El artista plástico Francisco Ruiz dialogó con el diario EL PILÓN sobre su llegada a la ciudad y el encuentro con las tradiciones locales, el papel del artista y el sueño, casi utópico, de construir la Casa del Artista en Valledupar.
El artista plástico Francisco Ruiz dialogó con el diario EL PILÓN sobre su llegada a la ciudad y el encuentro con las tradiciones locales, el papel del artista y el sueño, casi utópico, de construir la Casa del Artista en Valledupar.
Exponiendo en México D.F., conocí a Gloria Castro Maya, directora de la Casa de la Cultura de Valledupar, quien me invitó para que, después de exponer en el Museo de Arte Contemporáneo ‘Minuto de Dios’ en Bogotá, exhibiera en Valledupar, era 1975. Allí nacieron los primeros acercamientos al “realismo mágico”, cuando me sumergieron en el río Guatapurí, para que la Sirenita confirmara, con mis intermitentes regresos al Valle, la existencia de su leyenda.
No son casuales las coincidencias, mi primer nacimiento fue en el Valle de Lerma en Salta 1945 y el segundo en el Valle del Cacique Upar, donde llegué hace 45 años. Ambos, Salta y Valledupar, se parecen: están al norte geográfico de cada país, son de tradición oral, los indígenas coquean o ‘mambean’ coca, ambos son cunas de poetas, músicos y cantores trashumantes.
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Viendo que lo andado “a mi manera” fue trajinado con el corazón y “eso de jugar a la vida es algo que a veces duele”, el tiempo, perdonando equivocaciones, me permite vivir en armonía conmigo mismo y el entorno. En lo artístico, no sé, solo quiero que mi obra le haga un agujero al tiempo, mientras yo, vallenato intermitente, desaparezco intentando aparecer con Los Espejos de América, metáfora pictórica que refleja distintos mundos de esta América esperanzada y convulsionada.
Salta, mi provincia natal, cuna de poetas y músicos, al igual que Valledupar, me brindó el amor, el color y la palabra para seguir creando imágenes, donde realidades e irrealidades buscan reflejar la magia de este continente. Las influencias fueron y son asimiladas por el trabajo que conlleva la creación de un estilo personal.
Valledupar en 1975 era una pajarera sin techo. El Festival se hacía en la Plaza Alfonso López, y era una delicia ver al pueblo apoyando su identidad. Allí conocí, en un amanecer, a Alejo Durán que hablando del lugar de donde es uno, me dijo: “Francisco, uno es del lugar donde lo quieren“, este pensamiento fue mi partida de nacimiento vallenato.
También recuerdo la intensa actividad cultural que desplegaba la Casa de la Cultura con sus primeras administraciones donde conocí a María Cecilia López, quien desde entonces promueve mi trabajo, existiendo cerca de doscientos cuadros en el valle y ambos hemos constituido La Fundación Cultural ‘El Grito’.
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Bien, tengo una buena relación con los pintores, aunque a veces son un poco recelosos con el extranjero y, como nadie es profeta en su tierra, no está en mí ser profeta en tierra ajena, quizás por eso admiro a los arhuacos que no se mezclan con los blancos y los tratan de hermanos menores.
Cuando llegué a Colombia nacía el arte abstracto y Marta Traba, critica argentina, creaba, con Gloria Zea, el Museo de Arte Moderno en Bogotá, siendo Alejandro Obregón el pintor que empezó este movimiento, mientras Fernando Botero empezaba a pintar su visión gorda del mundo.
La mayoría de los departamentos de Colombia tienen sus propios museos y sus artistas alrededor de ellos, como el Museo Casa Negret en Popayán, Museo de la Tertulia de Cali, que es privado y uno de los más prestigiosos de América; el Museo de Omar Rayo, privado también en Roldanillo Valle, donde el artista enterrado en su museo, en un epitafio escrito por él mismo, nos recuerda su presencia: “Aquí cayó un rayo”.
El Museo de Arte Moderno de Pereira; el de Medellín; el Museo de Arte Moderno y el Museo Botero, de Antioquia, este último alberga una colección de obras donadas por el artista y de Picasso, Chagal, Braque, etc., al igual que el Museo Botero en Bogotá. En el Caribe el Museo de Arte Moderno de Cartagena; en Barranquilla el Museo de Arte Contemporáneo fundado por la prestigiosa dama vallenata Maria Eugenia Castro y en Santa Marta el Museo de Arte Contemporáneo de la Quinta de Bolívar, fundado por el pintor peruano-colombiano Armando Villegas.
(Y recalca)
Valledupar está en mora de tener su propio Museo de Arte Contemporáneo
(Y grita)
Un pueblo sin museo pareciera que no tiene cultura que mostrar.
Una Casa del Artista, espacio donde funcionen museo, galería de arte, librería, sala de eventos, restaurant-gourmet, cafetería, espacio con medios visuales para niños.
Propongo una metodología (toma lápiz y sobre el papel pone números). Lo primero, que la Alcaldía o Gobernación adquieran un inmueble en el Centro Histórico y sea entregado a los artistas en forma de comodato para que allí funcione la Casa del Artista donde se originará el gran movimiento cultural del Cesar. La garantía de los artistas es que no hay ninguno de ellos preso por corrupto, entonces funcionará.
Segundo, que la Casa del Artista funcione con un triunvirato integrado por un representante por los artistas, por Alcaldía y por la Gobernación. Se recomienda que el representante de los artistas sea un reconocido gestor cultural. El mantenimiento de este inmueble (servicios y empleados de aseo, seguridad y administrativos) será concertado entre ambas administraciones y estipulado por ley para su permanencia en futuras administraciones.
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Tercero, esta Casa del Artista será un espacio propio, apolítico y neutral que aglutine a todos los artistas y todas las expresiones. Espacio donde se reúnan todos los interesados por el desarrollo del departamento.
¿Cómo es posible que un pueblo inteligente no tenga artesanías propias que lo distinga de las demás regiones? Las artesanías por las que se conoce el Cesar no son propias, las mochilas son arhuacas y el sombrero vueltiao es de Montería. Es indudable que el Cesar se conoce por su música, pero también hay otras actividades, como las artesanales: cerámica, textil, madera, materiales chatarras, reciclables, etc., que hay que crearlas y las artísticas, como artes visuales, cine, teatro, danza, literatura, existen, pero se conocen poco por falta de estímulo y difusión.
Cuarto, en la Casa del Artista funcionaría un Museo de Arte Contemporáneo exhibiendo obras de artistas consagrados locales, nacionales e internacionales; una Galería de Arte que exhibirá, comercializará y difundirá obras de artistas del departamento, un espacio de actuación para recitales de poesía, teatro, danza, grupos folclóricos; cafetería- restaurante gourmet, librería y venta de suvenires y artesanías; lugar de tertulia, todo un espacio donde ciudadanos locales y turistas puedan participar, apoyar y formar parte de este movimiento cultural, turístico, gastronómico, económico, de todos y para todos.
Un movimiento cultural grande no se crea por decreto, son los artistas que con su labor y obra desarrollan identidad. El mejor ejemplo son los artistas que hicieron la música vallenata, por la cual es conocida la región. Y paso a decir qué objetivos tendría la Casa del Artista.
Impulsar la reactivación cultural y laboral para generar fuentes de trabajo; fomentar la inversión en obras de artistas locales creando mentalidad de coleccionistas; propiciar el desarrollo de las artesanías; establecer concursos y salones para el estímulo de las arte; estipular becas departamentales y nacionales y demostrar que la cultura es fuente de inversión que genera identidad, trabajo y rentabilidad.
Sí, es una historia de fracasos. El proyecto de la creación de un museo para Valledupar no es nuevo. La Fundación Cultural ‘El Grito’ lo presentó a los alcaldes Freddys Socarrás y Augusto Ramírez Uhía quienes, el primero, se hizo el desentendido y, el segundo, siendo coherente con su apellido, huía sin importarle haber borrado el mural de Germán Piedrahita. La fundación tiene copia de los pedidos de audiencia de ambas gestiones. Hechos que demuestran el nivel cultural de las pasadas autoridades, pero no perdemos las esperanzas con estas nuevas administraciones.
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Las sucesivas administraciones del departamento del Cesar argumentan que no tienen presupuesto para Cultura. Así como los departamentos del país cobran impuestos a las bebidas alcohólicas y tabaco, que van destinados a la salud, por qué no se institucionaliza un impuesto a la corrupción destinado a la cultura, cuya ley rija hasta que se acabe la corrupción… es decir nunca. Ya Bolívar decretaba la pena de muerte para los corruptos pero como los Derechos Humanos protegen al corrupto, entonces que paguen. ¿Por qué no? esta etapa del coronavirus es para replantear lo que no funciona, proponiendo nuevas formas que generen una mayor calidad de vida.
Esta epidemia, que encierra al planeta, al ser humano y a la sociedad, enseña que el factor que no desvaloriza y es cada vez más imprescindible para la evolución del ser humano es la educación y la cultura. Si el gobierno, el departamental y el municipal, no priorizan estas necesidades el pueblo vallenato seguirá avanzando para atrás.
Como el artista es partícipe y testigo de su época, pinto una serie sobre la epidemia del coronavirus que afecta al ser humano y este a su vez afecta al planeta, siendo los héroes los que dan la vida, todos los integrantes del cuerpo médico, enfermeros, choferes, camilleros, etc.
El artista plástico Francisco Ruiz dialogó con el diario EL PILÓN sobre su llegada a la ciudad y el encuentro con las tradiciones locales, el papel del artista y el sueño, casi utópico, de construir la Casa del Artista en Valledupar.
El artista plástico Francisco Ruiz dialogó con el diario EL PILÓN sobre su llegada a la ciudad y el encuentro con las tradiciones locales, el papel del artista y el sueño, casi utópico, de construir la Casa del Artista en Valledupar.
Exponiendo en México D.F., conocí a Gloria Castro Maya, directora de la Casa de la Cultura de Valledupar, quien me invitó para que, después de exponer en el Museo de Arte Contemporáneo ‘Minuto de Dios’ en Bogotá, exhibiera en Valledupar, era 1975. Allí nacieron los primeros acercamientos al “realismo mágico”, cuando me sumergieron en el río Guatapurí, para que la Sirenita confirmara, con mis intermitentes regresos al Valle, la existencia de su leyenda.
No son casuales las coincidencias, mi primer nacimiento fue en el Valle de Lerma en Salta 1945 y el segundo en el Valle del Cacique Upar, donde llegué hace 45 años. Ambos, Salta y Valledupar, se parecen: están al norte geográfico de cada país, son de tradición oral, los indígenas coquean o ‘mambean’ coca, ambos son cunas de poetas, músicos y cantores trashumantes.
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Viendo que lo andado “a mi manera” fue trajinado con el corazón y “eso de jugar a la vida es algo que a veces duele”, el tiempo, perdonando equivocaciones, me permite vivir en armonía conmigo mismo y el entorno. En lo artístico, no sé, solo quiero que mi obra le haga un agujero al tiempo, mientras yo, vallenato intermitente, desaparezco intentando aparecer con Los Espejos de América, metáfora pictórica que refleja distintos mundos de esta América esperanzada y convulsionada.
Salta, mi provincia natal, cuna de poetas y músicos, al igual que Valledupar, me brindó el amor, el color y la palabra para seguir creando imágenes, donde realidades e irrealidades buscan reflejar la magia de este continente. Las influencias fueron y son asimiladas por el trabajo que conlleva la creación de un estilo personal.
Valledupar en 1975 era una pajarera sin techo. El Festival se hacía en la Plaza Alfonso López, y era una delicia ver al pueblo apoyando su identidad. Allí conocí, en un amanecer, a Alejo Durán que hablando del lugar de donde es uno, me dijo: “Francisco, uno es del lugar donde lo quieren“, este pensamiento fue mi partida de nacimiento vallenato.
También recuerdo la intensa actividad cultural que desplegaba la Casa de la Cultura con sus primeras administraciones donde conocí a María Cecilia López, quien desde entonces promueve mi trabajo, existiendo cerca de doscientos cuadros en el valle y ambos hemos constituido La Fundación Cultural ‘El Grito’.
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Bien, tengo una buena relación con los pintores, aunque a veces son un poco recelosos con el extranjero y, como nadie es profeta en su tierra, no está en mí ser profeta en tierra ajena, quizás por eso admiro a los arhuacos que no se mezclan con los blancos y los tratan de hermanos menores.
Cuando llegué a Colombia nacía el arte abstracto y Marta Traba, critica argentina, creaba, con Gloria Zea, el Museo de Arte Moderno en Bogotá, siendo Alejandro Obregón el pintor que empezó este movimiento, mientras Fernando Botero empezaba a pintar su visión gorda del mundo.
La mayoría de los departamentos de Colombia tienen sus propios museos y sus artistas alrededor de ellos, como el Museo Casa Negret en Popayán, Museo de la Tertulia de Cali, que es privado y uno de los más prestigiosos de América; el Museo de Omar Rayo, privado también en Roldanillo Valle, donde el artista enterrado en su museo, en un epitafio escrito por él mismo, nos recuerda su presencia: “Aquí cayó un rayo”.
El Museo de Arte Moderno de Pereira; el de Medellín; el Museo de Arte Moderno y el Museo Botero, de Antioquia, este último alberga una colección de obras donadas por el artista y de Picasso, Chagal, Braque, etc., al igual que el Museo Botero en Bogotá. En el Caribe el Museo de Arte Moderno de Cartagena; en Barranquilla el Museo de Arte Contemporáneo fundado por la prestigiosa dama vallenata Maria Eugenia Castro y en Santa Marta el Museo de Arte Contemporáneo de la Quinta de Bolívar, fundado por el pintor peruano-colombiano Armando Villegas.
(Y recalca)
Valledupar está en mora de tener su propio Museo de Arte Contemporáneo
(Y grita)
Un pueblo sin museo pareciera que no tiene cultura que mostrar.
Una Casa del Artista, espacio donde funcionen museo, galería de arte, librería, sala de eventos, restaurant-gourmet, cafetería, espacio con medios visuales para niños.
Propongo una metodología (toma lápiz y sobre el papel pone números). Lo primero, que la Alcaldía o Gobernación adquieran un inmueble en el Centro Histórico y sea entregado a los artistas en forma de comodato para que allí funcione la Casa del Artista donde se originará el gran movimiento cultural del Cesar. La garantía de los artistas es que no hay ninguno de ellos preso por corrupto, entonces funcionará.
Segundo, que la Casa del Artista funcione con un triunvirato integrado por un representante por los artistas, por Alcaldía y por la Gobernación. Se recomienda que el representante de los artistas sea un reconocido gestor cultural. El mantenimiento de este inmueble (servicios y empleados de aseo, seguridad y administrativos) será concertado entre ambas administraciones y estipulado por ley para su permanencia en futuras administraciones.
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Tercero, esta Casa del Artista será un espacio propio, apolítico y neutral que aglutine a todos los artistas y todas las expresiones. Espacio donde se reúnan todos los interesados por el desarrollo del departamento.
¿Cómo es posible que un pueblo inteligente no tenga artesanías propias que lo distinga de las demás regiones? Las artesanías por las que se conoce el Cesar no son propias, las mochilas son arhuacas y el sombrero vueltiao es de Montería. Es indudable que el Cesar se conoce por su música, pero también hay otras actividades, como las artesanales: cerámica, textil, madera, materiales chatarras, reciclables, etc., que hay que crearlas y las artísticas, como artes visuales, cine, teatro, danza, literatura, existen, pero se conocen poco por falta de estímulo y difusión.
Cuarto, en la Casa del Artista funcionaría un Museo de Arte Contemporáneo exhibiendo obras de artistas consagrados locales, nacionales e internacionales; una Galería de Arte que exhibirá, comercializará y difundirá obras de artistas del departamento, un espacio de actuación para recitales de poesía, teatro, danza, grupos folclóricos; cafetería- restaurante gourmet, librería y venta de suvenires y artesanías; lugar de tertulia, todo un espacio donde ciudadanos locales y turistas puedan participar, apoyar y formar parte de este movimiento cultural, turístico, gastronómico, económico, de todos y para todos.
Un movimiento cultural grande no se crea por decreto, son los artistas que con su labor y obra desarrollan identidad. El mejor ejemplo son los artistas que hicieron la música vallenata, por la cual es conocida la región. Y paso a decir qué objetivos tendría la Casa del Artista.
Impulsar la reactivación cultural y laboral para generar fuentes de trabajo; fomentar la inversión en obras de artistas locales creando mentalidad de coleccionistas; propiciar el desarrollo de las artesanías; establecer concursos y salones para el estímulo de las arte; estipular becas departamentales y nacionales y demostrar que la cultura es fuente de inversión que genera identidad, trabajo y rentabilidad.
Sí, es una historia de fracasos. El proyecto de la creación de un museo para Valledupar no es nuevo. La Fundación Cultural ‘El Grito’ lo presentó a los alcaldes Freddys Socarrás y Augusto Ramírez Uhía quienes, el primero, se hizo el desentendido y, el segundo, siendo coherente con su apellido, huía sin importarle haber borrado el mural de Germán Piedrahita. La fundación tiene copia de los pedidos de audiencia de ambas gestiones. Hechos que demuestran el nivel cultural de las pasadas autoridades, pero no perdemos las esperanzas con estas nuevas administraciones.
No dejes de leer: Carlos Vives presenta su nuevo álbum ‘Cumbiana’
Las sucesivas administraciones del departamento del Cesar argumentan que no tienen presupuesto para Cultura. Así como los departamentos del país cobran impuestos a las bebidas alcohólicas y tabaco, que van destinados a la salud, por qué no se institucionaliza un impuesto a la corrupción destinado a la cultura, cuya ley rija hasta que se acabe la corrupción… es decir nunca. Ya Bolívar decretaba la pena de muerte para los corruptos pero como los Derechos Humanos protegen al corrupto, entonces que paguen. ¿Por qué no? esta etapa del coronavirus es para replantear lo que no funciona, proponiendo nuevas formas que generen una mayor calidad de vida.
Esta epidemia, que encierra al planeta, al ser humano y a la sociedad, enseña que el factor que no desvaloriza y es cada vez más imprescindible para la evolución del ser humano es la educación y la cultura. Si el gobierno, el departamental y el municipal, no priorizan estas necesidades el pueblo vallenato seguirá avanzando para atrás.
Como el artista es partícipe y testigo de su época, pinto una serie sobre la epidemia del coronavirus que afecta al ser humano y este a su vez afecta al planeta, siendo los héroes los que dan la vida, todos los integrantes del cuerpo médico, enfermeros, choferes, camilleros, etc.