A nadie le cabe la más mínima duda de que el Festival Vallenato es un espectáculo músico-cultural de talla internacional y de los más grandes del país y quizás del mundo; sus 58 versiones lo han consolidado así. Es una fiesta que mueve a tirios y troyanos, los visitantes se sienten como en casa, el talante del vallenato, el Parque de la Leyenda, único en el país, el acompañamiento que le hace el río Guatapurí con el Parque de la Provincia y monumentos de sus artistas caídos, constituyen un atractivo turístico único.
Es impresionante el semillero de ejecutantes del acordeón, sobre todo niñas de escasos 10 años que ya lo hacen con maestría, es sencillamente emocionante. Pero también surgen muchos y buenos cantantes, en especial niñas; estuve en la Casa de la Cultura en una audición donde estaban ocho niñas y dos niños de varias partes del país interpretando este género y son una promesa; esto sugiere que el género vallenato tiene una larga vida.
El gran problema que tenemos es la sociedad de consumo musical que tuerce a los principiantes y es este el mayor peligro que tiene el vallenato: verlo solo como un negocio. Esto cabe en la declaración de Voltaire, “el hombre nace bueno, pero la sociedad lo corrompe”.
A los jóvenes que se inician en esta hermosa actividad que es la música, hay que recordarles siempre que somos Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y este podría perderse: muchos de los conjuntos que se autodenominan vallenatos, ya no graban esta música, han caído en la grosería y la superficialidad, así no se fortalece por las canciones que se componen, graban y comercializan. Sin embargo, muchos llamados maestros, que viven de esta actividad, dicen que la música tiene que evolucionar, todo depende hacia donde se evolucione; una evolución podría ser una involución. Recordemos que el Renacimiento solo fue para algunos años porque no volvieron a nacer ni los Da Vinci ni los Miguel Ángel, los florecimientos culturales se dan por olas que luego pasan. ¿Recuerdan la ola argentina de la balada en los años 60? No volvió.
Recuerden también que Rafael Escalona no nacen todos los días; en 200 años de cruces genéticos en el viejo Magdalena solo dos personas dejaron legado, los únicos grandes, Escalona y García Márquez. No hay otros legados así muchos hayan contribuido.
Una sugerencia que les hizo Félix Carrillo a los niños participantes es que conserven su propio estilo, que no imiten a otros; nunca los amanuenses igualan al inspirador.
Otra cosa por analizar es la parte comercial; por estos días, la ocupación laboral crece, así sea fugazmente, la ocupación hotelera se satura, igual que el transporte aéreo y terrestre, amén de la subcontratación extra hotelera en casas campos y casas de familia que albergan miles de visitantes.
Sin embargo, no se ha diseñado una metodología puntual para cuantificar los ingresos que la ciudad percibe, todo se hace a ojo de cuberos. Hace un año hice un análisis acerca de las cuentas que la FVLV hacía acerca del movimiento de pasajeros por avión, carreteras y particulares y las cuentas no me cuadraban. Sabemos que es mucho dinero, pero no hay mucha precisión.
Una observación que hago a la FFLV, con todo respeto, es innovar el desfile de las piloneras, evento que veo cada año porque pasa frente a mi casa. Se volvió un sonsonete, uno ve las primeras delegaciones, pero ya en la noche nadie le pone atención a las tantas que faltan. Sugiero que cada comparsa haga un espectáculo diferente, con su propia música, y que haya un jurado para dar una premiación por esa actuación.
Otra observación es sobre los jurados de las competencias; deberían fijar pantallas donde aparezcan en tiempo real los puntajes asignados a cada participante por a uno de los jurados y por ritmo interpretado. Así evitaríamos las suspicacias y sabríamos quien interpretó mejor cada ritmo.
Un lunar nos quedó este año, varias personas fueron asesinadas, nunca quizás, había ocurrido. Este hecho podría crear pánico entre los próximos visitantes.
Por: Luis Napoleón de Armas P.












