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Columnista - 17 mayo, 2013

¡Vea que manera de enamorar!

Les hablo de hace cincuenta años. Me cuenta Abel Darío que estaba recién llegado a Patillal después de un tiempo largo de ausencia en el que trabajó en un cultivo de algodón cerca a Codazzi.

Boton Wpp

Por: José Gregorio Guerrero

Les hablo de hace cincuenta años. Me cuenta Abel Darío que estaba recién llegado a Patillal después de un tiempo largo de ausencia en el que trabajó en un cultivo de algodón cerca a Codazzi, recuerda: “las motas parecían guanábanas peladas sobre un delicado tallo, ese era mucho algodón hermoso” me dijo con ese hablar apaciguado que lo caracteriza.

Fue entonces cuando tocó la medula de la charla: “al llegar a Patillal hice un listado de las mujeres casaderas y lo analicé con detenimiento” ¿Cuántas formaban el listado? Le pregunté “como unas nueve” me dijo y puntualizó: “pero muchas eran hermanas de mis hermanos, y otras muy amigas, así que solo quedó una sobre el tapete, Carmen Rosa” me dijo con una amplia sonrisa.

Ese mismo día por la tarde fue a la casa de de la escogida, se le acercó con cautela y con el dedo índice le advirtió: “necesito hablar seriamente con usted” ella lo miró de reojo ¿y eso? le preguntó- él sin mucho rodeo se la soltó plena “es que usted me gusta y quiero casarme con usted, vengo por la respuesta cuando baje el sol” ella lo volvió a mirar y solo tuvo aliento para una respuesta ¡uso…. A este que le picó!

Por la tarde al bajar el sol Abel se acerca a la casa de la dama en cuestión, esta lo ve acercarse y no lo deja acomodar “usted cree…” él la interrumpe con firmeza “no quiero pretextos, so lo diga si o no” ella impotente le abre los ojos y le da la espalda con una frase que al, parecer derrumbaba cualquier buena intención “ este que se ha creído” él solo le ripostó “ mañana  antes de diez regreso por la respuesta, usted verá si se embarca o se queda” ella se detiene y lo mira “jaquecito si no” le dijo y emprendió su marcha.

Al día siguiente antes de diez llega el enamorado a casa de Carmen Rosa, este sin aflojarle el semblante la mira, Carmen responde su penetrante  mirada “quería acabarme con esos ojos” me dijo; luego lo invitó al patio y le colocó un taburete recostado a un poste de mareta, Abel se sentó y ella sin mas rodeos se sentó en las piernas de él.

Ese fue un sí camuflajeado (les confieso, me he reído mucho escribiendo esta columna) para no alargar la historia la pareja tuvo tres hijos, hoy escucho muchas historias que me cuenta Abel y esta es el comienzo de muchas. Así como hoy se enamora con detalles, antes se hacia a dedo. El amor se manifiesta de mil formas, pero está me impactó.

Una conclusión que no quería manifestar, pero a última hora me decidí: Carmen Rosa le había echado el ojo a Abel, mucho antes de hacer él la lista.

Columnista
17 mayo, 2013

¡Vea que manera de enamorar!

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Gregorio Guerrero Ramírez

Les hablo de hace cincuenta años. Me cuenta Abel Darío que estaba recién llegado a Patillal después de un tiempo largo de ausencia en el que trabajó en un cultivo de algodón cerca a Codazzi.


Por: José Gregorio Guerrero

Les hablo de hace cincuenta años. Me cuenta Abel Darío que estaba recién llegado a Patillal después de un tiempo largo de ausencia en el que trabajó en un cultivo de algodón cerca a Codazzi, recuerda: “las motas parecían guanábanas peladas sobre un delicado tallo, ese era mucho algodón hermoso” me dijo con ese hablar apaciguado que lo caracteriza.

Fue entonces cuando tocó la medula de la charla: “al llegar a Patillal hice un listado de las mujeres casaderas y lo analicé con detenimiento” ¿Cuántas formaban el listado? Le pregunté “como unas nueve” me dijo y puntualizó: “pero muchas eran hermanas de mis hermanos, y otras muy amigas, así que solo quedó una sobre el tapete, Carmen Rosa” me dijo con una amplia sonrisa.

Ese mismo día por la tarde fue a la casa de de la escogida, se le acercó con cautela y con el dedo índice le advirtió: “necesito hablar seriamente con usted” ella lo miró de reojo ¿y eso? le preguntó- él sin mucho rodeo se la soltó plena “es que usted me gusta y quiero casarme con usted, vengo por la respuesta cuando baje el sol” ella lo volvió a mirar y solo tuvo aliento para una respuesta ¡uso…. A este que le picó!

Por la tarde al bajar el sol Abel se acerca a la casa de la dama en cuestión, esta lo ve acercarse y no lo deja acomodar “usted cree…” él la interrumpe con firmeza “no quiero pretextos, so lo diga si o no” ella impotente le abre los ojos y le da la espalda con una frase que al, parecer derrumbaba cualquier buena intención “ este que se ha creído” él solo le ripostó “ mañana  antes de diez regreso por la respuesta, usted verá si se embarca o se queda” ella se detiene y lo mira “jaquecito si no” le dijo y emprendió su marcha.

Al día siguiente antes de diez llega el enamorado a casa de Carmen Rosa, este sin aflojarle el semblante la mira, Carmen responde su penetrante  mirada “quería acabarme con esos ojos” me dijo; luego lo invitó al patio y le colocó un taburete recostado a un poste de mareta, Abel se sentó y ella sin mas rodeos se sentó en las piernas de él.

Ese fue un sí camuflajeado (les confieso, me he reído mucho escribiendo esta columna) para no alargar la historia la pareja tuvo tres hijos, hoy escucho muchas historias que me cuenta Abel y esta es el comienzo de muchas. Así como hoy se enamora con detalles, antes se hacia a dedo. El amor se manifiesta de mil formas, pero está me impactó.

Una conclusión que no quería manifestar, pero a última hora me decidí: Carmen Rosa le había echado el ojo a Abel, mucho antes de hacer él la lista.