No puedo terminar sin enviarle un fuerte abrazo de solidaridad a su hermano mayor el ilustre abogado Jaime Araujo Noguera, padrino de mi hermano Rafael a quien mi papá tenía como familia y así lo sentimos los miembros de la familia Aponte Martínez, descendientes de Lucinda y José Manuel.

Mis más sentidas notas de condolencia a todos los familiares de Álvaro Araújo Noguera.

Columnista
27 marzo, 2020

Álvaro Araújo Noguera

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Ese maligno bicho me impidió tener la satisfacción de asistir a los actos funerales del Dr. Álvaro Araújo Noguera y expresarles a sus familiares mi solidaridad con un fuerte codazo, especialmente a su hija Natalia por quien siento un inmenso afecto. Lo he hecho por celular con los que he podido, pero sí no va […]


Ese maligno bicho me impidió tener la satisfacción de asistir a los actos funerales del Dr. Álvaro Araújo Noguera y expresarles a sus familiares mi solidaridad con un fuerte codazo, especialmente a su hija Natalia por quien siento un inmenso afecto. Lo he hecho por celular con los que he podido, pero sí no va a evitar que a través de esta columna me una al dolor colectivo que embarga al departamento del Cesar por la desaparición de uno de sus más ilustres hijos, porque  fue Álvaro Araujo Noguera  un hombre que dedicó su vida a servirle a su familia conformada por gente pobre, a sus amigos de todas las clases sociales y a su Cesar querido.

Fue el Dr. Araujo, como yo le decía con mucho cariño y gran respeto, un hombre afortunado en la vida pública y donde llegó lo hizo bien y dejó huellas muy profundas, lo recuerdo en la gerencia de Asocesar resolviéndole los problemas  a todos los algodoneros que acudíamos a su oficina de puertas abiertas, con su gran virtud de resolver positivamente nuestras peticiones y cuando no podía, muy raras veces, también lo decía con claridad pero con pesar. Él era así, claro y conciso en sus determinaciones.

Incursionó en política y se paseó por el Congreso como representante y senador en donde no hacía otra cosa que servirles  a sus amigos sin distinción de color político o social pues así como se lo encontraban en cualquier tienda de esquina o cancha deportiva, pues fue un buen deportista especialmente en el deporte de la bola caliente, también frecuentaba los elegantes salones del Club Valledupar o era atendido por lo más granado de esta sociedad. Después, también recorrió la vida burocrática y llegó a las altas dignidades de la Gerencia General de la Caja Agraria y ministro de Agricultura, en donde en compañía de buenos amigos, entre ellos recuerdo a un cachaco que fue costeño Augusto Morales Granados, desarrollaron una vasta labor de servicios a esta región y como siempre jamás dejó de servirle a su familia, que era lo primero y a sus amigos que estaban muy cerquita de los primeros.

Fue ganadero y presidente de la Junta Directiva de Fedegán  algodonero como lo dije antes, empresario y junto con Carlos Alberto Castro, su gran amigo, y Hernán Maestre, crearon la pujante firma Empresar que por muchos años funcionó exitosa en esta ciudad. En fin, Álvaro Araújo Noguera hace parte importante de la historia del Cesar y fue protagonista importante de todos los hechos históricos que desde 1968 hasta hoy se aparecieron en esta región, razón por la cual, repito, el Cesar está de luto y el señor gobernador y todos los alcaldes deben de decretar lo y ordenar la izada de sus respectivas banderas a media asta. Eso no lo puede evitar el temible coronavirus, como tampoco puede evitar que EL PILÓN publique esta columna que José M Aponte escribe para rendirle culto a su gran amigo y a veces maestro Dr. Álvaro Araujo Noguera, que en paz descanse.

No puedo terminar sin enviarle un fuerte abrazo de solidaridad a su hermano mayor el ilustre abogado Jaime Araujo Noguera, padrino de mi hermano Rafael a quien mi papá tenía como familia y así lo sentimos los miembros de la familia Aponte Martínez, descendientes de Lucinda y José Manuel.

Mis más sentidas notas de condolencia a todos los familiares de Álvaro Araújo Noguera.