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Columnista - 5 julio, 2010

Ya es suficiente

MISCELÁNEA Por: Luis Augusto González Pimienta Hago un paréntesis en este tiempo de fútbol para meterme en honduras. Falto a la promesa de no volverme a referir al mal uso del idioma en los textos de este medio de comunicación, pero no me aguanto algunos descuidos que rayan en la ignorancia. Hace dos semanas hice […]

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MISCELÁNEA

Por: Luis Augusto González Pimienta

Hago un paréntesis en este tiempo de fútbol para meterme en honduras. Falto a la promesa de no volverme a referir al mal uso del idioma en los textos de este medio de comunicación, pero no me aguanto algunos descuidos que rayan en la ignorancia.

Hace dos semanas hice alusión al uso equivocado de “replay” por Ripley. El primero es un sustantivo femenino (repetición) y el segundo un personaje estudioso de los fenómenos paranormales que tenía por profesión la antropología y que creó un programa de televisión llamado “Aunque usted no lo crea”. (Remito a los interesados en el tema a mi columna “Del Mundial y otros demonios”).

Ahora se me da la ocasión de corregir un yerro bastante común, con la esperanza de que no persista. Confieso el fundado temor de ser tachado de pedante, pero lo prefiero ante la posibilidad de que por vía de la costumbre el error se convierta en ley. Y vamos al grano.

En la sección judicial del jueves pasado apareció el siguiente titular: “Desconocidos balearon a un albañil hasta cegarle la vida”. Lo correcto era emplear el verbo segar con “s” que significa cortar, interrumpir algo de forma violenta y brusca, y no cegar con “c” que equivale a quitar la vista. La vida se siega, se interrumpe, se corta; la vista se ciega.

Es muy probable que el error proceda del boletín que expide la Policía, pero es atribuible al encargado de la página que tiene la obligación de revisar los contenidos. Transcribir sin examinar es tan culposo como incurrir en el propio dislate.

Sigamos con otro. Hay palabras extranjeras que por su uso frecuente son adoptadas por el español, eso sí, preservando la construcción castellana. También hay palabras que se ponen de moda y con el tiempo desaparecen porque unas nuevas las reemplazan. Encontrar un vocablo extranjero castellanizado que haya sido de uso frecuente, luego olvidado y finalmente reencauchado, sí que es curioso.

Por allá por los años sesenta o setenta, no recuerdo bien, en lugar de decir papel (referido a la representación de un actor: “Maruja hizo el papel de bruja”), se comenzó a usar rol. En ese entonces los puristas criticaron el galicismo por innecesario y el término cayó en desuso, para retomar vida en el presente. Hoy todo el mundo tiene un rol que desempeñar en la vida.

El Diccionario de la Real Academia Española define rol así: “(Del ingl. role, papel de un actor, y este del fr. rôle). m. papel (? función que alguien o algo cumple)”.

Ocurrió que una querida amiga chateando conmigo escribió roll, cuyo significado en inglés no tiene nada que ver con rol o papel. (El verbo chatear será incluido en la próxima edición del DRAE). Otro tanto hizo un cuidadoso columnista al que se le escapó el vocablo equivocado cuando escribió “Ahora bien, si la abnegada madre del relato bíblico cedió a su hijo, no fue precisamente por darlo en adopción, renunciando a su “roll” materno…” El entrecomillado no lo salva porque el original en inglés es role y nunca roll. Y en castellano rol.

Los dos casos aquí citados ponen de manifiesto la poca utilización de nuestro diccionario, o lo que es peor, la ausencia de duda, cuando el escritor debe dudar hasta de su propia sombra. Pero ante todo, es un llamado a los editores del periódico para que no dejen pasar estos errores, que desdicen de su calidad. Ya está bueno, ya es suficiente.

Columnista
5 julio, 2010

Ya es suficiente

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Augusto González Pimienta

MISCELÁNEA Por: Luis Augusto González Pimienta Hago un paréntesis en este tiempo de fútbol para meterme en honduras. Falto a la promesa de no volverme a referir al mal uso del idioma en los textos de este medio de comunicación, pero no me aguanto algunos descuidos que rayan en la ignorancia. Hace dos semanas hice […]


MISCELÁNEA

Por: Luis Augusto González Pimienta

Hago un paréntesis en este tiempo de fútbol para meterme en honduras. Falto a la promesa de no volverme a referir al mal uso del idioma en los textos de este medio de comunicación, pero no me aguanto algunos descuidos que rayan en la ignorancia.

Hace dos semanas hice alusión al uso equivocado de “replay” por Ripley. El primero es un sustantivo femenino (repetición) y el segundo un personaje estudioso de los fenómenos paranormales que tenía por profesión la antropología y que creó un programa de televisión llamado “Aunque usted no lo crea”. (Remito a los interesados en el tema a mi columna “Del Mundial y otros demonios”).

Ahora se me da la ocasión de corregir un yerro bastante común, con la esperanza de que no persista. Confieso el fundado temor de ser tachado de pedante, pero lo prefiero ante la posibilidad de que por vía de la costumbre el error se convierta en ley. Y vamos al grano.

En la sección judicial del jueves pasado apareció el siguiente titular: “Desconocidos balearon a un albañil hasta cegarle la vida”. Lo correcto era emplear el verbo segar con “s” que significa cortar, interrumpir algo de forma violenta y brusca, y no cegar con “c” que equivale a quitar la vista. La vida se siega, se interrumpe, se corta; la vista se ciega.

Es muy probable que el error proceda del boletín que expide la Policía, pero es atribuible al encargado de la página que tiene la obligación de revisar los contenidos. Transcribir sin examinar es tan culposo como incurrir en el propio dislate.

Sigamos con otro. Hay palabras extranjeras que por su uso frecuente son adoptadas por el español, eso sí, preservando la construcción castellana. También hay palabras que se ponen de moda y con el tiempo desaparecen porque unas nuevas las reemplazan. Encontrar un vocablo extranjero castellanizado que haya sido de uso frecuente, luego olvidado y finalmente reencauchado, sí que es curioso.

Por allá por los años sesenta o setenta, no recuerdo bien, en lugar de decir papel (referido a la representación de un actor: “Maruja hizo el papel de bruja”), se comenzó a usar rol. En ese entonces los puristas criticaron el galicismo por innecesario y el término cayó en desuso, para retomar vida en el presente. Hoy todo el mundo tiene un rol que desempeñar en la vida.

El Diccionario de la Real Academia Española define rol así: “(Del ingl. role, papel de un actor, y este del fr. rôle). m. papel (? función que alguien o algo cumple)”.

Ocurrió que una querida amiga chateando conmigo escribió roll, cuyo significado en inglés no tiene nada que ver con rol o papel. (El verbo chatear será incluido en la próxima edición del DRAE). Otro tanto hizo un cuidadoso columnista al que se le escapó el vocablo equivocado cuando escribió “Ahora bien, si la abnegada madre del relato bíblico cedió a su hijo, no fue precisamente por darlo en adopción, renunciando a su “roll” materno…” El entrecomillado no lo salva porque el original en inglés es role y nunca roll. Y en castellano rol.

Los dos casos aquí citados ponen de manifiesto la poca utilización de nuestro diccionario, o lo que es peor, la ausencia de duda, cuando el escritor debe dudar hasta de su propia sombra. Pero ante todo, es un llamado a los editores del periódico para que no dejen pasar estos errores, que desdicen de su calidad. Ya está bueno, ya es suficiente.