Dando un paseo por el Gran Malecón de Barranquilla, viendo a un sin número de familias disfrutar de los espacios recreativos, de esparcimiento y deportivos que esta magna obra aún en desarrollo les ofrece a los habitantes de una ciudad hermana, vinieron a mí las ganas de escribir esta columna de opinión. “Hay una ciudad […]
Dando un paseo por el Gran Malecón de Barranquilla, viendo a un sin número de familias disfrutar de los espacios recreativos, de esparcimiento y deportivos que esta magna obra aún en desarrollo les ofrece a los habitantes de una ciudad hermana, vinieron a mí las ganas de escribir esta columna de opinión.
“Hay una ciudad cerca de la costa Caribe de Colombia, detrás de los picos nevados y verdes bosques de la Sierra Nevada de Santa Marta. Es ahí donde se encuentra el fértil Valle de Upar, formado por el río Cesar, entre la Sierra Nevada y la Serranía de Perijá”.
Es de esta manera como inicia el documento ‘Plan de acción Valledupar 2030’, de Findeter; pienso que los autores no pudieron escoger una combinación de palabras más hermosas para describir esta tierra orgullo de todos los que aquí habitamos, pero hoy duele decir que esa belleza se está viendo amenazada por las acciones de algunos habitantes que no tienen sentido de pertenencia por esta tierra ni por sus maravillas naturales, además por la mirada indiferente de algunos dirigentes que han gobernado de espaldas a estas, las cuales son nuestras mayores ventajas competitivas brindadas por la madre naturaleza a este territorio y además son la razón de ser por la cual hoy Valledupar existe.
¿Pero qué es eso de volver al río? Podrán preguntarse los que hasta este punto de la lectura han llegado, y por su amable lectura me voy a permitir decirles a qué me refiero con el título de esta columna.
Volver al río no es regresar a los antiguos paseos de olla, las “bebetas” a orillas del mismo, o simplemente darse un baño mañanero luego de una jornada de ejercicios. No. Mis coterráneos, volver al río para mí significa volcar nuestra mirada, nuestro esfuerzo y nuestra planeación urbanística, estratégica y de ciudad hacia esa maravilla natural que es el río Guatapurí, ese al que le llamamos el ‘Rey’ o el ‘Patrón del Valle’, al que muchos poetas y cantores se han referido en sus versos y que con la ayuda de nuestros juglares se ha erigido como un símbolo solemne de nuestra idiosincrasia vallenata.
¿Pero cómo volvemos al río? Se preguntarán los que siguen en esta lectura, y la respuesta es sencilla: podemos aprender de nuestros vecinos, las ciudades de Montería y Barranquilla, y algunas ciudades más lejanas como Barcelona, en España: han logrado devolverles a sus habitantes sus ríos, que a saber son el río Sinú con el parque lineal de la Ronda del Sinú; el Gran Malecón del río Magdalena y el Parque Fluvial del río Besòs, respectivamente.
En Valledupar tenemos concebido ya un proyecto ambicioso, es el Plan Maestro del Eco parque Lineal del Río Guatapurí y sus áreas circundantes, este fue diseñado por pasadas administraciones municipales en asocio con Findeter y el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, y comprende un área aproximada de 170 hectáreas y un recorrido de 8 kilómetros de la ronda del río.
Basta con ver los renders para transportarse a ese lugar con la imaginación y sentir el frescor de las brisas y el cantar de las aves, un sueño que con voluntad política y gestión en el alto Gobierno puede hacerse realidad.
Como conclusión quiero hacer un llamado a la administración municipal de Valledupar y a la administración departamental del Cesar, a que le demos continuidad a las buenas iniciativas, a seguir con el Plan de Acción Valledupar 2030, pongamos todos los actores políticos y ciudadanos de nuestra parte para devolverle su dignidad al río, no más botaderos de basura, no más desvíos ilegales a su cuenca, no más rumores de privatización de sus aguas, construyamos una #ValleduparParaTodos.
Twitter: @alfonsohorta.
Dando un paseo por el Gran Malecón de Barranquilla, viendo a un sin número de familias disfrutar de los espacios recreativos, de esparcimiento y deportivos que esta magna obra aún en desarrollo les ofrece a los habitantes de una ciudad hermana, vinieron a mí las ganas de escribir esta columna de opinión. “Hay una ciudad […]
Dando un paseo por el Gran Malecón de Barranquilla, viendo a un sin número de familias disfrutar de los espacios recreativos, de esparcimiento y deportivos que esta magna obra aún en desarrollo les ofrece a los habitantes de una ciudad hermana, vinieron a mí las ganas de escribir esta columna de opinión.
“Hay una ciudad cerca de la costa Caribe de Colombia, detrás de los picos nevados y verdes bosques de la Sierra Nevada de Santa Marta. Es ahí donde se encuentra el fértil Valle de Upar, formado por el río Cesar, entre la Sierra Nevada y la Serranía de Perijá”.
Es de esta manera como inicia el documento ‘Plan de acción Valledupar 2030’, de Findeter; pienso que los autores no pudieron escoger una combinación de palabras más hermosas para describir esta tierra orgullo de todos los que aquí habitamos, pero hoy duele decir que esa belleza se está viendo amenazada por las acciones de algunos habitantes que no tienen sentido de pertenencia por esta tierra ni por sus maravillas naturales, además por la mirada indiferente de algunos dirigentes que han gobernado de espaldas a estas, las cuales son nuestras mayores ventajas competitivas brindadas por la madre naturaleza a este territorio y además son la razón de ser por la cual hoy Valledupar existe.
¿Pero qué es eso de volver al río? Podrán preguntarse los que hasta este punto de la lectura han llegado, y por su amable lectura me voy a permitir decirles a qué me refiero con el título de esta columna.
Volver al río no es regresar a los antiguos paseos de olla, las “bebetas” a orillas del mismo, o simplemente darse un baño mañanero luego de una jornada de ejercicios. No. Mis coterráneos, volver al río para mí significa volcar nuestra mirada, nuestro esfuerzo y nuestra planeación urbanística, estratégica y de ciudad hacia esa maravilla natural que es el río Guatapurí, ese al que le llamamos el ‘Rey’ o el ‘Patrón del Valle’, al que muchos poetas y cantores se han referido en sus versos y que con la ayuda de nuestros juglares se ha erigido como un símbolo solemne de nuestra idiosincrasia vallenata.
¿Pero cómo volvemos al río? Se preguntarán los que siguen en esta lectura, y la respuesta es sencilla: podemos aprender de nuestros vecinos, las ciudades de Montería y Barranquilla, y algunas ciudades más lejanas como Barcelona, en España: han logrado devolverles a sus habitantes sus ríos, que a saber son el río Sinú con el parque lineal de la Ronda del Sinú; el Gran Malecón del río Magdalena y el Parque Fluvial del río Besòs, respectivamente.
En Valledupar tenemos concebido ya un proyecto ambicioso, es el Plan Maestro del Eco parque Lineal del Río Guatapurí y sus áreas circundantes, este fue diseñado por pasadas administraciones municipales en asocio con Findeter y el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, y comprende un área aproximada de 170 hectáreas y un recorrido de 8 kilómetros de la ronda del río.
Basta con ver los renders para transportarse a ese lugar con la imaginación y sentir el frescor de las brisas y el cantar de las aves, un sueño que con voluntad política y gestión en el alto Gobierno puede hacerse realidad.
Como conclusión quiero hacer un llamado a la administración municipal de Valledupar y a la administración departamental del Cesar, a que le demos continuidad a las buenas iniciativas, a seguir con el Plan de Acción Valledupar 2030, pongamos todos los actores políticos y ciudadanos de nuestra parte para devolverle su dignidad al río, no más botaderos de basura, no más desvíos ilegales a su cuenca, no más rumores de privatización de sus aguas, construyamos una #ValleduparParaTodos.
Twitter: @alfonsohorta.